Por Dr. Víctor Garrido Peralta
En la permanente esperanza del despertar de la dominicanidad perdida por un preocupante número de coterráneos, mantengo mi compromiso de sembrar consciencia. Continuaremos nuestras reflexiones del cuestionable desempeño del Servicio Exterior Nacional, donde se vislumbra el establecimiento de una diplomacia de Estado, llamada a sustituir la de gobierno, y a erradicar consecuentemente a los “turistas de Estado”.
La coyuntura internacional es propicia para el desarrollo de una política exterior que permita la promoción de la República Dominicana en los diferentes aspectos que atañen a ese quehacer. Esto sería posible si se realizara un esfuerzo coherente entre los distintos ministerios con incumbencia en las materias de promoción, y entre el Ministerio de Relaciones Exteriores, nuestras embajadas y consulados en todo el mundo, orientado a las demandas existentes en el país en base a cada una de esas necesidades. Para esto se requiere de un programa de trabajo con objetivos generales, metas sectoriales a mediano y largo plazo, y de un proyecto de implementación —según un orden de prioridades—, establecido por la autoridad política para cada sector que se pretenda promocionar. De igual forma, se hace necesario un amplio apoyo político del presidente de la República, del ministro de Relaciones Exteriores y de todos los demás ministros que tengan participación directa en algún aspecto específico de la promoción de la República Dominicana en el exterior.
Entiendo que los objetivos fundamentales han de ser la promoción de la República Dominicana y el afianzamiento de sus relaciones con el país receptor, aprovechando de éste todas las oportunidades de cooperación, de inversión y desarrollo existentes, tanto en el ámbito gubernamental como en el privado, observando los aspectos que se desarrollan a continuación. En cuanto a las metas sectoriales, y las acciones concretas a cumplir por nuestras representaciones, puntualizaremos cinco sectores específicos, iniciando este análisis con el sector económico. El fin esencial debe ser la promoción de las inversiones y la transferencia de tecnología, especialmente orientada al sector de la pequeña y mediana empresa, propiciando el establecimiento de “joint ventures”, y dando prioridad a proyectos que contribuyan a incrementar las exportaciones no tradicionales, con capacidad para generar las imprescindibles nuevas fuentes de trabajo que tanta falta hacen en nuestro país.
En lo que concierne al sector comercial, el propósito primordial debe ser identificar nuevos mercados y clientes para la colocación de los productos dominicanos de exportación, y a la vez facilitar el contacto entre nuestros productores y los potenciales compradores externos interesados. Para las actividades a desarrollar en este ámbito, la embajada requiere del apoyo de los productores y de las cámaras de comercio dominicanas. Se ha de motivar a un conjunto de empresarios seleccionados en la nación receptora, que estén interesados en establecer contactos potenciales con socios dominicanos. Estas reuniones podrían ser complementadas con eventos de divulgación sobre las oportunidades comerciales que ofrece la República Dominicana.
La meta para el campo de la ciencia y la tecnología ha de ser propiciar el aprovechamiento de todas las oportunidades de cooperación científica y tecnológica que ofrece el país receptor, estimulando el apoyo a proyectos de investigación y desarrollo que contribuyan a fortalecer las capacidades tecnológicas del país, especialmente en materia de tecnología aplicada.
En la esfera cultural los objetivos deben incluir la promoción de la cultura dominicana en sus diferentes aspectos: artes plásticas, música, literatura, entre otras expresiones culturales, a través de la organización de espectáculos, ferias, exposiciones, así como el logro de una amplia difusión en los medios de comunicación existentes. En el sector turismo, se precisa aplicar una política activa para promover las oportunidades que ofrece la República Dominicana. Tanto las embajadas como los consulados —y demás agencias de promoción en coordinación con las autoridades de esa área—, deben velar para que el turismo ocupe un lugar preponderante en el país donde estén acreditados. Las embajadas han de trabajar también en los aspectos relacionados con la política general de turismo y con los proyectos de inversión en ese sector. Pienso que las actividades de base para llevar adelante y con éxito estas tareas son de dos tipos: las que conciernen al sector de información y divulgación, y la imprescindible coordinación de las áreas. Es perentorio organizar un sistema de información y difusión, coordinado desde el ministerio de Relaciones Exteriores, que cubra todos los aspectos antes definidos, y en el que participen con “inputs de información” todas los ministerios del país, así como los organismos descentralizados cuyos “outputs” puedan ser utilizados por todas las embajadas y consulados del país en el exterior.
Es evidente el escaso conocimiento que tienen muchos extranjeros sobre nuestra cultura y bellezas naturales. Como ocurre con todos los países en vías de desarrollo, las informaciones publicadas sobre el país son generalmente las que recogen hechos negativos. El trabajo a realizar por nuestras embajadas en este sector debe ser mejorar la imagen de la República Dominicana, publicando boletines en periódicos de prestigio y de buen contenido. Se deben buscar contactos con los diferentes medios de comunicación, con el resto del cuerpo diplomático y consular, con asociaciones de distinta índole y desde allí promover lo positivo de nuestro país. Las charlas, talleres, ferias y seminarios son un buen mecanismo para difundir los intereses nacionales y los objetivos de nuestro estado sobre política exterior.
Para finalizar, todas las actividades sectoriales que se mencionan anteriormente deben ser realizadas en estricta coordinación con las áreas del Poder Ejecutivo de la República Dominicana con competencia en la materia, para evitar suposiciones, interferencias y duplicaciones costosas e innecesarias. A este esfuerzo de promoción de nuestro país en el exterior se deben integrar los responsables de implementar las políticas públicas definidas por el presidente de la República.
Sabemos que juntos podemos establecer una política exterior de Estado que fortalezca nuestra identidad nacional y termine con la deplorable práctica de los “turistas de Estado”, que hoy pobremente nos representan en el exterior.
Dios bendiga la República Dominicana.
Sin prisas pero sin pausas…¡Llegaremos!
Dr. Víctor Garrido Peralta