Marita Lorenz, quien quedó embarazada después de un romance con Fidel Castro, pero que se negó a envenenar al dictador cubano en un plan elaborado por contrarrevolucionarios que involucraba a estadounidenses, murió el 31 de agosto en Oberhausen, Alemania. Tenía 80 años.

La causa de la muerte fue un paro cardiaco, dio a conocer su hija, Mónica Mercedes Pérez Jiménez.

Lorenz fue hija de una actriz estadounidense con la que fue internada cuando era niña en un campo de concentración y su padre comandaba una flota de submarinos alemanes. Lorenz llevó una vida llena de aventuras y tan inverosímil que separar los fragmentos de realidad de lo que pudo haber sido improbable o ilusión era, en algunas ocasiones, virtualmente imposible.

Al parecer, los romances con Castro y otro con Marcos Pérez Jiménez, el expresidente venezolano que fue padre de su hija, han sido confirmados. Sin embargo, si ella y Castro tuvieron un hijo llamado André, que creció para convertirse en pediatra en Cuba, es cuestionable.

También lo es su detallado relato de cuando manejó en noviembre de 1963 con Frank Sturgis, posteriormente condenado como uno de los “merodeadores” de Watergate, y Lee Harvey Oswald a Dallas, en donde se reunieron con E. Howard Hunt —quien posteriormente también fue un merodeador y uno de los llamados “plomeros” (o “fontaneros”) del presidente Richard Nixon— y Jack Ruby unos días antes del asesinato del que entonces era presidente estadounidense, John F. Kennedy. (Oswald mató a Kennedy el 22 de noviembre; dos días después, Ruby asesinó a Oswald).

Su relato sobre el preludio del asesinato fue reportado en The Daily News de Nueva York en 1977 y lo repitió en un testimonio ante el Comité Selecto de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos sobre Asesinatos, el cual concluyó que no era fiable.

Lorenz en 1977, cuando afirmó haber estado involucrada en un plan para asesinar al presidente estadounidense, John F. Kennedy. El Comité Selecto de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos sobre Asesinatos concluyó que su relato no era fiable.
CreditDave Pickoff/Associated Press

Aun así, fue suficiente para que Vanity Fair la describiera en 1993 como la Santa Patrona de los Amantes de las Teorías de Conspiración. También fue suficiente para inspirar numerosos libros, incluyendo Marita: One Woman’s Extraordinary Tale of Love and Espionage From Castro to Kennedy (1993), escrito por Ted Schwartz, que Kirkus Reviews describió como “las salvajes, aunque casi increíbles, aventuras de una nueva Jane Bond”. Su testimonio ante el comité fue la base para el libro Plausible Denial (1992) de Mark Lane.

Sus aventuras —incluido su involucramiento en un plan para asesinar a Castro en 1960 al colocar pastillas con veneno en sus alimentos, que ella dijo arruinó al informarle sobre el plan— también inspiraron la película para televisión Mi pequeña asesina, protagonizada por Gabrielle Anwar como Lorenz y Joe Mantegna como Castro.