Las interrupciones de la cadena de suministro, el aumento de los costos, la escasez… todas estas realidades cotidianas podrían estar relacionadas con un proceso conocido como “desglobalización”.
Los expertos describen tres tipos de globalización: económica, social y política. La globalización económica es la integración de la economía mundial, pero los beneficios de la globalización económica no se han repartido por igual.
“Tanto a nivel internacional como en las sociedades industrializadas, la desigualdad ha aumentado”, confirma Andreas Wirsching, profesor de historia de la Universidad de Múnich. La globalización económica ha dado lugar a “muchos ganadores, pero también a muchos perdedores, eso es innegable”, afirma.
Entre las desventajas de la globalización se encuentran también las consecuencias sociales y ecológicas, señala Cora Jungbluth, economista y experta de la Fundación Bertelsmann.
Los trabajadores de los países de renta alta han visto cómo los puestos de trabajo se trasladaban a países de menor coste, mientras que “las empresas multinacionales han externalizado más etapas de la producción no limpia a los países en desarrollo o emergentes, aumentando así a los problemas medioambientales en estos”.
La globalización, en retroceso desde la Gran Recesión
Así como la globalización refleja un proceso de creciente interdependencia económica, la desglobalización marca un retroceso de la integración económica mundial. Y hay indicios de que esto ya está ocurriendo desde hace algún tiempo. Una medida clave de la globalización -la proporción del comercio en el PIB mundial- alcanzó su punto máximo en 2008, al comienzo de la Gran Recesión.
“La relación entre las exportaciones y el PIB en todo el mundo aumentó de forma bastante significativa en las décadas de 1990 y 2000. Pero, desde la crisis financiera de 2008 y 2009, esas medidas se han mantenido planas o han bajado”, explica Douglas Irwin, profesor de economía del Dartmouth College de Estados Unidos.
Irwin y otros expertos también señalan que esto se ha relacionado con el populismo y las políticas económicas proteccionistas. Pero hay otros factores importantes que frenan la globalización.
Muchos negocios en Alemania, y en casi todo el mundo, quebraron por los cierres durante la pandemia, como esta filial de una cadena de perfumens en Essen, Alemania.
El efecto de la pandemia
“La crisis del coronavirus causó interrupciones de la cadena de suministro que provocaron un cambio fundamental en el diseño de esas cadenas”, explica Megan Greene, economista y profesora de la Harvard Kennedy School.
“La pandemia cambió la tendencia a fabricar ‘justo para el momento’, en dirección a la mantención de mercadería en depósitos”, agrega Greene, quien describe este nuevo sistema de contingencia como “cadena de suministro global más planes de respaldo”, para que las empresas no se queden estacandas cuando se produzcan interrupciones en la cadena de suministro global.
Dentro de este modelo de “cadena de suministro plus”, Jungbluth añade que los países y las empresas se han planteado acortar las cadenas de suministro: “Tal vez llevarlas a casa, mantener la producción de insumos y tecnologías clave más cerca de sus centros de producción”.
Y ahora, la guerra de Rusia en Ucrania
Los consumidores han sentido los impactos de la invasión rusa de Ucrania, junto con las posteriores sanciones, sobre todo en los sectores de la energía y los productos agrícolas.
“Europa necesita el gas y el petróleo de Rusia, y el mundo entero necesita productos agrícolas de Rusia y Ucrania”, advierte el economista Thiess Petersen. Rusia y Ucrania son exportadores mundiales muy importantes de trigo y aceite de girasol.
“Hemos visto que los precios de las materias primas han subido bastante como consecuencia de la guerra: los precios del trigo y del petróleo, al menos inicialmente”, dice Irwin. Eso hace que suban los precios para los consumidores, lo que a su vez alimenta la inflación.
Por otro lado, las sanciones contra Rusia están aislando a esta gran economía del resto del mundo. Los economistas ven aquí no sólo una desintegración de los mercados interconectados, sino también un descalabro del progreso que la globalización había traído consigo.
La escasez y los altos precios de los alimentos básicos, resultado de la invasión rusa de Ucrania, se dejarán sentir no sólo en los países de renta alta, sino también en los países en desarrollo y emergentes. Para los países altamente dependientes de esas importaciones de harina y aceite baratos, esto “puede incluso llevar a la hambruna”, añade Jungbluth.
¿Anticíclico? China avanza en su Ruta de la Seda, una especie de “globalización propia”
¿Fin de la era de la globalización?
Petersen concluye que “quizá estemos ahora en el comienzo de una especie de desglobalización”. La economista Greene, por su parte, señala que no existe un índice para medir la globalización. Y desafía una narrativa prevaleciente, promovida cuando comenzó la pandemia, sobre el aumento de la deslocalización cercana y la regionalización de las cadenas de suministro globales. Esto no está respaldado por varios de los indicadores de la globalización, explica.
“En la última encuesta realizada por la Cámara de Comercio de Shanghai, cero empresas estadounidenses dijeron que iban a realizar operaciones onshore, es decir, salir de China y volver a Estados Unidos”, señala Greene.
Añade que, aunque las inversiones a largo plazo en China han continuado a buen ritmo, las inversiones a corto plazo invirtieron su curso una vez que Rusia invadió Ucrania, como indicador de un posible giro.
Pero Greene admite incluso que “el punto cúspide de la globalización ha quedado muy atrás; yo diría que estamos viendo cómo la globalización avanza mucho más lentamente que antes, pero aún no estamos en el territorio de la desglobalización”.
Nuevas estrategias, nuevos bloques
Las sanciones occidentales contra Rusia y la fuga de capitales de China apuntan a una tendencia generalizada, cree Jungbluth. “En los últimos años, los países han tratado de reducir las llamadas ‘dependencias críticas’, lo que también puede conducir a la desglobalización”.
Irwin establece un paralelismo con la época de la Guerra Fría, cuando “ciertos países que estaban alineados políticamente también se alinearon más económicamente, y no se integraron tanto con otros”.
Jungbluth, Petersen y otros economistas creen que el mundo se dirige actualmente hacia dos bloques económicos geopolíticos distintos: uno formado por países democráticos de economía de mercado (Estados Unidos, la Unión Europea, Japón, Corea del Sur, Oceanía, América del Norte y América Latina), y otro bloque de Estados autocráticos, como China, Rusia y sus socios comerciales más importantes.
(jov/cp)