Es invisible pero omnipresente.
Cada vez que enciendes el televisor, te conectas a internet o hablas por teléfono, las ondas eléctricas de esos aparatos generan una niebla electromagnética -en inglés,electrosmog– que no puedes oler ni ver… pero que te rodea inevitablemente.
Los científicos llevan años investigando esta cuestión y debatiendo cuán peligrosos son realmente los efectos de esas ondas.
¿Es malo el wifi para la salud? ¿Nos está matando poco a poco la sobreexposición a los celulares?
Esos son preguntas que cada vez se hacen más personas en el mundo y en 2014, la OMS publicó un extenso informe sobre las ondas electromagnéticos de los celulares, que fueron clasificadas por el Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer como “posiblemente carcinógenas”.
Esto significa que el riesgo no pudo comprobarse… pero tampoco descartarse.
Y, en 2015, una mujer obtuvo una pensión de discapacidad en Francia tras asegurar que sufría hipersensibilidad electromagnética (EHS), una condición reconocida por la Organización Mundial de la Salud (OMS), que lleva años investigándola.
Aumento sin precedentes
“A medida que las sociedades se industrializan y la revolución tecnológica continúa, hemos experimentado un aumento sin precedentes del número y diversidad de fuentes de campos electromagnéticos. Esas fuentes están vinculadas a computadoras, teléfonos móviles y estaciones base”, alertó el organismo en 2005.
La institución aseguraba entonces que los síntomas de la EHS “no son específicos”, pero suelen traducirse en problemas dermatológicos, como rojeces o sensación de ardor, y en síntomas vegetativos, como fatiga, cansancio, náuseas o problemas de concentración.
A más de una década de esas afirmaciones, sin embargo, pocos países reconocen la hipersensibilidad electromagnética como una enfermedad (Suecia es una excepción).
Pero los estudios sobre la cuestión también se han multiplicado, como también lo ha hecho el número de celulares y de conexiones a internet en todo el planeta.
Y no queda duda de que el “electrosmog” -el conjunto de radicaciones electromagnéticas generadas por esas y otras tecnologías- está aumentando.
¿Qué puedes hacer para reducir tu exposición?
Poniendo distancia con el celular
Las recomendaciones de la OMS respecto al uso de los celulares para reducir cualquier riesgo son bastante específicas:
- colocar el aparato a una distancia de 30 o 40 cm del cuerpo al escribir mensajes de texto o navegar por internet
- evitar en lo posible acercar el aparato a la cabeza (usando audífonos y dispositivos “manos libres”)
- reducir la cantidad de llamadas y su duración
- usar el celular en zonas con buena recepción
- no dormir con el celular en la habitación
“La principal consecuencia de la interacción entre la energía radioeléctrica y el cuerpo humano es el calentamiento de los tejidos”, señala la OMS.
Algunas posibles consecuencias, añade, son las alteraciones en el ritmo cardíaco y en el sueño, así como en la función cognitiva y la presión arterial. Pero aún no hay una relación causal probada.
En la casa
La polución electromagnética también está en paredes, techos y espacios abiertos. Basta con que haya señales radioeléctricas para que se genere esa contaminación.
Y su fuerza será mayor o menor en función de la frecuencia de las ondas.
Por eso algunos especialistas recomiendan este tipo de medidas dentro de la casa:
- apagar el wifi por la noche o poner los dispositivos en “modo avión”
- desenchufar los aparatos eléctricos
- no usar lámparas de lectura cerca del cuerpo
- colocar filtros que limpien la “electricidad sucia”
- situar los electrodomésticos contra paredes que den al exterior
Fuera de la casa
La organización suiza Swiss Harmony, dedicada a la investigación sobre campos de radiofrecuencia, recomienda comprobar en internet cuáles son los sitios con más señales radioeléctricas para evitarlos en la medida de lo posible. Cellmapper.net o AntennaSearch.com son algunos de ellos.
También existen aparatos que miden la polución electromagnética.
Pero, una vez más, es importante tener en cuenta que no todas las radiaciones fuera o dentro de la casa son perjudiciales para la salud y que los efectos del “electrosmog” aún no han sido demostrados ni oficialmente clasificados.
Y como la mayoría de las ondas electromagnéticas que nos rodean son invisibles e ineludibles, la OMS aconseja ser preventivo, pero advierte sobre otro posible efecto: la “ansiedad vinculada a la presencia de las nuevas tecnologías”.