VERMELHOS, Portugal — El gobierno portugués ha batallado para encontrar soluciones a los incendios forestales que han azotado al país los últimos años. Ha puesto a prueba herramientas de alta tecnología, como drones y satélites, y ha usado aviones para combatir las llamas. Ha buscado cambiar las políticas de gestión de tierras para prevenir los incendios a largo plazo.

Y también está probando con las cabras.

Parte del problema en Portugal, al igual que en otras naciones del sur europeo, es que las poblaciones del interior del país han tenido un desplome demográfico. La falta de personas que hagan pastoreo y agricultura en esas áreas ha resultado en tierras demasiado cubiertas de vegetación, en las cuales las llamas se esparcen con mayor rapidez. Tierras que están en laderas adonde no llega un tractor y donde sería muy costoso reducir el exceso de hierbas a mano, una tarea de por sí complicada dado que la población está envejeciendo.

Los portugueses esperan que la solución sencilla y de bajo costo sean la de las cabras, que se alimentarían de la maleza que sirve de combustible para los incendios, con la esperanza de que se puedan encontrar suficientes pastores a los cuales apoyar para que mantengan un estilo de vida que ha ido desapareciendo

Leonel Martins Pereira, de 49 años, es el último pastor en su aldea, Vermelhos. Y parece que pronto será también el primero en la línea de defensa contra los incendios forestales en Portugal.

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Un área cerca de Vermelhos, en el sur de Portugal, donde hubo un incendio forestal en julio
CreditJosé Sarmento Matos para The New York Times

Martins Pereira es parte de un programa piloto establecido por el gobierno portugués para ayudar a los pastores a realizar un trabajo arduo y solitario, que posiblemente sea clave en la adaptación del país a un futuro marcado por el cambio climático.

Vermelhos, un poblado en una colina al sur de Portugal, está rodeado por páramos, como si alguien hubiera pasado una podadora enorme en franjas por el área.

Eso se debe a las 150 cabras algarvia de Martins Pereira; los chivos, de una especie nativa cuyo pelaje blanco tiene manchas oscuras, se han estado comiendo la maleza.

El cabrerío se come todo tipo de plantas silvestres locales, incluido el arbusto madroño, cuyos frutos son usados por los locales para hacer aguardiente.