Para los padres, uno de los aspectos más tranquilizadores del coronavirus ha sido que en su mayoría no afecta a los niños y solo les provoca síntomas leves. Sin embargo, los reportes recientes de un nuevo síndrome inflamatorio pediátrico que pone en riesgo la vida están causando preocupación en muchas familias. Los niños en Europa, el Reino Unido y ahora Estados Unidos son hospitalizados debido a esta enfermedad misteriosa que puede dañar el corazón y otros órganos de los niños, provocando que necesiten cuidados intensivos.

Según el gobernador Andrew M. Cuomo, hasta el 12 de mayo, Nueva York investigaba 102 casos de este síndrome y tres fallecimientos, y hasta ahora también se han reportado casos en otros 14 estados. Por fortuna, este síndrome nuevo sigue presentándose con muy poca frecuencia y es tratable, además de que la mayoría de los niños que lo desarrolla se recupera por completo. A continuación, presentamos lo que los padres deben saber y hacer, si les preocupa la salud de sus hijos.

Nadie tiene la certeza de si este síndrome nuevo, al que ahora se le llama síndrome inflamatorio pediátrico multisistema (PMIS, por su sigla en inglés) está relacionado con el coronavirus, pero muchos médicos creen que así es. “Yo sí creo que está relacionado con la COVID-19”, afirmó Eva Cheung, cardióloga pediatra y especialista en cuidados intensivos en el Hospital Infantil Presbiteriano Morgan Stanley de Nueva York, que hasta ahora ha tratado a más de 35 pacientes con el síndrome.

La gran mayoría de los niños que han enfermado en Nueva York dieron positivo a la prueba de infección activa por COVID-19 o han presentado anticuerpos que sugieren que estuvieron expuestos al virus en algún momento. Algunos niños han dado negativo tanto a la prueba de infección activa como la de anticuerpos, y no está claro qué significa. Es posible que estas pruebas negativas fueran imprecisas, dijo Cheung, porque muchas pruebas de anticuerpos de coronavirus son poco confiables.

No obstante, lo interesante es que la mayoría de los niños que han enfermado (incluso aquellos cuyas pruebas indicaron una exposición anterior al coronavirus) no reportaron haber padecido alguna enfermedad respiratoria recientemente. Esto sugiere que esos niños pudieron estar expuestos al coronavirus, pero no enfermaron o presentaron síntomas muy leves, señaló George Ofori-Amanfo, jefe de división de cuidados intensivos pediátricos en el Hospital Infantil Kravis Monte Sinaí.

Ofori-Amanfo sospecha que los niños que desarrollan este síndrome estuvieron expuestos al coronavirus y que, por alguna razón, su cuerpo produjo una respuesta inmunitaria exagerada (y básicamente peligrosa), muy parecida a las “tormentas de citocinas” que han provocado que algunos adultos enfermen de gravedad en las últimas etapas de la infección.

Podrían “presentar una respuesta inmunitaria anormal y agresiva a la COVID-19… y esa respuesta inmunitaria es tan agresiva que afecta el funcionamiento de otros órganos y su capacidad para mantener su presión sanguínea”, dijo Ofori-Amanfo. Entonces, esto podría ocasionar que sus cuerpos entren rápidamente en un choque progresivo y que requieran medicamentos y, en casos raros, el uso de sistemas de soporte vital para encargarse del trabajo de su corazón y sus pulmones.

Sin embargo, los médicos señalan que nadie sabe todavía con certeza qué es lo que ocurre. “Ni siquiera sabemos exactamente de qué enfermedad se trata”, aseguró Rebecca Pellett Madan, profesora adjunta de Enfermedades Infecciosas en la Escuela de Medicina Grossman de la Universidad de Nueva York.

Cuando surgió por primera vez, muchos médicos notaron que este nuevo síndrome tenía características similares a la enfermedad de Kawasaki, una condición rara que generalmente afecta a niños menores de cinco años y hace que sus vasos sanguíneos se inflamen. Pero aunque los síntomas son similares, y ambas son condiciones marcadas por una inflamación generalizada, la mayoría de los médicos no cree que este síndrome actual sea lo mismo que Kawasaki. “Pueden compartir características”, dijo Cheung, pero “realmente creo que este es otro síndrome”.

El síndrome inflamatorio pediátrico también se parece mucho al síndrome de shock tóxico, que ocurre cuando el cuerpo entra en shock porque ha sido expuesto a toxinas liberadas durante infecciones bacterianas. Pero Ofori-Amanfo dijo que ninguno de los pacientes en Monte Sinaí tenía evidencia de una infección bacteriana en su cuerpo, por lo que era probable que el síndrome inflamatorio pediátrico, de nuevo, se pareciera al síndrome de shock tóxico, pero en realidad no era lo mismo.

La buena noticia es que el nuevo síndrome inflamatorio pediátrico es fácil de detectar; sus síntomas son lo suficientemente graves como para que los padres puedan distinguirlos. Todos los pacientes presentaron una fiebre de 38 grados Celsius o más que no cedía, dijo James Schneider, especialista en cuidados intensivos pediátricos en el Centro Médico Infantil Cohen en Queens, el cual ha atendido hasta ahora a más de 40 pacientes con el síndrome. Cheung coincidió, y agregó que los niños con temperatura de 37 o 38 grados Celsius, quizá no estén en riesgo. “No es lo que hemos visto aquí. Los pacientes que hemos visto que han necesitado ser internados en un hospital presentan fiebres de moderadas a elevadas”, dijo.

La mayoría de los niños también desarrolla un dolor abdominal grave que empeora progresivamente con el tiempo. No es el dolor de estómago común en los niños, sino un dolor intenso que con frecuencia está acompañado de vómito y diarrea y es “lo suficientemente grave como para preocupar al padre”, señaló Ofori-Amanfo. Para algunos niños, el dolor ha sido tan intenso que los padres y los médicos asumieron que el niño padecía apendicitis y necesitaba cirugía, afirmó Nadine Choueiter, cardióloga pediatra del Hospital Infantil de Montefiore en el Bronx.

Muchos niños que padecen el síndrome (aunque no todos) también desarrollan urticaria. La urticaria es roja y aparece con frecuencia en manos, antebrazos y pecho, dijo Ofori-Amanfo, aunque puede presentarse en cualquier lado. Por lo general se torna de color blanco cuando ejerces presión sobre ella y retoma su color rojo cuando te detienes. También suele cubrir una zona amplia como, por ejemplo, todo el rostro del niño, o una parte importante de sus brazos o piernas. “No es como una manchita de sarpullido. Es bastante dispersa”, dijo Cheung.

Los niños que presentan el síndrome en ocasiones también tienen los ojos rojos, labios agrietados, llagas en la lengua, y pies y manos inflamados; además, podrían quejarse de dolor muscular y no tener ganas de caminar. No obstante, según los médicos, estos síntomas no son tan comunes como la fiebre y el dolor abdominal, y algunos de estos podrían ser intermitentes. “En ocasiones, los síntomas de la piel y los ojos presentan altibajos hasta el punto de que un médico podría entrar en la sala y afirmar que vio una urticaria, mientras que otro médico podría entrar tres horas después y notar que la urticaria es completamente diferente”, dijo Choueiter.

“Todos nuestros pacientes han sido pacientes previamente sanos, sin enfermedades subyacentes”, dijo Ofori-Amanfo. Algunos de los niños que desarrollaron el síndrome incluso tenían varios hermanos que se mantuvieron perfectamente saludables.

Los médicos también están viendo el síndrome en ambos sexos, pero “lo estamos viendo un poco más en niños que en niñas, como 60 por ciento de niños y 40 por ciento de niñas”, dijo Choueiter. El rango de edad también es amplio; el Hospital Infantil de Montefiore ha visto el síndrome en niños desde los cinco meses hasta en jóvenes de 20 años. No se ha observado en adultos.