Es la ciudad más grande del hemisferio occidental. La más antigua de América. Una de las 10 más ricas del mundo. Tiene más habitantes que la mayoría de los países de la Tierra. Aquí viven más de 20 millones de personas. Una aglomeración descomunal de sabores, sonidos y olores que mezclan la riqueza con la pobreza, la violencia y los boyantes negocios. Tercera entrega de una serie en la que Martín Caparrós toma el pulso a grandes urbes de Latinoamérica
México es la ciudad más grande del hemisferio occidental. México es la ciudad más antigua de América. México es una de las diez ciudades más ricas del mundo. México tiene más habitantes que la mayoría de los países.
En México viven unos 23 millones de personas. O quizá 25 o quizá 21. Hay pocas cosas más difíciles, en estos tiempos de todo computado, que saber cuántos habitantes tiene una ciudad. El problema no son los habitantes, es la ciudad: hay tantas versiones sobre dónde empieza y termina cada una; sus límites administrativos no suelen coincidir con sus límites reales. Pero, aún en esa confusión, no hay duda de que hay pocas más grandes.
México no es una ciudad. Es, quizá más que ninguna, lo que ahora son las ciudades desmedidas: una federación de pueblos grandes unidos por esas cosas que unen a esas federaciones. Antes era un dios, un rey, un límite geográfico; ahora es una bandera, un equipo de fútbol, una moneda, una ilusión –y siempre las variaciones de una alimentación y de un idioma. México es tan diversa, tan inabarcable. Sus barrios riquísimos, sus barrios pobres, sus barrios peligrosos; sus autopistas superpuestas intrincadas infinitas, sus calles arboladas, sus calles destrozadas, sus malls y sus mercados; sus monumentos, sus agujeros, sus rincones; su poder, su impotencia. El centro de México está construido sobre el fango de un lago; el sur, sobre la lava de un volcán; el oeste, sobre los gases de un basural gigante. En México todo cambia y nada cambia. Lo único seguro es que nada está seguro: aquí todo puede temblar, todo puede caer.
Todo es promesa, todo es amenaza.
Todo es sorpresa todo el tiempo.