Qassem tiene 5 años y está enfermo. A los 9 meses, perdió la capacidad de oír y hablar. Más tarde empezó a sufrir desnutrición y epilepsia. Su padre Ahmed Ali lo llevó al hospital junto a otros 18 miembros más de su familia. Todos ellos tenían cólera. También Qassem.

Para que pudieran recibir asistencia médica, Ahmed tuvo que recorrer un trayecto de hora y media en coche. Tuvo que hacer tres viajes para llevar a todos los familiares enfermos, lo que le costó 36.000 riyales, unos 140 euros. Había un centro de salud más cerca de Al-Aksh la aldea en la que viven, en la gobernación de Hajjah, pero allí no se ofrece tratamiento para el cólera.

“No pude hacer nada para evitar que mi familia enfermara. Si no tenemos acceso gratuito a agua potable, la enfermedad seguirá propagándose. Espero que la guerra termine; es la principal razón de que estemos viviendo estos días tan oscuros”, explica Ahmed.

Días oscuros que ya se han convertido en años. El conflicto lleva desgarrando Yemen desde 2015. Los más de dos años de conflicto han sido el caldo de cultivo perfecto para la propagación del cólera. La violencia ha llevado al país al borde de la hambruna, ha obligado a millones de personas a huir de sus hogares, ha destruido la práctica totalidad del ya de por sí débil sistema de salud y ha obstaculizado los esfuerzos para hacer frente al brote de cólera.

Debilitados por el hambre y la falta de agua potable tras meses de violencia y miseria, los yemeníes como Qassem y su familia están en una situación límite: sin recursos y enfermos. La desnutrición acaba reduciendo el sistema inmunológico del cuerpo, y la falta de agua potable y saneamiento limpia y segura y un sistema de salud debilitado permiten que se propague más fácilmente.

Más de 2.100 yemeníes han muerto de cólera desde el comienzo de esta epidemia y muchos más están ahora en peligro, ya debilitados por el hambre y los efectos de la guerra

El brote ya va camino de ser el peor de la historia: se acerca ya a los 795.794 presuntos casos que se registraron en Haití entre 2010 y 2016. En tan sólo seis meses, los casos de Yemen han alcanzado casi la misma cifra. La enfermedad sigue avanzando con rapidez. Al ritmo actual, habrá un millón de presuntos casos en noviembre