Acosada por el retraso en la llegada de las dosis, enfrentada abiertamente a una de las farmacéuticas suministradoras y con la alarma cundiendo en los países que han tenido que frenar el calendario de vacunación, la Unión Europea opta por medidas duras para intentar evitar un fiasco en la operación vacunas. Son iniciativas contundentes e improvisadas, con errores y sus correspondientes rectificaciones adoptadas a toda prisa.

La primera medida, que ya está en vigor, es un control sobre las exportaciones de vacunas fuera de la UE y, en caso de que falle, hay otra actuación prevista: activar el artículo 122 de los tratados que permite tomar medidas excepcionales en situación de emergencia.

Son decisiones de urgencia para corregir la actual deriva en el suministro de vacunas. La comparación con el ritmo de vacunación en el Reino Unido o Estados Unidos duele. Europa va muy retrasada, y en el centro de los focos están la Comisión y su presidenta, la alemana Ursula von der Leyen. Lo que parecía ser uno de los escasos triunfos de que podía alardear la UE en la lucha contra la covid, como es la compra conjunta de vacunas, se está convirtiendo en una sucesión de obstáculos y retrasos. Los contratos han permitido asegurar 2.300 millones de dosis a través de seis farmacéuticas, lo que supone “una amplia carpeta de vacunas”, en palabras de Von der Leyen, pero el problema es el ritmo de las entregas.Lee también

Alemania aclara que las dudas ante la vacuna de AstraZeneca se limitan a la falta de datos

REDACCIÓN

FILE PHOTO: A test tube labelled

En diciembre, cuando se aprobó la primera vacuna, Von der Leyen habló de una “historia de éxito europeo” y de que “los días de vacunación de la UE son un momento emocionante de unidad”. Aficionada a los adjetivos grandilocuentes, utiliza con frecuencia vídeos grabados que publica en los medios sociales cuando se presenta la oportunidad de dar buenas noticias, como fueron los contratos con las farmacéuticas y la aprobación de las primeras vacunas. En cuanto han surgido los problemas con los suministros, Von der Leyen ha delegado en sus comisarios para detallar los retrasos y la batalla argumental con AstraZeneca, añadiendo algún mensaje propio como que “las empresas deben cumplir con sus obligaciones”.

Esta supervisión de las exportaciones supone que hasta el 31 de marzo toda vacuna contra la covid fabricada dentro del espacio europeo deberá recibir permiso para poder ser enviada al exterior. Es la reac­ción ante el incumplimiento de AstraZeneca que, en lugar de los 80 millones de dosis acordados, entregará solo 31 millones en el primer trimestre, y con sospechas de que la farmacéutica está desviando va­cunas a países terceros y muy en ­especial al Reino Unido. El objetivo de esta medida es “valorar si el vo­lumen de exportaciones amenaza la ejecución de los contratos que la Unión Europea ha firmado con los fabricantes de vacunas”.

Ursula von der Leyen

De una “historia de éxito europeo” a tener que subsanar la falta de dosis en la UE

La precipitación en la puesta en marcha de este mecanismo, en tres días, llevó a la Comisión Europea a prever estos controles también en Irlanda del Norte. La primera versión del reglamento planteaba que los controles a la exportación de vacunas se llevaran también a cabo en la República de Irlanda para evitar que no se utilizara su vía libre con Irlanda del Norte para escapar a las restricciones. Las alarmas saltaron de manera inmediata en Londres y Dublín, y Bruselas dio marcha atrás. En la noche del viernes, un escueto comunicado indicaba que “en el proceso de finalización de esta medida, la Comisión Europea asegurará que el protocolo de Irlanda/Irlanda del Norte no resulte afectado. La Comisión no activará la cláusula de salvaguarda”. Fuentes europeas admiten que fue un error publicar el reglamento porque se hizo cuando las discusiones todavía estaban en marcha.

Von der Leyen mantuvo también una conversación telefónica con el primer ministro británico, Boris Johnson, muy interesado en aclarar el alcance de estos controles. “Hemos acordado que no habrá restricciones en la exportación de vacunas por parte de las empresas que cumplan sus responsabilidades contractuales”, escribió en Twitter Von der Leyen. Para Londres, esto incluye los 40 millones de dosis que Pfizer está fabricando para el Reino Unido en su fábrica de Bélgica. Bruselas no da precisiones.

Otro error se cometió en la publicación del contrato con AstraZeneca. Las partes accesibles del documento permitieron comprobar que Bruselas tiene razón cuando argumenta que las fábricas de esta empresa en territorio británico deben suministrar vacunas a la UE y que no hay prioridades establecidas para relegar los pedidos europeos. Pero, además, un descuido permitió descubrir el precio total que la UE paga a AstraZeneca. Son 870 millones de euros por los 300 millones de dosis iniciales.

Control de exportaciones

Hasta el 31 de marzo, toda vacuna que salga de la UE necesita autorización previa

Lo puede comprobar uno mismo descargando la versión inicial del contrato que publicó La Vanguardia el pasado viernes, abriéndola con la aplicación Acrobat Reader y pulsando los marcadores del programa. En el número 7.4 aparecen los 870 millones que se intentaban mantener ocultos.

Si el mecanismo de control de exportación de vacunas falla, Europa tiene otra carta en la manga. Es el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, quién planteó activar el artículo 122 de los tratados de la UE, que prevé tomar medidas extraordinarias en caso de desastres naturales, acontecimientos excepcionales o escasez en el suministro de productos. Podría tratarse de forzar a las empresas a compartir conocimientos o instalaciones para aumentar su capacidad de producción o incluso tomar el control parcial de alguna compañía, según indican fuentes europeas.

En conclusión, la Unión Europea toma medidas excepcionales, con una comisión y su presidenta cuestionadas por la gestión en la compra de las vacunas. Unas demoras provocadas por tres causas. La primera es la lentitud de la Agencia Europea del Medicamento en otorgar sus autorizaciones si se compara con los reguladores británico y estadounidense, con un método de aprobación mucho más rápido. La segunda es el retraso de Pfizer, aunque estas entregas están en proceso de recuperación, y la tercera es el fiasco de AstraZeneca, que ha reducido drásticamente las entregas sin aportar justificaciones convincentes.