Mauricio Macri ofrece lo mismo un día tras otro: sangre, sudor y lágrimas. “Tienen que aguantar, yo estoy convencido de lo que hago”, dijo el 1 de marzo ante la Asamblea Legislativa. Y el sufrimiento aumenta. Durante el segundo semestre de 2018, el 32% de la población urbana argentina quedó bajo el umbral de la pobreza. Fue un aumento de casi cinco puntos respecto al primer semestre y de más de seis puntos si se compara con el 25,7% de 2017. El 32% actual supuso volver al mismo nivel que Macri dijo haber heredado de Cristina Fernández de Kirchner. Con la continua devaluación del peso convertida en obsesión nacional y con una inflación que no afloja, al presidente no le queda otra opción que insistir en que los sacrificios valen la pena. Según él, por primera vez se establecen las bases para un futuro crecimiento sólido.