El Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales de Brasil (Inpe) dijo esta semana que había detectado 39.601 incendios este año en la Amazonía, la selva tropical más grande del mundo. Alrededor del 60 por ciento de la Amazonía se encuentra ubicada en Brasil.

También hay fuegos ardiendo en Brasil fuera de la Amazonía. En todo Brasil, el instituto de investigación dijo que hasta el momento había detectado más de 75.000 incendios esta año, la cifra más alta desde que comenzó a llevar los registros en 2013.

Los incendios naturales en la Amazonía son poco comunes, y la mayoría de estos fueron comenzados por granjeros que preparaban tierra de labranza cercana a la Amazonía para los cultivos y la pastura del próximo año.

Gran parte de la tierra que arde no era parte de los árboles más antiguos de la selva tropical, sino tierra donde ya se habían cortado los árboles y que ya había sido preparada para el uso agrícola.

Image

Una imagen satelital de la semana pasada muestra los incendios en los estados brasileños de Amazonas, arriba a la izquierda; Pará, arriba a la derecha; Mato Grosso, abajo a la derecha, y Rondônia, abajo a la izquierda, la semana pasada.
CreditNASA

Las cifras del Inpe representan un incremento del 79 por ciento en incendios en comparación con el mismo periodo en 2018. Sin embargo, no son poco comunes para los últimos años: de acuerdo con un gerente de Global Forest Watch, el número de incendios en la Amazonía este año es comparable con la cantidad que hubo en 2016.

La deforestación más extendida siempre es motivo de preocupación. El año pasado, el mundo perdió 12 millones de hectáreas de dosel arbóreo, incluidas 3,6 millones de hectáreas de selva tropical primaria, de acuerdo con datos de la Universidad de Maryland.

La destrucción de la Amazonía en Brasil se ha incrementado rápidamente desde que el nuevo presidente brasileño, Jair Bolsonaro, de extrema derecha, asumió el cargo y su gobierno redujo los esfuerzos para combatir la tala, la ganadería y la minería ilegales.

Durante su campaña el año pasado, Bolsonaro declaró que las vastas tierras protegidas de Brasil eran un obstáculo para el crecimiento económico y prometió abrirlas a la explotación comercial.

A menos de un año de comenzado su periodo, eso ya está ocurriendo.

El área de la Amazonía que corresponde a Brasil perdió casi 3000 kilómetros cuadrados de dosel arbóreo en la primera mitad de 2019, un incremento del 39 por ciento en comparación con el mismo periodo del año pasado, de acuerdo con la agencia gubernamental que lleva el registro de la deforestación.

La Amazonía a menudo es llamada el Pulmón del Mundo, debido a que su vasta selva libera oxígeno y almacena dióxido de carbono, un gas que atrapa el calor y que es una de las principales causas del calentamiento global. Si se pierde demasiada selva tropical y no puede ser restaurada, el área se convertirá en una sabana, que no almacena tanto carbono y significaría una reducción en la “capacidad pulmonar” del planeta.