En el primer estudio de esta clase que realiza la NASA, los científicos de la agencia hallaron que no sólo las temperaturas altas, la pérdida de hielo en los glaciares y los huracanes son señales del cambio climático y la acción humana sobre la Tierra. Al examinar observaciones satelitales en combinación con datos sobre la incidencia humana en el agua dulce, hay alteraciones importantes en 34 regiones del mundo, con 19 puntos donde la disminución ha sido drástica entre 2002 y 2016.
“Estamos asistiendo a un cambio hidrológico mayúsculo“, dijo a The Guardian el experto Jay Famiglietti, autor principal del estudio que se publicó en Nature. La escasez de agua se presenta como un desafío ambiental clave del siglo XXI, advirtieron los científicos, que hallaron franjas de reducción del agua dulce disponible entre los trópicos y las latitudes altas que no son atribuibles a las variaciones naturales.
La observación de 14 años se tomó de las imágenes que se hicieron en la misión satelital llamada Experimento de Clima y Recuperación Gravitatoria (Grace) en el mundo entero. “Son coherentes con los modelos de predicción climáticos”, dice el estudio. “Esta evaluación, basada en observaciones sobre cómo el paisaje de agua del mundo responde al impacto humano y las variaciones del clima, constituye un mapa para evaluar y predecir las amenazas emergentes”.
Que son son sólo el agua en sí misma para el consumo directo humano: también a la seguridad alimentaria de los habitantes del planeta, ya que el agua es un factor capital en la agricultura y la cría de animales.
En el norte y el este de la India, en Medio Oriente, en California —que ha sufrido grandes sequías, y poderosos incendios forestales— y en Australia se encuentran algunos de los puntos donde la falta de agua dulce ya causa problemas y tiende a empeorar.
El estudio reveló también algunos lugares de los que no se tenían referencias anteriores o no se conocían bien: en la provincia de Xinjian, en el noroeste de China, se produjeron reducciones dramáticas, a pesar de que hubo cantidades normales de lluvia, debido al uso excesivo de la napas subterráneas para la industria y el riego.
Algo similar se observó en el Mar Caspio, cuyos bordes se han reducido tanto que hacen temer que tenga un destino de agotamiento como el Mar Aral. Antes se creía que el cambio se debía a una variabilidad natural; sin embargo, el nuevo análisis demuestra que el daño mayor se debe a la extracción de agua de los ríos que lo nutren, también para la producción industrial y agrícola.
“Por primera vez vemos un patrón muy distintivo, en las altas latitudes y en los trópicos, donde los humedales del mundo se vuelven más húmedos y las zonas secas, más áridas“, agregó Famiglietti, quien trabaja en el Laboratorio de Propulsión Jet de la NASA, y difundió el problema en un tuit. “Y en las áreas secas vemos numerosos focos que revelan el agotamiento de las aguas subterráneas”.
Aunque hay “una clara huella humana”, según el estudio, en la afectación del ciclo del agua, los investigadores creen que resta establecer si es más grave el consumo insostenible de las napas bajo la superficie o el cambio climático.
En todo caso, dijo Jonathan Farr, analista de políticas de la fundación WaterAid, “este informe es una advertencia y una proyección de una amenaza futura”. Agregó en The Guardian: “Debemos asegurar que la inversión en el agua mantenga el ritmo de la industrialización y la agricultura”. Los gobiernos, opinó, deberían realizarlo, a un costo estimado de entre USD 30.000 millones y USD 100.000 millones por año.
La buena noticia, agregó, es que por ahora existen soluciones disponibles. Recordó que el agua es un factor central para la vida no sólo biológica: “Hemos resuelto el problema del acceso a las fuentes de agua desde que comenzó la civilización“.