Cada verano durante los últimos 13 años, los fanáticos de la cultura nórdica se han reunido en el lado noruego de la frontera con Suecia para el festival al aire libre Allsang pa Grensen, que se traduce aproximadamente como “Cantando en la frontera”.

Pero este verano, no habrá cantantes suecos en el evento transmitido en vivo, ni habrá fanáticos suecos en la audiencia, cantando y aplaudiendo. Este año, los suecos tienen prohibido ingresar a Noruega.CONVERSEMOSParticipa en español con tus comentarios. Te estamos esperando.

Y Noruega no es el único vecino escandinavo que prohíbe a los suecos, con algunas excepciones, visitarlo este verano. Dinamarca y Finlandia también han cerrado sus fronteras a los suecos, con el temor de que traigan consigo nuevas infecciones por coronavirus.

Si bien estos países entraron en confinamientos estrictos esta primavera, Suecia célebremente se negó, y ahora ha sufrido aproximadamente el doble de infecciones y cinco veces más muertes que las otras tres naciones combinadas, según cifras recopiladas por The New York Times.

Si bien informar diferencias puede hacer que las comparaciones sean inexactas, la tendencia general es clara, al igual que la nueva situación de Suecia como estado paria de Escandinavia.

“Echaremos de menos a los suecos este año”, dijo Ole Evenrud, una estrella del pop noruego que lleva el nombre artístico de Ole i’Dole (Ole el ídolo), y es un artista habitual en el festival en Halden, una ciudad en la frontera noruega. “Pero estoy de acuerdo con que las fronteras estén cerradas. Hemos sido bastante inteligentes en la manera en la que manejamos el virus”.

A los funcionarios suecos, incluido el arquitecto de las medidas del país para detener la propagación del virus, Anders Tegnell, no les hace gracia. Dicen que los suecos han sido estigmatizados por una campaña internacional para demostrar que Suecia está equivocada y advierten a sus vecinos que serán mucho más vulnerables si una segunda ola del virus llega en otoño.

“Estamos realmente seguros de que nuestra inmunidad es más alta que la de cualquier otro país nórdico”, dijo Tegnell durante una conferencia de prensa la semana pasada. Agregó que si bien Suecia no luchaba por conseguir la llamada inmunidad de rebaño, el mayor nivel de inmunidad “está contribuyendo a un menor número de pacientes que necesitan hospitalización, así como a menos muertes por día”.

Tegnell también dijo que las infecciones en Suecia “habían alcanzado su punto máximo”, y ahora estaban cayendo, una tendencia reflejadas en las cifras del Times.

Los expertos en los otros países escandinavos dicen que el mayor nivel de inmunidad no se ha demostrado a través de pruebas rigurosas, y que ese discurso pierde un punto importante.

“Cuando ves 5000 muertes en Suecia y 230 en Noruega, es bastante increíble”, dijo Gro Harlem Brundtland, ex primer ministro de Noruega y ex director de la Organización Mundial de la Salud, durante una conferencia digital en la Academia Noruega de Ciencias y Letras en mayo. “Tomará mucho igualar esa diferencia un año o dos en el futuro”.

Tegnell había surgido esta primavera casi como una figura de culto, ampliamente admirado por su enfoque decididamente inconformista. Pero quizás debido a los resultados tan diferentes, su estrella se ha atenuado últimamente. La confianza en Tegnell fue del 69 por ciento en abril al 60 por ciento el lunes, según una encuesta realizada por Dagens Nyheter, el principal diario sueco, e Ipsos.

Considerados durante mucho tiempo como los afortunados titulares de uno de los mejores pasaportes para viajes internacionales, los suecos ahora se encuentran con pocas opciones para moverse por la Unión Europea. La mayoría de los países del bloque han reabierto sus fronteras a las naciones miembro, pero solo Francia, Italia, España y Croacia están dando la bienvenida sin restricciones a los suecos.

En varios países, como Chipre o los Países Bajos, están completamente prohibidos. Austria les exige un certificado de salud. Grecia hace que los suecos permanezcan en cuarentena por lo menos durante una semana, incluso si dan negativo para el coronavirus.

Si bien las leyes de emergencia y las “firmes recomendaciones de viaje” han molestado a muchos suecos, nada ha sido más doloroso que el comportamiento de sus vecinos, dijo Ann Linde, la ministra de asuntos exteriores de Suecia.

“Es triste y frustrante que regiones en las fronteras fueran tan fáciles de cerrar”, dijo Linde. Señaló el sur de Suecia, donde las infecciones por coronavirus fueron mucho más bajas que en la frontera con Dinamarca. Sin embargo, dijo, “de repente había guardias fronterizos” en el puente que conecta los dos países.

“Eso llevará tiempo para sanar, fue demasiado duro”, agregó. “Es muy difícil de entender. Hubo muchas más muertes en Copenhague”.

Las restricciones de viaje impuestas por sus vecinos inmediatos, Dinamarca, Finlandia y Noruega, han expuesto resentimientos y diferencias que generalmente quedan ocultas detrás de un sentido escandinavo de identidad mutua y amabilidad.

Suecia es una especie de potencia hegemónica regional, y, dicen sus críticos, es dada a una cierta arrogancia y excepcionalismo que puedes ser irritantes.

Con más de diez millones de habitantes, su población es casi el doble del tamaño de cualquiera de sus vecinos. Su economía, que está mucho más integrada globalmente que las demás, incluye marcas exitosas como Volvo, Ikea y H&M, además del grupo Abba. Suecia también tiene políticas mucho más relajadas en cuestión de inmigración.

Una cuarta parte de todos los suecos son ahora inmigrantes. Dinamarca, por otro lado, se ha estado moviendo en la dirección opuesta, colocando límites estrictos a la inmigración y exigiendo que los extranjeros se asimilen.


“Las diferentes opiniones sobre los extranjeros y el crimen han creado una división entre Dinamarca y Suecia que se ha convertido en la más profunda desde la Segunda Guerra Mundial”, dijo Jakob Nielsen, editor jefe de Altinget.dk, un sitio web político con oficinas en Dinamarca y Suecia.

Él dijo que Dinamarca se ha convertido en un país donde todo se debate constantemente. “Existe una fuerte convicción en Dinamarca de la necesidad de una cultura fuerte de debate como parte de la libertad de expresión y el desarrollo de políticas”, dijo.

Suecia, en contraste, es “una cultura muy orientada al consenso. Ellos llegan a una postura en común antes de embarcarse e ir a cualquier lado”, dijo Nielsen.

Las cosas son diferentes con Noruega, que fue parte de Suecia hasta 1905. Muchas familias comparten parientes en ambos países.

Históricamente, las naciones escandinavas se han unido de varias maneras. Con la excepción de Finlandia, comparten idiomas y culturas más o menos comunes, y tienen monedas generalmente vinculadas entre sí. Durante mucho tiempo han permitido viajar entre ellos sin controles fronterizos y de documentos. De hecho, la Unión Nórdica de Pasaportes, establecida en 1954, fue un modelo para el sistema de fronteras abiertas de la Unión Europea.

Pero luego vino la pandemia. El tema del estado paria de Suecia fue objeto de acalorados debates recientemente en un programa de radio escandinavo muy popular, Un noruego, un sueco y un danés, que se transmite semanalmente en los tres países.

“No podemos visitar Noruega. No podemos ir a Dinamarca”, dijo Asa Linderborg, periodista de un importante diario sueco, Aftonbladet, y agregó que incluso Finlandia había prohibido a los suecos.

“Se supone que debemos sentarnos aquí en nuestro rincón de la vergüenza, y lo peor es que ustedes lo están disfrutando”, dijo, refiriéndose a los vecinos de Suecia. “Todos los noruegos, todos los daneses y todos los finlandeses adoran que los suecos no sean bienvenidos en ningún lado. Te echo de menos, pero no me echas de menos”.

Henrik Libell en Oslo, Christina Anderson en Estocolmo y Martin Selsoe Sorensen en Copenhaguen contribuyeron con reportería.