Los eventos climáticos extremos desplazaron a siete millones de personas durante los primeros seis meses de este año, una cifra récord que sitúa a 2019 en camino de ser uno de los años más desastrosos en casi dos décadas, incluso antes de que el huracán Dorian azotara las Bahamas.
El Centro para el Monitoreo del Desplazamiento Interno, una organización que recopila datos de gobiernos, agencias humanitarias de las Naciones Unidas y reportes de los medios de comunicación, concluyó en un informe publicado el jueves que las inundaciones, deslizamientos de tierra, ciclones y otros eventos climáticos extremos desplazaron temporalmente a más personas en este primer semestre que durante el mismo periodo en cualquier otro año.
“En el clima cambiante actual, el desplazamiento masivo provocado por los fenómenos meteorológicos extremos se está convirtiendo en la norma”, dijo el centro, y agregó que los números representan “la cifra más alta de mitad de año registrada para los desplazamientos asociados con desastres”. La organización ha estado publicando datos anuales desde 2003.
Los últimos números reflejan tanto malas noticias como buenas. Según los científicos, los fenómenos extremos están empeorando en la era del cambio climático y más personas están expuestas a ellos, especialmente en las ciudades asiáticas de rápido crecimiento que son muy propensas a las tormentas.
Al mismo tiempo, muchas autoridades gubernamentales han mejorado su preparación para las condiciones climáticas extremas, con sistemas de alerta temprana y refugios de evacuación que evitan numerosas víctimas.
Eso significa que el actual número de desplazados incluye a muchas personas que, de otro modo, podrían haber fallecido. Seguramente ese fue el caso de las 3,4 millones de personas que fueron evacuadas de sus hogares en la India y Bangladés en mayo antes de que el ciclón Fani se precipitara sobre la Bahía de Bengala. Según la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de las Naciones Unidas, se reportaron menos de cien muertes en ambos países.
Por el contrario, en el sur de África, donde el ciclón Idai llegó en marzo, más de 1000 personas fallecieron y 617.000 fueron desplazadas en Mozambique, Malaui, Zimbabue y Madagascar.
En marzo y abril, medio millón de iraníes tuvieron que abandonar su hogar y acampar en refugios temporales después de que gran parte del país sufriera algunas de las peores inundaciones en décadas. En Bolivia, las fuertes lluvias también provocaron inundaciones y deslizamientos de tierra en los primeros cuatro meses del año, lo que obligó a que más de 70.000 personas huyeran de sus hogares, según afirman los investigadores del informe.
En total, durante el primer semestre del año casi el doble de personas fueron desplazadas por fenómenos meteorológicos extremos, principalmente tormentas, en comparación con el número de desplazados por conflictos y violencia, según el centro de monitoreo.
Los números ofrecen lecciones para algunos países, como es el caso de las naciones del Caribe que suelen ser afectadas por la intensificación de las tormentas.
“Con el impacto del cambio climático, en el futuro se espera que este tipo de peligros se intensifiquen”, dijo la directora del centro de monitoreo, Alexandra Bilak, desde Ginebra, donde se encuentra la sede del grupo. “Naciones como las Bahamas que de manera repetida se ven afectadas deben prepararse para tendencias similares, que incluso podrían empeorar”.
Lo peor puede estar por llegar. Históricamente, la peor temporada de desastres es entre junio y septiembre, cuando las tormentas azotan los trópicos. La organización de monitoreo estima que la cantidad de desplazamientos relacionados con desastres puede aumentar a 22 millones de personas para fin de año.
En su mayor parte, los desastres como las inundaciones y los ciclones provocan desplazamientos temporales, aunque eso podría durar meses y casi siempre dentro de las fronteras nacionales.
Según otros expertos, existen limitaciones para estos números. Es posible que las cifras del centro no reflejen adecuadamente los eventos climáticos extremos que se producen lentamente como el aumento de las temperaturas o las lluvias irregulares que pueden ocasionar que las personas empaquen sus pertenencias y abandonen sus casas. Otro elemento que puede desatar ese tipo de reacciones son los fracasos en varias temporadas de cultivos. También existe la posibilidad de que, en algunos casos, las agencias gubernamentales no emitan datos precisos, incluso por razones políticas.
Aún así, Kees van der Geest, quien estudia el desplazamiento inducido por el clima en el Instituto Universitario de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente y la Seguridad Humana, dijo que los números reportados por el centro de monitoreo, incluso con esas limitaciones, podrían ser las mejores estimaciones disponibles.
Y agregó que deberían ser vistas como “una estimación baja”.