Los líderes mundiales se reúnen este mes en Katowice, Polonia, para la COP24, la reunión mundial más importante sobre el cambio climático desde la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Clima 2015 en París.
En la parte superior de la agenda: lograr que los países acuerden las reglas para implementar los acuerdos climáticos de París para 2020, cuando el pacto entre en vigencia. La reunión sirve como un recordatorio de hechos preocupantes: el presidente Donald Trump todavía tiene la intención de retirar a Estados Unidos del acuerdo, y el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC) más reciente de la ONU advierte que solo tenemos 12 años para limitar el promedio global Calentamiento a 1,5 grados centígrados.
Pero en todo esto, Indonesia, el quinto emisor más grande del mundo de gases de efecto invernadero, que vuela principalmente por debajo del radar, proviene principalmente del uso de la tierra, el cambio del uso de la tierra y la silvicultura.
En la actualidad, Indonesia se destaca por lo poco que ha hecho para implementar políticas que le permitirían cumplir con su compromiso en virtud del acuerdo de París: reducir las emisiones por deforestación en un 29 por ciento por debajo de las proyecciones normales para el año 2030.
“Para lograr realmente los objetivos climáticos (…) es necesario idear nuevas políticas que sean más ambiciosas”, dijo Hanny Chrysolite, responsable del programa de bosques y clima del Instituto de Recursos Mundiales de Indonesia. De hecho, Indonesia se está moviendo en la dirección opuesta. El gobierno planea construir más de 100 centrales eléctricas de carbón y ampliar la producción de aceite de palma para el consumo local de biocombustibles, lo que implicará una mayor deforestación de los bosques tropicales ricos en carbono
. Agregue la expansión de una infraestructura de transporte centrada en los automóviles, una clase media en crecimiento y muy poca inversión en energías renovables, y tendrá la receta para un desastre climático.