Ampliando un estudio de principios de 2017 que identificó 52 genes que podrían estar asociados con la inteligencia, un equipo internacional de investigadores ha sugerido docenas de nuevos objetivos genéticos que pueden correlacionarse con la capacidad cognitiva.
El nuevo estudio también encontró que muchos de estos genes, potencialmente responsables de la inteligencia, podrían superponerse con una variedad de afecciones, desde una mayor esperanza de vida hasta algunos trastornos autoinmunes. La heredabilidad de la inteligencia es bastante razonablemente una fuente de controversia entre muchos científicos, y es justo decir que hay un debate sobre cómo cuantificar un rasgo tan complejo e indefinible como la inteligencia.
Este estudio particular se centró en el uso de una medida del nivel más alto de educación que la persona ha logrado como marcador de habilidad cognitiva. Los investigadores señalan que esta es una medida que puede verse influida por una variedad de factores no relacionados. Por ejemplo, el estado socioeconómico o los rasgos de personalidad pueden influir notablemente en el nivel de educación alcanzado por una persona, independientemente de los rasgos de “inteligencia genética”.
El estudio sugiere que otros informes han confirmado que el rendimiento educativo y el rendimiento cognitivo se han correlacionado consistentemente, y que la escala del tamaño de muestra que permite esta medida la convierte en un factor razonablemente útil para funcionar. El resultado más interesante de este tipo de estudio es su examen de las correlaciones genéticas entre estos genes sospechosos de inteligencia y otras condiciones dispares.
En este caso, se identificó una correlación genética fundamental fascinante entre la cognición y el envejecimiento, y se observó una asociación que vinculaba una mayor capacidad cognitiva con una mayor esperanza de vida.
Otra extraña correlación genética identificada fue una relación entre una mayor cognición y una mayor instancia de enfermedad celíaca.
El objetivo final de esta investigación es ayudar a dirigir la investigación en terapias génicas que pueden ayudar a tratar enfermedades neurodegenerativas. Al comprender qué genes mejoran directamente la capacidad cognitiva, los científicos esperan poder combatir mejor aquellas enfermedades que erosionan nuestros mecanismos cognitivos. “Por primera vez, pudimos utilizar información genética para dirigirnos hacia medicamentos específicos que podrían ayudar a los trastornos cognitivos del cerebro, incluida la enfermedad de Alzheimer, la esquizofrenia y el trastorno por déficit de atención e hiperactividad”, explica el autor principal del estudio, el Dr. Todd Lencz. .
Vale la pena tomar estos estudios de inteligencia genética con un grano de sal. En todo caso, mientras más superposición genética identifiquen estos estudios, más nos damos cuenta de cuán complejas son realmente nuestras funciones genéticas. La realidad es que no es tan simple como desencadenar un solo gen para hacerlo más inteligente, pero el Dr. Lencz sí nota que a medida que recopilemos más datos, estos estudios serán cada vez más precisos.
“Debido a que la cantidad de genes que podemos descubrir es una función directa del tamaño de muestra disponible, es probable que más investigaciones con muestras adicionales proporcionen aún más información sobre cómo nuestros genes desempeñan un papel en la capacidad cognitiva”.
El estudio fue publicado en la revista Cell Reports.