A poco más de dos meses para que se cumpla el 17º aniversario del día que Osama bin Laden cambió la historia mundial con el brutal atentado contra las Torres Gemelas, su madre decidió hablar por primera vez.
En realidad, la decisión no fue sólo de ella. El gobierno saudita, que está en una etapa de reformas desde el ascenso a los primeros planos del joven príncipe Mohammed bin Salman, autorizó a The Guardian a entrevistarla en la mansión en la que vive con su esposo y con algunos de los hermanos de Bin Laden, en la ciudad de Jeddah.
Alia Ghanem ronda los 75 años y su salud es oscilante. Pero su memoria está intacta y recuerda perfectamente cómo fue la infancia de su primogénito, de quien tiene una foto exhibida en el centro de la sala, casi como si fuera un altar.
“Era un muy buen chico y me quería mucho”, dijo Ghanem. A pesar del protagonismo que adquiriría más tarde como líder de la organización Al Qaeda, la mujer aseguró que era tímido y retraído.
Empezó a abrirse y a soltarse cuando pasó los 20 años. El vuelco definitivo se produjo luego de su ingreso a la carrera de Economía en la Universidad Rey Abdulaziz, en Jeddah.
“Era muy bueno, hasta que conoció algunas personas que le lavaron el cerebro. Puede decirse que era un culto“, sostuvo. “La gente de la universidad lo cambió. Se volvió un hombre diferente”.
La figura clave en esa etapa de su vida fue Abdullah Azzam, miembro de la Hermandad Musulmana. Pronto se convirtió en un guía espiritual.
Bin Laden entró en acción a principios de los 80, cuando viajó a Afganistán para combatir la ocupación soviética. “Todos los que lo conocieron en esos días lo respetaban. En ese momento estábamos muy orgullosos de él. Hasta el gobierno saudita lo trataba de manera muy noble. Después se transformaría en Osama el yihadista”, contó Hassan, uno de sus hermanos, que compartió la conversación con el periódico británico.
“Nunca se me cruzó por la mente”, respondió Ghanem cuando le preguntaron si imaginaba que podía terminar siendo un terrorista. “Estábamos extremadamente molestos (cuando nos enteramos). Nunca quise que pasara nada de esto. ¿Por qué desperdiciaría su vida de esa manera?”, se preguntó.
La última vez que lo vio fue en 1999, en su refugio ubicado en las afueras de Kandahar, en Afganistán. “Era un lugar cercano al aeropuerto que le habían sacado a los rusos. Él estaba feliz de recibirnos. Cada día que estuvimos allí nos enseñó todo en el lugar. Mató a un animal y tuvimos un festín”.
Cuando Ghanem dio por terminada la entrevista y se retiró de la sala, el otro de sus hijos que estaba presente, Ahmad, hizo una aclaración: ella sigue siendo incapaz de mirar con objetividad las atrocidades que hizo su primogénito.
“Ya van a ser 17 años del 11-S y ella continúa en una actitud negadora respecto de Osama. Lo amaba mucho y se rehúsa a culparlo. En cambio, acusa a aquellos que lo rodeaban. Sólo conoce el lado del niño bueno, el que veíamos todos. Nunca pudo conocer el lado yihadista”, explicó Ahmad.
Bin Laden fue abatido en un operativo de fuerzas especiales estadounidenses el 2 de mayo de 2011. Estaba en su refugio de Abbottabad, Pakistán, donde pasó oculto y aislado los últimos años de su vida.