Por Emile Zola
Provoca muchas veces una especie de rabia e impotencia escuchar a los funcionarios públicos que se han enriquecido en distintos cargos ministeriales del gobierno hablar con suma impertinencia, y al mismo tiempo, sencillez comedida.
Nos referimos, por supuesto, a las declaraciones de Rubén Maldonado por un lado y de Bautista Rojas Gómez por el otro. Ambos tratando distintos temas, pero muy relacionados. Puesto que, aunque uno de ellos justifica como mera “coincidencia” un encuentro entre un acusado de corrupción y soborno (Ángel Rondón), y el encargado de realizar un informe del Congreso para la justicia dominicana (Rubén Maldonado) en el restaurante La Cassina en Piantini; el otro (Bautista Rojas), afirma que su partido “trabaja unido para mantenerse en el poder y evitar que lleguen otros sectores (o partidos) que le hicieron daño al país”. ¡Que caras!
Hagamos entonces un ejercicio de memoria para recordarle al deslenguado de Bautista Rojas el bien que le ha hecho su partido a nuestro país. Y empecemos por supuesto, por el endeudamiento. La deuda pública de República Dominicana es de US$36 mil 135.4 millones de dólares (para abril del 2017). Estamos en el tercer lugar en Centroamérica como país que más endeudamiento tiene respecto al PIB. Y el problema mayor es que desde el 2007 no ha bajado, ni bajará. Sin embargo, a pesar de los discursos de Fernández y Medina sobre la disminución de la pobreza, la variación del Índice de Precios del Consumidor (IPC) ha aumentado desde el 2004 al 2017 en 117.84%. Es decir, que algo que le costaba a usted 50 pesos en 2004, en el 2018 pudiera costarle más de 5,000 pesos. En esto influyen mucho, evidentemente, los déficits fiscales de Leonel Fernández y Danilo Medina que entre los dos suman más de RD$200 mil millones de pesos dominicanos.
Pero no queremos aburrir al miembro del Comité Político del PLD con números, no, es probable que estos números no le interesen tanto como los de su cuenta bancaria. Recordémosle cuántos casos de corrupción se han denunciado. Sólo en el año 2014 ocho grandes casos fueron denunciados en los que altas figuras de su partido están envueltas, entre ellas, Víctor Díaz Rúa, Félix Bautista, Franklin Almeyda, Ramón Rodríguez (Monchi) y Arístides Fernández Zucco; pero no olvidemos, los más recientes de OISOE, Odebrecht y muchos, muchísimos otros que se han dormido en la justicia o que se han archivado por complacencia.
En todos estos casos de corrupción se ha evaporado el dinero de las arcas estatales y llovido en bolsillos de miembros de su partido. Pero el daño ha llegado a aguas internacionales, viéndose reflejado en los reportes internacionales de transparencia y corrupción (República Dominicana ocupa el puesto 120 de 176 países) y competitividad económica (el país ha retrocedido 12 puestos, ocupa el lugar 104 de 137 naciones). Y tampoco la población dominicana cree en la justicia, esa que Maldonado “ayudará” con un informe del Congreso Nacional. Según el boletín del Observatorio de Políticas Sociales y Desarrollo de la propia Vicepresidencia de la República Dominicana, el 60.5 % de los dominicanos le tiene poca confianza o ninguna a la justicia dominicana y el 72.8 % no confía en la Policía Nacional, instituciones que han sido manejadas durante más de 12 años por su sector y partido, el PLD.
Si alguien ha hecho daño al país es el Partido de la Liberación Dominicana, que busca mantenerse en el poder para evitar que se descubran todas sus artimañas, robos, malversaciones y corrupción y lógicamente, para continuar saqueando al Estado dominicano. Habrá que hacer un esfuerzo ingente para poder sacarlo a él y a sus compañeros del gobierno.
Bautista Rojas habla y ofende la inteligencia de todos lo dominicanos, al igual que lo hace Rubén Maldonado justificando una coincidencia que no fue más que otra metida de pata y otra bravuconada de estos personajes que no respetan ni le temen a este pueblo. No le temen a la justicia porque la controlan ellos, no le temen al Congreso porque lo controlan ellos, no les temen a las fuerzas castrenses porque las controlan ellos; en definitiva, son en sus propios ojos, omnipotentes.