El influyente periodista saudí Yamal Khashoggi habría sido asesinado en el consulado de su país en Estambul. Esta es la hipótesis con la que trabajan las autoridades turcas, a los cinco días de su misteriosa desaparición, con su novia en la puerta. El presidente de la asociación de prensa turco-árabe, Turan Kislakçi, amigo de Khashoggi, va más lejos y dice que su muerte “está confirmada” y que sólo faltaría por demostrar el grado de “salvajismo” con el que habría sido torturado y ejecutado extrajudicialmente a las órdenes de Riad.
Según un alto cargo turco, Yasin Aktay, en la presunta muerte de su común amigo Khashoggi estarían “involucrados con certeza” 15 agentes enviados exprofeso desde Arabia Saudí en dos aviones, el día de su desaparición. De acuerdo a fuentes anónimas del gobierno, las pistas recopiladas por la inteligencia turca sugieren que el cuerpo del disidente habría sido torturado, asesinado, descuartizado y sacado del edificio en cajas diplomáticas. Este comando habría abandonado Turquía en pocas horas y las autoridades turcas trabajan ahora en su identificación.
Fuentes policiales confiesan anónimamente que las cámaras demuestran que Khashoggi no salió del consulado, “por lo menos de un modo normal”
Más prudente se muestra el presidente Recep Tayyip Erdogan, que conoce a Khashoggi desde hace más de 20 años y que ayer declaraba que está siguiendo el caso personalmente y que en breve dará toda la información. Fuentes policiales confiesan anónimamente que las cámaras demuestran que Khashoggi no salió del consulado, “por lo menos de un modo normal”. Las autoridades turcas han pedido permiso a Arabia Saudí para poder registrar el consulado.
Mientras tanto, el régimen saudí rechaza todas las acusaciones y da voz a un representante de la familia Khashoggi que denigra a “esa supuesta prometida turca a quien no conocemos de nada”. Esta, Hadice Gengiz, con la que el periodista de 59 años debía casarse este otoño, no se resigna a creerlo muerto. Pero desde luego, dentro del consulado ya no está, como demostraría la visita brindada por la legación a una agencia de prensa.
Como muestran sus amistades, el perfil de Khasoggi nada tiene que ver con el de un disidente al uso. Basta decir que su primo era el traficante de armas –y durante algunos años, hombre más rico del mundo– Adnán Khashoggi, fallecido el año pasado. También conocía a Osama bin Laden desde su juventud, por pertenecer ambos a dos de las familias más ricas del reino y por el interés mutuo en el mensaje de los Hermanos Musulmanes.
Khashoggi era puro establishment. También sabía demasiado, pero sus verdaderos problemas con el poder saudí coinciden con el golpe palaciego que convirtió en heredero de Arabia Saudí al impetuoso príncipe Mohamed bin Salman, en detrimento de su primo, Mohamed bin Nayef. A medida que los Hermanos Musulmanes se convierten en bestia cada vez más negra del reino, la estrella de Khashoggi se apaga.
Conocía a Osama bin Laden desde su juventud
A Khashoggi se le había prohibido usar Twitter y otras redes sociales en el 2016, mientras se le vetaba en el diario londinense en árabe Al-Hayat. Cuando varios de sus protectores fueron arrestados hace un año en Riad, el periodista optó por exiliarse en Washington.
Aunque siempre ha negado su pertenencia formal a los Hermanos Musulmanes, ha participado en sus actos –como el fin de semana pasado en Londres– y su columna de hace un mes en The Washington Post era una defensa enardecida de la cofradía. Al mismo tiempo, ha criticado duramente la guerra impulsada en Yemen por el príncipe heredero.
El precio a pagar por Arabia Suadí puede ser enorme y el impacto en sus relaciones con Turquía, devastador. Aunque las relaciones entre ambos países estaban ya en horas bajas por el apoyo de Erdogan al emir de Qatar y el de ambos a los Hermanos Musulmanes. La desaparición de periodistas, habitual en Turquía entre los años setenta y noventa, toca una fibra sensible en el país.
El precio a pagar por Arabia Suadí puede ser enorme y el impacto en sus relaciones con Turquía, devastador