Un ‘tap-tap’, furgoneta colectiva de Haití, en las calles de Puerto Príncipe. Como este, miles de vehículos pasean por la capital mostrando unas carrocerías personalizadas. Imágenes de futbolistas, cantantes o familiares dan luz a una realidad gris, marcada por las tragedias naturales y la miseria.

Victor Rock Felet, miembro del Taller-Asociación del Tap-tap Moderno de Haití, dibuja sobre la chapa de un nuevo encargo las formas a las que dará color más adelante. “Llevar el tap-tap con un diseño propio hace destacar y da la sensación de propiedad, algo que aquí es un logro”, reflexiona.

n Haití asombra encontrarse con lienzos en movimiento que atraviesan las calles. Vehículos atestados de gente que emiten música a gran volumen y cuya función parece que ha dejado de ser el mero traslado. Acción que (al menos en su capital, Puerto Príncipe) puede llevar horas a pesar de querer adelantar unos pocos kilómetros. También acarrea 1.400 muertes al año y se alza como una de las principales causas de pérdidas de vida, según las cifras de World Health Ranking en 2014.

En Haití aún se perciben las cicatrices del devastador terremoto de 2010. Con 7,3 grados en la escala Ritcher y su centro a 15 kilómetros de Puerto Príncipe, dejó 316.000 muertos y 1,5 millones de desplazados. El pasado mes de octubre, el huracán Matthew agravó la situación con 800 víctimas y brotes de epidemia como el cólera.