Las prendas de los profesionales de la salud, incluyendo esa aparentemente limpia bata blanca que muchos gustan usar, pueden albergar bacterias y agentes patógenos peligrosos.
En un repaso sistemático de varios estudios, se descubrió que a menudo las batas blancas están contaminadas con cepas de bacterias nocivas y en ocasiones resistentes a los medicamentos, relacionadas con infecciones que se contraen en los hospitales. El 16 por ciento de las batas blancas dieron positivo para el SARM; el 42 por ciento para las bacterias de la clase gramnegativas.
Estos dos tipos de bacterias provocan problemas serios, que incluyen infecciones de la piel y del torrente sanguíneo, septicemia y neumonía.
No solo las batas blancas pueden ocasionar problemas: en la revisión también se descubrió que los estetoscopios, los teléfonos y las tabletas pueden estar contaminados con bacterias nocivas. En un estudio con especialistas en cirugía ortopédica, se demostró una coincidencia del 45 por ciento entre el tipo de bacterias encontrado en sus corbatas y las heridas de los pacientes a los que habían atendido. También se ha descubierto que los uniformes de enfermeros y enfermeras suelen estar contaminados.
Entre los remedios posibles están las telas antimicrobianas; un estudio aleatorio mostró que pueden ayudar a reducir la presencia de ciertos tipos de bacterias. El lavado diario de las prendas de los profesionales de la salud puede ayudar, pese a que los estudios demuestran que las bacterias pueden contaminar las batas y uniformes en cuestión de horas.
Asimismo, se han hecho pruebas sobre si usar batas blancas de manga corta o larga resultan en alguna diferencia en cuanto a la transmisión de los agentes patógenos. En un ensayo controlado aleatorizado, cuyos resultados fueron publicados en 2018, se encontró que con las mangas cortas había tasas más bajas en la transmisión de material genético viral. Tal vez sea más sencillo mantener limpias las manos y las muñecas cuando no están en contacto con mangas, las cuales pueden rozar fácilmente con otros objetos contaminados. En Estados Unidos, la Society for Healthcare Epidemiology of America ya sugiere a los especialistas clínicos que consideren estar “sin tela a partir de los codos”.
Así, al usar desinfectantes para las manos a base de alcohol —con frecuencia más eficaces y prácticos que el agua y el jabón—, se hace mucho más fácil mantener limpias las manos sin que haya ropa estorbando.
Sin embargo, en muchos centros de salud la instalación de los dosificadores de desinfectante para manos a base de alcohol no es tan práctica como podría ser, por lo que su empleo es reducido. La razón es que a inicios del siglo los jefes de bomberos de Estados Unidos empezaron a solicitar a los hospitales que quitaran o reubicaran los dosificadores, porque esos desinfectantes contienen un nivel de al menos 60 por ciento de alcohol; es decir, son inflamables. Aunque la Organización Mundial de la Salud califica como “muy bajo” el riesgo de incendio de los desinfectantes para manos.
Estos son ubicados principalmente en los vestíbulos y pasillos, a pesar de que su empleo sería más eficaz cerca de donde se encuentran la mayoría de los pacientes (para usarlo, por ejemplo, inmediatamente antes o justo después de atender a alguno de ellos).
Un equipo de investigadores quiso ser creativo y probó con colocar dosificadores arriba de las camas de los pacientes, con lo cual quedaban totalmente a la vista cuando los especialistas clínicos atendían a los pacientes. ¿Cuál fue el resultado? Se utilizó 50 por ciento más desinfectante para manos.
Hace diez años, de acuerdo con un artículo de The New York Times, la Asociación Médica Estadounidense estaba estudiando la propuesta de que “los médicos colgaran las batas”, preocupada por la transmisión de bacterias. Tal vez un motivo por el que esa propuesta no ha tenido éxito desde entonces queda explícito por lo dicho por un médico citado en ese artículo: “La bata es parte de lo que me caracteriza; no podría arreglármelas sin ella”.
Es un símbolo poderoso. Pero quizá la tradición de portarlo no tenga que eliminarse, solo modificarse. Una combinación de batas blancas que no pasen de los codos y que se laven con mayor frecuencia, con desinfectantes para manos mejor situados y dosificadores de desinfectante portátiles podría ayudar a reducir la propagación de bacterias nocivas.
Hasta que no se echen a andar totalmente estas ideas u otras, lo que todos podríamos hacer es pedirles a nuestros médicos que se desinfecten las manos antes de tocarnos (incluso antes de que nos den la mano).