Hagamos una prueba. Prueba pronunciar la siguiente frase:
“Yo ya no hallo el modo de llamar a mi yerno gallego”.
Es muy posible que hayas pronunciado de manera idéntica la letra LL (elle o doble ele) y la Y (i griega o ye). No te culpes: la mayoría de los hispanohablantes así lo hacen.
Sin embargo, originalmente y en teoría ambas letras tienen sonidos diferentes.
“La LL se pronuncia como un fonema palatal lateral: la lengua se coloca en el paladar obstruyendo parcialmente la salida del aire en la pronunciación; de esta manera, cuando hablamos, el aire sale por los laterales de la lengua”, explica la lingüista Blanca Garrido Martín, profesora ayudante y doctora del Departamento de Lengua Española de la Literatura de la Universidad de Sevilla.
La LL, para entendernos, se pronunciaría de manera similar a “li”. Originalmente, el modo correcto de articular la palabra “llegar” sería hacerlo de un modo muy parecido a “liegar”. “Calle” sonaría casi como “calie”.
¿Y la ‘Y’?
La ‘Y’ se pronunciaría de manera muy parecida, pues también es un fonema palatal. “La diferencia es que el aire, en vez de salir por los laterales, lo hace por la zona central de la lengua”, subraya Blanca Garrido.
No cabe duda que la ‘Y’ en su sonido original es más fácil de pronunciar que la ‘LL’. Resultado: mucha gente pronuncia la “LL” como si fuera “Y”, simplemente porque es más sencillo.
A eso, a pronunciar la “LL” como “Y” se le llama yeísmo y es muy común. El yeísmo está muchísimo más extendido que el lleísmo (pronunciar la “Y” como “LL”) o que distinguir entre ambas.
Origen
Los expertos consideran que el yeísmo pudo comenzar de manera esporádica ya en la Edad Media.
Pero es a partir del siglo XVI cuando los ejemplos son más claros y abundantes.
“Que sea un fenómeno generalizado no sólo en España, sino también en Hispanoamérica, es una pista para localizar su origen a finales de la Edad Media y, sobre todo, en los albores del español clásico”, considera Blanca Garrido.
Es bastante lógico que ambas letras comenzaran a pronunciarse como “Y”. Al fin y al cabo, tienen sonidos muy parecidos, hasta el punto de que podría decirse que en un momento dado deja de ser rentable la oposición entre ambos fonemas para distinguir palabras.
Es verdad que no diferenciar fonéticamente entre la “Y” y la “LL” puede producir en algunos casos confusión, pues supone pronunciar de manera idéntica palabras con significados distintos. Sería por ejemplo el caso de “vaya”, “valla” y “baya”. Pero esa confusión suele resolverse sin problemas por el contexto de la frase.
La resistencia
Sin embargo, aún hay algunos que resisten. Existen hispanohablantes que siguen distinguiendo entre la pronunciación de la “Y” y la de la “LL”.
“En España, sobre todo en zonas rurales, especialmente en la mitad norte. Y en América en la cordillera oriental de los Andes colombianos; las provincias de Loja, Azuay y Cañar en el Ecuador; casi todo Perú; Bolivia (menos Tarija); Paraguay; norte y sur de Chile; Corrientes, Misiones y la Rioja en Argentina”, asegura la profesora Garrido.
Pero, si la “Y” es mucho más fácil de pronunciar que la “LL”. ¿Por qué en esas zonas no ha calado el yeísmo?
“Realmente, no siempre podemos encontrar una causa para determinar por qué los fenómenos se difunden como lo hacen. Sí podemos decir que la distinción entre ambos sonidos es más antigua que la simplificación o yeísmo y que, en un principio, lo esperable sería que la pronunciación más conservadora o antigua se mantuviera entre los hablantes de estratos socioculturales más elevados”, afirma Garrido.
“No obstante, se registran puntos de distinción entre hablantes que no pertenecen a esos estratos, como son las personas mayores de zonas rurales peninsulares, lo que hace pensar a los expertos que se trate de un fenómeno de origen urbano”, señala.
La ventaja de la “Y”
A estas alturas, y visto el enorme número de yeístas y como la cifra no deja de aumentar, algunos especialistas pronostican que la “LL” acabará perdiendo para siempre su sonido original.
“Lo del yeísmo parece irreversible”, sentencia la lingüista Lola Pons en su libro “El árbol de la Lengua”, en el que dedica todo un capítulo a la ‘LL’ y a la ‘Y’.
“Desde luego, la expansión del yeísmo es rápida, progresiva. Aunque en lingüística no podemos hacer afirmaciones rotundas ni predicciones cien por cien seguras, sí podemos decir que la pronunciación palatal lateral (la de la ‘LL’) está en claro retroceso”, afirma esta profesora de la Universidad de Sevilla.
“Pero otra cosa es si la pronunciación central será la única o si, a su vez, competirá en ciertas zonas con otras pronunciaciones, como en el caso del yeísmo rehilado (pronunciación típica de Argentina o Uruguay)”. Se refiere a esa pronunciación de la “Y” y la “LL” como “sh”, algo característico de argentinos y ‘uruguashos’…
“Claro que como decíamos, no todo es yeísmo. También hay hispanohablantes que son lleístas, es decir, que pronuncian la “Y” como si fuera “LL”.
“Sin embargo, se trata de un fenómeno muy, muy raro porque, como ya hemos dicho, pronunciar la “LL” resulta bastante más complicado que articular la “Y”. “El lleísmo es realmente minoritario en la lengua española, aunque se han registrado casos en España, en concreto en Toledo y Extremadura”.
Y tú: ¿ya sabes si eres yeísta o si estás entre los lleístas?