En un intercambio de correos, la directora artística del museo Solomon R. Guggenheim en Nueva York habría rechazado una solicitud de la Casa Blanca para conseguir como préstamo una obra de Vincent van Gogh y habría ofrecido en cambio un retrete de oro, aunque los funcionarios del museo se mantuvieron callados cuando fueron cuestionados al respecto.
La serie de correos entre Nancy Spector, la curadora jefa del Guggenheim desde febrero del año pasado, y Donna Hayashi Smith de la oficina de curaduría de la Casa Blanca fue reportado originalmente por The Washington Post. El intercambio se habría dado en septiembre; cuando Spector supuestamente rechazó prestarle Paisaje con nieve de Van Gogh a la Casa Blanca para la decoración del área de la Casa Blanca donde habitan Melania y Donald Trump.
Como alternativa, según reportó el Post, Spector ofreció lo que llaman una “escultura participativa”: un inodoro de oro de 18 quilates que sirve –más de 100.000 personas lo han utilizado en el Guggenheim– que lleva el título America (Estados Unidos).
Al escultor Maurizio Cattelan, según el correo, “le gustaría ofrecérselo a la Casa Blanca como un préstamo a largo plazo”
Ante solicitudes a Sarah Eaton, portavoz del museo, para confirmar el intercambio, se remitió a decir: “No tengo nada más que agregar”.
No fue posible contactar a Spector, Cattelan o a Richard Armstrong, el director del museo. No queda claro si Spector podría recibir alguna sanción por sus comentarios.
Aunque la mayoría de las esculturas y objetos históricos a la vista en la Casa Blanca son parte de una colección artística permanente, cuando llega una nueva familia a habitarla, la oficina de curaduría puede seleccionar qué mostrar en las zonas públicas y privadas de la residencia presidencial.
En una publicación en un blog del Guggenheim del año pasado, Spector se refirió a la escultura America como “a la vez humorística y mordaz en cuanto a su crítica de nuestras realidades presentes”.
Escribió también: “La previsión de Cattelan respecto al Estados Unidos de Trump será, quizá, la impresión más permanente del tiempo que la escultura pasó en el Guggenheim”.