Los incendios en la Amazonía han cobrado desde hace días una dimensión internacional.
Los líderes del G7 (Estados Unidos, Francia, Alemania, Japón, Canadá, Reino Unido e Italia) reunidos en Francia acordaron el lunes crear un fondo de US$22 millones para ayudar a combatir las llamas, una iniciativa que fue rechazada en principio por el gobierno de Brasil, que les recomendó utilizar este dinero para “reforestar Europa”.
Pero mientras continúa el forcejeo entre los políticos y el intercambio de insultos velados, y las llamas siguen avanzando sobre la Amazonía brasileña y boliviana, otros incendios -y de mayores proporciones- están ocurriendo en otra parte del mundo.
Imágenes satelitales publicadas por la NASA la semana pasada muestran un número más elevado de incendios en Angola y República Democrática del Congo(RDC).
Diversos titulares acompañados por mapas han comenzado a aparecer en medios internacionales para dar relevancia a estos fuegos ignorados.
Un artículo publicado por Bloomberg apunta a que, en tan solo dos días, se produjeron en Angola aproximadamente tres veces más incendios forestales que en Brasil.
Los datos satelitales de Weather Source tomados en un lapso de 48 horas muestran 6.902 incendios en dicho país, 3.395 en la RDC, mientras que 2.127 en Brasil en 48 horas.
¿Pero cuán válida es esta comparación? ¿Son estos incendios, como parecen mostrar “los hechos”, tan o más peligrosos para el planeta como los que afectan a la selva amazónica?
Usuales versus inusuales
Los expertos no desestiman la importancia de esta región para el clima: la Cuenca del Congo es la mayor de África, y la segunda mayor del mundo después de la del Amazonas.
Tal es así que esta selva de 3,3 millones de kilómetros cuadrados -que incluye territorios en RDC, República del Congo, Gabón, Camerún y África Central- es considerada como el “segundo pulmón” de la Tierra.
Al igual que la Amazonía, los bosques de la Cuenca del Congo son un santuario de biodiversidad y constituyen una herramienta esencial en la lucha contra el cambio climático por las cantidades significativas de CO2 que absorben.
Sin embargo, según explican expertos, los incendios en una y otra región no son equiparables.
“No creo que se trate de una comparación válida”, le dice a BBC Mundo Denis McClean, portavoz de la Agencia de Naciones Unidas para la prevención de desastres (UNISDR).
“Para empezar, no se puede decir con precisión a partir de las imágenes satelitales cuál es la naturaleza de esos fuegos o cuán grandes o pequeños son”.
Más importante aún es que esos fuegos no son inusuales en esta época del año en África, añade.
Es común ver esta cantidad de focos de fuego “en grandes áreas, porque son un método de agricultura tradicional para muchas comunidades campesinas de bajos ingresos”.
McClean hace referencia al método conocido como tala y quema que los campesinos en África emplean desde hace siglos para renovar las tierras de cultivo.
“Es como si uno mirase las imágenes satelitales de Irlanda en verano”, dice McClean, de origen irlandés.
“Nosotros hacemos muchas fogatas en esa época, y si lo ves desde el espacio, te preguntarías qué está pasando, cuando en realidad son fuegos iniciados deliberadamente y controlados por humanos, no incendios forestales”.
Por otro lado, mientras que los incendios en la Amazonía, iniciados probablemente también de forma deliberada, parecen estar fuera de control, este no es el caso de África.
“Yo no he visto ninguna evidencia de que estén fuera de control. No hay nada que parezca inusual en torno a los incendios en este momento”, señala McClean, quien quiere dejar en claro los riesgos para la salud de los incendios forestales, que generan cerca de 300.000 muertes prematuras por año en todo el mundo.
En opinión de Alex Orenstein, científico de datos y geógrafo basado actualmente en Senegal, quien ha trabajado con distintas ONG y agencias de la ONU, se trata también de dos situaciones muy distintas.
Además de que parecen haberse iniciado de formas diferentes, las imágenes de África muestran que muchos incendios no están localizados en la selva “sino en zonas de pastizales”, algo que, como explicó anteriormente McClean, es usual en esta época del año.
Y el “impacto de la deforestación” no es igual en ambos terrenos, en “términos de la cantidad de oxígeno que liberan y el carbono que secuestran”, agrega el científico.