La muerte de Robert Kennedy está envuelta aún en numerosas teorías de conspiración.
Sin embargo, hasta ahora ninguna ha logrado restarle responsabilidad a Sirhan Sirhan, quien fue condenado como autor del asesinato del entonces precandidato presidencial por el Partido Demócrata, ocurrido hace 50 años.
Se ha dicho que este inmigrante palestino de nacionalidad jordana pudo haber actuado bajo los efectos de un hipnotismo e incluso que pudo haber otro atacante, pero nada ha ayudado a que lo libren o reduzcan su condena de cadena perpetua.
¿La razón? El asesinato de Kennedy ocurrió en la cocina del hotel Ambassador de Los Ángeles, llena de testigos, varios incluso resultaron heridos por los disparos y otros forcejearon directamente con Sirhan para arrojarlo al suelo.
Además, el arma que empleó fue recuperada en el mismo lugar de los hechos y pudo ser rastreada por las autoridades, las cuales además encontraron en su casa un cuaderno en el que había expresado su deseo de matar al ex fiscal general y hermano menor del también asesinado presidente John F. Kennedy.
Por eso, pese a que Sirhan ha dicho que su confesión durante el juicio fue producto de las presiones de su abogado defensor y que no puede recordar el momento del tiroteo, hay pocas dudas sobre su participación en los hechos.
Pero ¿qué le llevó a atacar a quien entonces era uno de los políticos más populares de Estados Unidos?
Patriotismo
“R.F.K. (Robert Fitzgerald Kennedy) debe ser asesinado” es una frase que aparece repetida numerosas veces en un cuaderno hallado por las autoridades policiales en la vivienda de Sirhan.
Las motivaciones que lo llevaron a ejecutar el ataque las expresó justo después de ser detenido en el lugar del suceso. “Déjenme explicar. Puedo explicarlo. Lo hice por mi país. Yo amo mi país”, gritó entonces.
Sirhan nació en 1944 en el seno de una familia cristiana palestina de Jerusalén. Cuatro años más tarde, tras la primera guerra árabe israelí, esa ciudad quedó bajo control de Jordania que ofreció a sus habitantes derechos de ciudadanía.
Luego, en la década de 1950, su familia se trasladó a Estados Unidos, instalándose finalmente en Pasadena, California, donde Sirhan cursó sus estudios de bachillerato y universitarios.
Trabajó en diversos oficios, incluyendo uno en el hipódromo de Santa Anita, donde se cuenta que fantaseaba con la posibilidad de convertirse en jinete.
En aquellos últimos años de la década de 1960, Sirhan se volvió cada vez más crítico de Israel, en especial después de la Guerra de los Seis Días, en junio de 1967, durante la cual ese país derrotó a los ejércitos de Egipto, Siria y Jordania, y pasó a ocupar la península del Sinaí, los altos del Golán, Gaza, Cisjordania y Jerusalén oriental.
¿Y qué tiene que ver esto con Robert Kennedy?
En 1968, durante la campaña para las primarias por la candidatura presidencial del Partido Demócrata, Kennedy abogó por dar apoyo militar a Israel para ayudar a que se protegiese de sus vecinos árabes.
Esa idea enfureció a Sirhan.
“Para mí, él era mi héroe, era mi campeón. Él era el defensor de los oprimidos y yo sentía que era uno de ellos. Y ver que él dijera que iba a vender 50 cazas Phantom a Israel que no llevarían sino muerte y destrucción para mi país. Eso me parecía una traición. Para mí, era algo difícil de aceptar. Todas mis esperanzas estaban puestas en Robert Kennedy”, dijo Sirhan al explicar su ira en una entrevista con el periodista Robert Frost en 1989.
La última esperanza
La descripción que Sirhan hizo del precandidato demócrata coincidía con la visión que tenía de él una parte importante de la sociedad estadounidense que, tras el asesinato del líder por los derechos civiles Martin Luther King Jr. -ocurrido dos meses antes-, veía en el menor de los Kennedy a la persona capaz de mantener viva la agenda reformista.
El historiador Jeremi Suri considera que la pérdida de estas dos importantes figuras que defendían las políticas liberales significó que no quedó nadie capaz de hacer frente a las críticas procedentes de dirigentes conservadores como Richard Nixon y, luego, Ronald Reagan.
“Indudablemente, Estados Unidos sería distinto hoy si Kennedy hubiera estado vivo. No habríamos tenido un giro tan fuerte a la derecha y el partidismo político en nuestra sociedad ahora luciría distinto”, dijo Suri a la BBC.
“Él era el último político con raíces en las políticas de bienestar social influenciadas por Franklin Roosevelt que podían conectar con los votantes rurales”.
“Lo que terminó a finales de 1960 y comienzos de 1970 fue un grupo de políticas que tendían a ampliar derechos, expandir servicios gubernamentales y ayuda a los necesitados. Y el contragolpe contra esas medidas fue facilitado por la ausencia de figuras efectivas como Robert Kennedy”, agregó el experto.
Jules Witcover, un periodista que trabajó en la cobertura de la campaña de Kennedy, considera que él era una figura inspiradora que encarnaba “un deseo casi desesperado por restaurar las cosas que estaban siendo arrebatadas al país con la muerte de su hermano y la Guerra de Vietnam”.
“Antes de Robert Kennedy, nadie en la comunidad blanca había sido capaz de establecer una sintonía con la comunidad afroestadounidense“, señaló.
Obstáculos
Otros expertos, sin embargo, destacan las grandes dificultades políticas y sociales que enfrentaba la carrera política de Kennedy.
“A finales de la década de 1960, las fuerzas que se acumulaban en contra de la Gran Sociedad -que era una extensión del New Deal de la década de 1930- iban a derrotar a cualquier candidato que postularan los demócratas“, dijo a la BBC el historiador HW Brands.
“Los estadounidenses estaban desilusionados y molestos por la violencia de la década de 1960 y por el fracaso de los gobiernos demócratas de John Kennedy y Lyndon Johnson de llevar la Guerra de Vietnam a un final exitoso”, agregó.
Ben Wright, del Centro de Historia Estadounidense Dolph Briscoe, destacó la dificultad y el valor de plantearse lo que habría ocurrido en Estados Unidos si Robert Kennedy no hubiera muerto.
“La conjetura histórica es un asunto difícil lleno de incertidumbre, pero al final la historia tiene que ver con la causalidad y valoramos las causas históricas de forma diferente debido a los ‘qué habría pasado si’ implicados”, señaló.
“Sucesos como los asesinatos de Martin Luther King Jr. y el senador Kennedy importan precisamente porque intuimos tantas posibilidades significativas para la trayectoria de la historia estadounidense si las cosas hubieran resultado distintas”, concluyó.