Santo Domingo, República Dominicana.- Los dominicanos tienen varios períodos electorales criticando la corrupción, impunidad, el desempleo, la inseguridad, carencia en la salud, inflación, bajos salarios y muchos otros problemas que se derivan de estos principales temas. No obstante, a pesar de que algunas figuras se han separado de las fuerzas principales para formar sus propios partidos independientes, como los casos de Minou Tavarez, Eduardo Estrella, Pelegrín Castillo, el fallecido Hatuey De Camps y Guillermo Moreno, sus esfuerzos no han podido con el poder de la industria política peledeísta.

El Partido de la Liberación Dominicana (PLD) no ha hecho otra cosa que repetir la fórmula balaguerista: comprando a una parte de la oposición, logrando su división y posterior debilitamiento, enriqueciendo a sus principales figuras hasta el punto de convertirlos en empresarios multimillonarios, acomodar al sector económico y financiero, permitiendo un lucro exorbitante con una fiscalización que favorece a las grandes empresas y perjudica a las pequeñas, fortaleciendo y beneficiando de esta manera a los más ricos; y por último, por supuesto, drenando poco a poco el erario, aumentando la deuda y vendiendo el país por pedacitos en bonos a empresas extranjeras. Todo esto unido a otras estrategias y tácticas -incluyendo supuestos fraudes electorales-, han debilitado el favor del PLD en la clase media y en algunos sectores pobres y ricos del país. Y con esto, han surgido dos nuevas propuestas políticas muy diferentes las dos entre sí, pero también con escasas posibilidades.

La primera y más interesante, aunque menos mediática y espectacular, es la figura de Fausto Díaz, un empresario exitoso en la construcción, que ha hecho sus aportes a la educación dominicana a través de su fundación Innovación Educativa, también vicepresidente de la Asociación de Constructores y Promotores de Viviendas de República Dominicana (ACOPROVI) y con una breve experiencia como ministro durante el gobierno de Hipólito Mejía 2000-2004. Díaz ha comenzado en diciembre del año que recién culminó su media tour exponiendo las ideas principales de lo que sería un gobierno suyo, enfocándose principalmente en una justicia sin el famoso “borrón y cuenta nueva” o descontextualizando a Danilo Medina: “tirando todas las piedras necesarias para atrás”, hasta purificar completamente el sistema judicial.

Foto: Fuente Externa.

Fausto Díaz inspira confianza si bien su discurso ya lo hemos escuchado otras veces. En primer lugar no es una persona que necesite enriquecerse, aparentemente no lo necesita. Aunque para realmente conocer a un individuo habría que darle poder, y así conoceremos cuáles son sus ambiciones. Pero Fausto, tiene muchos años aportando a la educación, tratando de lograr un cambio, y como todos sus esfuerzos han tenido poco efecto, pues ha decidido que para hacer efectivo un cambio, debe hacerlo desde la presidencia. Esto demuestra valentía y coraje, pero también un interés solidario por la nación y el bien común, al menos a primera instancia. Y quizá, el mayor reto para él no es, si es o no una persona honesta y sus intenciones, sino que tiene sólo dos años para convertir su movimiento “Ciudadanos en Marcha” en partido político y luchar contra una rancia y testaruda clase política que alimenta ignorancia, consumismo y miseria a la mayoría de la población que vota en las elecciones. Díaz deberá ser muy astuto e idearse una nueva forma de hacer política que rompa de una vez los esquemas tradicionales. Pero también deberá aliarse a personalidades importantes que puedan otorgarle un peso a su candidatura y a su propuesta. Por supuesto, deberá también formar un gabinete que ofrezca la misma confianza que él y que se distancie totalmente de los partidos y la política tradicional.

La otra figura que ha surgido como opción política -más allá del debate de si debe o no participar como candidato-, es la de Luis José Ramfis Domínguez Trujillo, el nieto del dictador Leonidas Trujillo. Aunque Ramfis comenzó desde el 2011 a tantear el terreno con algunas entrevistas en medios locales, no ha sido hasta después del 2016 que ha decidido comenzar su campaña y carrera hacia una posible candidatura para el año 2020. Lo cierto es que se apoya en el argumento popular “aquí lo que hace falta es un Trujillo para que se acabe toda la vagabundería”; un enunciado muy peligroso e ignorante, aunque quizá con cierto nivel de justificación. Pero más allá de estas palabras, legalmente, el nieto del dictador aparentemente no puede ser candidato para la presidencia debido a que la Constitución Dominicana se lo prohíbe.

Hasta donde se sabe, Luis José Ramfis es nacido en Estados Unidos, por tanto es ciudadano norteamericano, aunque también, por sus padres puede tener la nacionalidad dominicana. Para poder optar por un cargo y en especial la presidencia de la república, necesitaría renunciar a la ciudadanía estadounidense con 10 años de antelación y residir en República Dominicana durante ese tiempo, algo que, parece no cumplir a cabalidad. Sin embargo, el debate continúa y la población está dividida en cuanto a la opinión de si debería o no, podría o no, ser presidente el nieto del dictador.