Ciudad del Vaticano.- “Ecce crux Domini. Fugite partes adversae, Vicit Leo de tribu de Juda” “Esta es la cruz del Señor, Huid fuerzas adversarias. Vencio el leon de la tribu de Judà”. Estas palabras, grabadas en la parte oriental y occidental de la base del obelisco que preside la plaza de San Pedro, son una antigua oración para espantar al demonio y testimonian el temor hacia el maligno en la historia de la religión católica. El monumento, de origen egipcio, fue transportado definitivamente a Roma en el año 37 d.c. por orden del emperador Caligula.
La eterna lucha entre el bien y el mal prosigue en nuestros días y la Iglesia católica esta preocupada por el “auge” de las posesiones demoniacas, centenares de miles en el mundo, como asegura la Asociación Internacional de Exorcistas, reconocida jurídicamente por el Vaticano. Por lo tanto, ha organizado seminarios en Roma sobre este tema, con el fin de promover la vocación hacia el exorcismo. Al final del curso, el participante recibe un certificado y pueden convertirse en “exorcista auxiliar”, lo que les permite asistir al rito, rezar y dar apoyo moral al clérigo, el cual realiza el exorcismo propiamente dicho.
Efectivamente, son pocos los sacerdotes que quieren ser exorcistas, para lo cual deben tener un permiso especial de su obispo para “expulsar al demonio”, y deben contar con el apoyo de médicos y sicólogos en el proceso de exorcización, los cuales elaboran informes previos sobre el paciente. La Iglesia también recomienda que un médico esté presente durante el rito.
La escasez de exorcistas en el mundo aumenta, no obstante que cuentan con un aliado importante, el mismo Papa Francisco, el cual, como ninguno de sus predecesores, habla constatemente del influjo de Satanas en la maldad existente en el mundo, reflejada en el auge de las guerras, en el odio, en las injusticias, asi como en las fuertes divisiones dentro de la misma Iglesia, como sucede actualmente.
Es mas, durante un seminario para confesores, el pontífice argentino recomendó a los sacerdotes recurrir a los servicios de un exorcista si perciben alguna actividad demoniaca en su contra. Sin embargo, reitero la necesidad de tener mucho cuidado a la hora de determinar si una persona sufre efectivamente influencias satanicas o si se trata de transtórnos mentales.
“Este no es un cuento de ancianas –subrayo Francisco-, el diablo existe realmente y es nuestro principal enemigo; es quien trata de hacernos resbalar en la vida, que pone malos deseos en nuestros corazones, malos pensamientos, y nos lleva a hacer las muchas cosas malas que hay en la vida, para terminar con las guerras”.
El cardenal albanés Ernest Simoni, de 89 años, uno de los instructores en un reciente seminario organizado por la pontificia universidad “Regina Apostolorum” en Roma, dijo que cuando no puede acudir personalmente a realizar un exorcismo, lo llaman al teléfono celular para que lea las oraciones correspondientes en latin y ayude así a expulsar los demonios.