Washington (AFP).- Al menos 11 soldados estadounidenses resultaron heridos en el ataque iraní contra la base militar Al Asad, en Irak. Así lo informó, hoy, la Marina de Estados Unidos al referirse al bombardeo del 8 de enero, aunque el Ejército y el presidente Donald Trump habían hablado previamente la inexistencia de víctimas.
“Si bien ningún miembro del servicio estadounidense murió en el ataque iraní del 8 de enero a la base aérea de Al Asad, varios fueron tratados por síntomas de conmoción cerebral debido a la explosión y todavía están siendo evaluados”, dijo en un comunicado el portavoz del Comando Central de la Marina, Bill Urban.
Durante el ataque, la mayoría de los 1500 soldados estadounidenses se habían escondido en búnkers por la advertencia de superiores, e incluso el Ejército estadounidense había informado que el ataque causó daños materiales significativos pero ninguna víctima.
También Trump, en la mañana siguiente a los hechos, aseguró que “ningún estadounidense resultó herido”.
Sin embargo, Urban afirmó que “en los días posteriores al ataque, por precaución, algunos miembros del servicio fueron trasladados desde la base aérea de Al Asad”, especificando que ocho soldados habían sido enviados al Centro Médico Regional Landstuhl en Alemania y tres al Campamento Arifjan, en Kuwait, para exámenes.
Además de la extensa base aérea de Aín al Asad, en el oeste de Irak, los misiles de Irán también se dirigieron a una base en Arbil, que albergaba a tropas estadounidenses y extranjeras desplegadas como parte de una coalición liderada por Washington que lucha contra remanentes del grupo yihadista Estado Islámico.
En tanto Urban, se refirió al futuro de los soldados que fueron examinados y al respecto señaló: “Cuando se consideren aptos para el servicio, se espera que los miembros del servicio regresen a Irak”.