PARIS, Francia – En un episodio sin precedentes, el presidente Donald Trump —de pie al lado del líder Vladimir Putin— desautorizó ayer a los servicios de inteligencia norteamericanos y al Departamento de Justicia, y rehusó admitir la interferencia rusa en la elección presidencial de 2016.
La investigación del Departamento de Justicia sobre esa injerencia “es un desastre para nuestro país”, criticó el ocupante de la Casa Blanca en la breve conferencia de prensa ofrecida con Putin al término de la cumbre celebrada en el palacio presidencial de Helsinki.
La actitud de Trump durante la cumbre, que en total duró tres horas y 50 minutos —incluyendo una reunión de los presidentes con sus respectivos equipos— desencadenó una ola de críticas en Estados Unidos y creó enorme desconcierto entre los aliados.
El presidente norteamericano explicó que durante la 2,10 horas que duró el diálogo a puertas cerradas —40 minutos más de lo que estaba inicialmente previsto— ambos líderes consagraron “mucho tiempo” a discutir el tema de la injerencia rusa en la elección de 2016. Al término de ese intercambio, Putin negó en términos “muy firmes y contundentes” que el Kremlin hubiera intervenido, según Trump. “Rusia jamás interfirió y nunca va a interferir en los asuntos internos de Estados Unidos”, afirmó por su parte el líder ruso en diálogo con la prensa.
Putin propuso que las agencias de inteligencia rusas trabajaran con sus homólogos norteamericanos en el caso de intromisión electoral: “Es una oferta increíble”, comentó Trump con entusiasmo.
En reacción a la desautorización pública de los servicios de inteligencia y el Departamento de Justicia, el ex director de la CIA, John O. Brennan, escribió un tweet demoledor como un misil: “La presentación de la rueda de prensa de Donald Trump en Helsinki supera y excede el umbral de ‘crímenes y delitos graves’. Fue una mera traición. No solo fueron imbéciles [sus] comentarios, sino que está totalmente en el bolsillo de Putin”.
El director de Inteligencia Nacional, Dan Coats, emitió un comunicado para sostener que la comunidad de inteligencia había sido clara con respecto a los “continuos e invasivos intentos” de Rusia de socavar la democracia estadounidense.
El presidente norteamericano y el líder ruso negaron igualmente la existencia de una presunta “colusión” entre la campaña de Trump y Moscú. Putin, a su vez, desmintió que Rusia tuviera elementos comprometedores sobre Trump obtenidos en una visita que realizó a Moscú en 2013.
Escandalizado por el enorme alcance político que tiene la actitud del presidente norteamericano, el presentador de la cadena de televisión CNN, John King, afirmó: “Esta ha sido la cumbre de la capitulación” de un presidente de Estados Unidos ante un líder ruso.
Bill Browder, analista de la cadena MSNBC, consideró que “Putin era el ganador de la cumbre”. “Trump y Putin versus Estados Unidos”, sostuvo por su parte Thomas L. Friedman, comentarista del New York Times. El veterano senador John McCain, uno de los congresistas más respetados del Partido Republicano, también estimó que Trump había tenido una “desafortunada actuación” tratándose de un presidente de Estados Unidos.
Trump sintetizó la cumbre diciendo que habían examinaron todos los puntos conflictivos que existían entre ambos países sin indicar con precisión los temas abordados. Antes del encuentro había afirmado que tenía “muchas cosas buenas para hablar” con Putin, en particular temas comerciales, militares, la proliferación nuclear y sobre China, en particular acerca de su “amigo común”, el presidente Xi Jinping.
En una serie de tweets divulgados antes del encuentro, Trump también había responsabilizado a Estados Unidos, en lugar de Rusia, por el enfriamiento de las relaciones entre ambos países. Al final de las conversaciones afirmó que las relaciones bilaterales “nunca habían sido peores que ahora”. Sin embargo, “eso cambió” gracias a la cumbre de Helsinki, sostuvo.
En la conferencia de prensa final, Putin calificó la cumbre de “éxito”, lo que permitirá superar la “etapa complicada” que atravesaron las relaciones bilaterales sin “ninguna razón sólida”. “La guerra fría es algo del pasado”, sentenció.
Los comentarios de Trump coincidieron con el argumento ruso que imputa el mal estado de las relaciones bilaterales al gobierno de Obama y a la investigación sobre interferencia electoral en la campaña de 2016. En su cuenta oficial de Twitter, el ministerio de Relaciones Exteriores ruso reprodujo un tweet de Trump, diciendo que las tensiones se habían agravado por “las locuras y la estupidez de Estados Unidos”. La cancillería ruso agregó con ironía: “Estamos de acuerdo”.
Diplomáticos occidentales en Helsinki estimaron que Putin se impuso psicológicamente desde el comienzo de la cumbre al llegar, como es su costumbre, con un retraso de una hora que no explicó. Trump, también famoso por su impuntualidad, tuvo que esperar pacientemente a su interlocutor.
El líder ruso también sorprendió a Trump al utilizar una limusina rusa Aurus Senat (ver aparte) para llegar hasta el palacio presidencial, una residencia neoclásica ubicada frente al Mar Báltico.
Aunque no participaron en la reunión a puertas cerradas, durante su permanencia en Helsinki el presidente estuvo acompañado por el secretario de Estado, Mike Pompeo; el consejero Nacional de Seguridad, John Bolton; el jefe de gabinete de la Casa Blanca, John F. Kelly, y otros consejeros, incluyendo Fiona Hill, experta en asuntos rusos del Consejo Nacional de Seguridad.