El palo se impone a la zanahoria en la grave crisis política y social que atraviesa Ecuador, donde los disturbios callejeros se han recrudecido coincidiendo con la oferta de diálogo del presidente Lenín Moreno.
Los alrededores de la Asamblea Nacional en Quito han vuelto a ser escenario de enfrentamientos entre los manifestantes y las fuerzas del orden. Los primeros, miles de indígenas llegados de todos los puntos del país, protestan contra el alza de precios de los combustibles que provocó el Gobierno tras retirar los subsidios a los carburantes a instancias del FMI. Diez días de protestas han dejado al menos cuatro muertos y cientos de heridos. El viernes, los indígenas volvieron a llevar su mensaje a las puertas del Parlamento:
“Necesitamos que esto sea entendido: queremos solamente la derogatoria de un decreto que afecta a todos los ecuatorianos. No estamos aquí para destruir la capital”, explicaba César Flores, unos de los manifestantes.
Los indígenas insisten en que no habrá diálogo hasta que se repongan los subsidios al combustible. Desde Bélgica, el expresidente Rafael Correa, al que acusan de estar detrás de las protestas, ha instado al Ejército a rebelarse contra Moreno.