En agosto, Nadzri Harif, un DJ de la estación de radio Kristal FM en Brunéi, puso un pie en un aeropuerto por primera vez en seis meses. La experiencia, dijo, fue emocionante. Por supuesto, moverse por el Aeropuerto Internacional de Brunéi fue diferente, con cubrebocas, mamparas de vidrio y protocolos de distanciamiento social, pero nada podía superar la expectativa de volver a subir a un avión.
Su destino: ningún lugar.
Harif es uno de los miles de individuos en Brunéi, Taiwán, Japón y Australia que han comenzado a reservar vuelos que despegan y aterrizan en el mismo lugar. Algunas aerolíneas los llaman “vuelos panorámicos”; otras son más directas y los llaman “vuelos a ninguna parte”.EL TIMES: Una selección semanal de historias en español que no encontrarás en ningún otro sitio, con eñes y acentos.Sign Up
“No me di cuenta de lo mucho que extrañaba viajar (volar) hasta el momento en que la voz del capitán salió del altavoz con el anuncio de bienvenida y de seguridad”, afirmó Harif acerca de su experiencia de 85 minutos en Royal Brunei Airlines. En su vuelo, que la aerolínea llama el programa “cena y vuela”, Royal Brunei sirve platillos de cocina local a los pasajeros mientras sobrevuelan el país.
En un momento en el que la mayoría de las personas están atrapadas en casa sin poder viajar y la industria mundial de las aerolíneas ha sido diezmada por la pandemia, los vuelos que despegan y regresan al aeropuerto unas horas más tarde permiten a las aerolíneas mantener al personal trabajando.
La práctica también satisface esas ganas de viajar, aun si solo se trata de volver a subir a un avión. Aunque la mayoría de las personas podría pensar que los vuelos son un medio para lograr un fin, cuyo único propósito es trasladarlas de un lugar a otro, algunas afirman que es una parte emocionante de la experiencia del viaje. Para esas personas, los vuelos a ninguna parte son un bálsamo en un año en el que casi todos los viajes se han cancelado y la gente ha tenido miedo de que las aerolíneas no hagan cumplir las normas de distanciamiento social y de uso de cubrebocas.Cómo desinfectar tu espacio a bordo de un avión4 de marzo de 2020
Royal Brunei ha realizado cinco de estos vuelos desde mediados de agosto y, como Brunéi ha tenido muy pocos casos de coronavirus, la aerolínea no les exige a los pasajeros que usen cubrebocas, pero sí a los miembros del personal. A principios de mes, la aerolínea taiwanesa EVA Air llenó los 309 asientos de su avión temático Hello Kitty A330 Dream para el Día del Padre en Taiwán, y la aerolínea japonesa All Nippon Airways realizó un vuelo de 90 minutos con temática hawaiana con 300 personas a bordo.
La semana pasada, Qantas anunció un vuelo a ninguna parte sobre Australia. Se agotó en diez minutos.
“Muchos de nuestros viajeros frecuentes están acostumbrados a viajar en avión cada dos semanas y nos han dicho que extrañan tanto la experiencia de volar tanto como los destinos mismos”, comentó Alan Joyce, el director ejecutivo de Qantas Airways, en un comunicado esta semana, cuando la aerolínea anunció su vuelo de siete horas en octubre que despegaría y aterrizaría en Sídney.
El precio de los boletos de ese vuelo oscilaba entre 787 y 3787 dólares australianos, es decir, entre 575 y 2765 dólares estadounidenses. Llevará a los viajeros por Australia, volando sobre el Territorio del Norte, Queensland y Nueva Gales del Sur. La aerolínea también ha recuperado recientemente sus populares vuelos turísticos a la Antártida, que en realidad no aterrizan en la Antártida, sino que les permiten a los pasajeros pasear y tener diferentes perspectivas del continente. La compañía turística Antarctica Flights alquila a Qantas para operar los vuelos. Decenas de australianos acudieron a la cuenta de Instagram de la aerolínea para expresar su deseo de que se añadieran más viajes de este tipo.
Un puñado de agentes de viajes de India, Australia y Estados Unidos dijo que sus clientes han solicitado informes sobre los vuelos a ninguna parte en los últimos dos meses, ya que han asimilado que los viajes no volverán a la normalidad durante algún tiempo.
Loveleen Arun, una agente de viajes con sede en Bangalore que diseña viajes de lujo sobre todo para viajeros indios, afirmó que ha escuchado a clientes ansiosos de que haya vuelos como esos en India.
“Uno de mis clientes dijo hace unos días, ‘todo lo que quiero es estar en un asiento de la ventana y ver pasar las nubes. Extraño esa vista. ¡Solo quiero nubes blancas y esponjosas!’”, afirmó Arun. “Algunas personas solo quieren arrastrar sus maletas por el aeropuerto e ir a documentarlas”.
La mayoría de clientes de Arun son personas y familias adineradas que encontrarían atractivo un viaje a ninguna parte si fuera lujoso, algo de lo que otros viajeros se hicieron eco.
Antes de la pandemia, Christopher Malby-Tynan, un gerente de mercadotecnia que vive en Londres, viajaba en avión regularmente, tanto por razones personales como profesionales. La idea de subir a un vuelo a ninguna parte solo sería atractiva, dijo, si fuera de lujo y no incluyera la habitual molestia de los viajes en avión.
“El concepto de ir en un vuelo a ninguna parte no es atractivo si se trata de la misma experiencia apresurada como de arrear el ganado que se tiene cuando te vas de viaje”, dijo Malby-Tynan. “Si cambiara y se sintiera como si fueras a una cita a un spa o a registrarte en un hotel de lujo, y se te permitiera estirarte, entonces tendría sentido”.
Cuando los padres de Nadiah Hamid la obligaron a acompañarlos en el vuelo de Royal Brunei a ninguna parte, pensó que la idea de volar sobre su casa era “ridícula”, dijo, pero cambió de opinión a los pocos minutos del viaje porque le permitió ver su hogar de una manera nueva.
“Por lo general, cuando vuelas en realidad no sabes dónde estás, así que fue agradable tener a alguien que contextualizara algunos aspectos de nuestro país y de Malasia, y los paisajes fueron realmente hermosos”, dijo Hamid, de 22 años.
Katie Chao, portavoz de la aerolínea taiwanesa Starlux, dijo que la aerolínea ha trabajado para hacer que la experiencia del vuelo a ninguna parte sea lujosa, al permitir que la gente compre paquetes para el vuelo y la estancia en un hotel.
Desde agosto, la aerolínea ha realizado seis vuelos a ninguna parte y tiene una docena más programados hasta octubre. La mayoría de los vuelos se han agotado a los 10 minutos de ser anunciados, dijo Chao, y añadió que el uso de cubrebocas y el distanciamiento social son obligatorios en todos estos vuelos.
“Tratamos de ofrecer un evento diferente y divertido en la puerta de embarque”, dijo Chao. “También organizamos algunas decoraciones especiales a bordo. Y, por supuesto, un obsequio especial que vaya con el tema cada vez es obligatorio”.
Las críticas a estos vuelos han sido intensas y, en ellas, grupos ecologistas y viajeros expresan sus frustraciones en las redes sociales. Argumentan que una industria que ya había afectado negativamente al medio ambiente antes de la pandemia sigue haciéndolo con estos viajes innecesarios.
En 2018, la aviación civil mundial representó 918 millones de toneladas de dióxido de carbono, lo que equivale a las emisiones anuales de Alemania y los Países Bajos juntos. Rob Jackson, geocientífico de la Universidad de Stanford, calculó que las emisiones mundiales podrían disminuir un siete por ciento si persisten los cierres en algunas partes del mundo durante el resto del año.
Una portavoz de Qantas aseguró en un correo electrónico que la empresa compró compensaciones de carbono para aliviar el impacto de las siete horas de vuelo, y Royal Brunei Airlines dijo que está utilizando un Airbus A320neo, que produce menos emisiones que muchos otros aviones.
Tariro Mzezewa es periodista de viajes en The New York Times. @tariro