En septiembre Japón pidió a la CBI, el organismo que regula la caza y el comercio de ballenas a nivel mundial, que autorice la pesca en zonas en las que no hay peligro de extinción, pero la solicitud fue denegada.
Japón debe aprobar hasta el 1 de enero de 2019 su salida de la organización y su retiro se haría efectivo el 30 de junio de 2019.
Después de esa fecha el país asiático no podrá cazar ballenas en la Antártida como lo viene haciendo hasta la fecha con fines científicos.
La caza de ballenas es frecuentemente criticada por los defensores de los animales.
Debido a la caza incontrolada, la población global de ballenas disminuyó drásticamente en 1960.
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En 1986, la CBI impuso una moratoria que prohíbe la caza de cetáceos con fines comerciales pero lo permite para realizar estudios científicos.
Japón continuó la captura alegando fines científicos hasta que en 2014 la Corte Internacional de Justicia (CIJ) desmanteló el argumento y ordenó a las autoridades japonesas poner fin a la actividad.
La caza se detuvo pero se reinició al año siguiente bajo el amparo de un nuevo programa científico japonés.
Aunque oficialmente las ballenas en Japón se capturan con fines científicos, su carne se comercializa a menudo en tiendas y restaurantes.