EL PASO, Texas — Antes de la visita programada de Donald Trump a esta ciudad texana, con la cual busca obtener apoyo para la construcción propuesta de un muro fronterizo con México, algunos habitantes de diversas posturas políticas en El Paso tenían un mensaje para el presidente estadounidense: “No hables en nuestro nombre”.
“El presidente sencillamente está equivocado sobre el muro y equivocado sobre El Paso”, dijo Jon Barela, votante republicano y director ejecutivo de Borderplex Alliance, una organización que promueve el desarrollo económico en un área industrial transfronteriza que comprende las ciudades de El Paso, Ciudad Juárez y Las Cruces en donde habitan en conjunto 2,7 millones de personas.
Barela rechazó la aseveración de Trump, ya desacreditada por otros, de que las vallas fronterizas en El Paso redujeron los índices de delincuencia. El empresario indicó que la ciudad ha sido calificada por el FBI desde hace décadas como una de las más seguras zonas urbanas de tamaño similar, es decir, lo ha sido mucho tiempo antes de que se empezó a construir las vallas, hace una década.
“No entiendo cómo es buena idea gastar 25.000 millones de dólares para un muro que tendrá una efectividad limitada”, dijo Barela en entrevista. “México es un aliado económico y estratégico de Estados Unidos. Un esfuerzo anticuado para poner una barrera entre nosotros no va a funcionar”.
Dee Margo, el alcalde de El Paso, del Partido Republicano, criticó de manera similar la descripción que dio Trump de la ciudad en su informe de gobierno el pasado 5 de febrero. Llamó a El Paso “una de las ciudades más peligrosas de la nación” antes de que se erigiera la barrera. La representante demócrata Verónica Escobar ha exhortado a Trump a que se disculpe y se reúna con familias que buscan asilo en Estados Unidos durante su visita la noche de hoy lunes.
La tensión alrededor de la visita planeada de Trump a El Paso ha dejado al descubierto varias fracturas políticas. El Paso es un baluarte demócrata en un estado donde los republicanos por mucho tiempo han dominado la política, y también es el hogar de Beto O’Rourke, exdiputado que se volvió estrella del Partido Demócrata al desafiar al senador Ted Cruz y un fuerte contendiente contra Trump para la elección presidencial de 2020.
O’Rourke tiene programado un mitin opuesto al de Trump a kilómetro y medio del Coliseo del Condado de El Paso donde el presidente estadounidense dará su discurso.
El Paso, donde las personas latinas e hispanas suman el 80 por ciento de la población, ya era desde antes un sitio hostil hacia Trump. En la elección de 2016 solamente obtuvo el 26 por ciento de los votos en todo el condado.
Aún así, el presidente no tendrá problema con llenar los 6000 asientos del Coliseo: varios de sus simpatizantes en la ciudad siguen ansiosos de escucharlo.
“Quiero que se erija un muro por toda la frontera”, comentó Joshua Ascencio, de 21 años, centinela de caballería en el ejército estadounidense que quiere ser agente de la Patrulla Fronteriza cuando deje las Fuerzas Armadas.
Aunque muchos otros en la ciudad de migrantes se enfurecen solamente de pensar que Trump acuda ahí para promover sus medidas migratorias restrictivas.
“El presidente de Estados Unidos, desafortunadamente, no es más que un racista”, dijo Mayra Cabral, de 37 años, una mujer migrante que creció en Ciudad Juárez, del otro lado de la frontera y trabaja limpiando mesas en un restaurante de la ciudad texana; ha vivido ahí desde hace diecinueve años y está casada con un ciudadano estadounidense.
Cabral se soltó a carcajadas ante la pregunta de qué opina sobre las afirmaciones de Trump de que son los migrantes de ascendencia hispana quienes han llevado el crimen a Estados Unidos. Dijo que El Paso es tan tranquilo que incluso “es aburrido a veces”. Cabral agregó que ella y su familia no han dejado que la visita de Trump interrumpa sus planes y que por eso el pasado fin de semana organizaron una quinceañera para su hija.
“Pude hacer esa fiesta para mi hija porque hago un trabajo que mucha gente nacida en Estados Unidos no quiere hacer”, dijo Cabral. “A Trump le gusta llamarnos criminales, pero ¿qué pasa con todos los estadounidenses en el país que cometen delitos violentos? ¿Por qué no, por primera vez, habla de ellos?”.
Trump parece haberse enfocado en El Paso como sitio para transmitir su mensaje de vallas y delincuencia después de una reunión con funcionarios republicanos de Texas en enero. En dicho encuentro el fiscal general estatal Ken Paxton le comentó que la construcción de la barrera fue lo que hizo caer los índices de violencia. El Paso es, entre las ciudades de tamaño similar en Estados Unidos, de las más seguras, pero la tasa delincuencial de hecho aumentó en la ciudad poco antes y durante la construcción de las vallas cuando George W. Bush era presidente.
Paxton indicó que su afirmación respondía a una “barrera de 210 kilómetros completada en 2010”. PolitiFact, un sitio web apartidista dedicado a verificar datos e información dichos por políticos, puso en tela de duda la aseveración de Paxton sobre la reducción del crimen. El sitio recalcó en una publicación que Texas sí tiene 210 kilómetros de vallas fronterizas, pero que buena parte de la barrera ni siquiera está en El Paso.
En Texas también han aumentado las tensiones por el trato de funcionarios estatales hacia los votantes latinos; políticos republicanos como Paxton han denunciado que hay alrededor de 100.000 personas hispanas que tienen derecho al voto pese a que supuestamente no son ciudadanos estadounidenses. El Fondo México-Americano para la Educación y Defensa Legal (MALDEF por su sigla en inglés) demandó a principios de febrero a Paxton, al gobernador Greg Abbott y al secretario de Estado David Whitley acusándolos de intentar purgar a los latinos de las listas de electores después de notar su alta participación en la votación legislativa de noviembre.
En otros estados fronterizos, en tanto, ha crecido el rechazo a las declaraciones de Trump sobre vallas y seguridad. En Nuevo México y en California, por ejemplo, los gobernadores ordenaron que se retiren los agentes de la Guardia Nacional que fueron enviados por Trump a finales de 2018 con el argumento de que los migrantes que viajan en caravana representan un peligro.
Para Trump entonces es clave conseguir respaldo público a su idea de construir el muro con eventos como el de El Paso, sobre todo porque las negociaciones bipartidistas para alcanzar un acuerdo presupuestario que contemple temas de seguridad fronteriza se desmoronaron el domingo 10 de febrero. Trump en un inicio exigía 25.000 millones de dólares y ahora busca conseguir 5700 millones. Los legisladores demócratas que controlan la Cámara de Diputados proponen en cambio una cifra de entre 1300 a 2000 millones de dólares.
Si no hay pacto presupuestario para el 15 de febrero, podría haber un nuevo cierre de la administración pública.