Por primera vez, los científicos han extraído datos completos del genoma nuclear de las antiguas momias egipcias. Los resultados ofrecen ideas interesantes sobre cómo se mezclaron las diferentes civilizaciones antiguas y también establece un gran avance en nuestra capacidad para estudiar el ADN antiguo.
El equipo internacional de científicos, dirigido por investigadores de la Universidad de Tuebingen y el Instituto Max Planck para la Ciencia de la Historia Humana en Jena, tomaron muestras de 151 restos momificados de un sitio llamado Abusir el-Meleq en el Medio Egipto a lo largo del río Nilo.
Las muestras datan de 1400 BCE a 400 CE y se sometieron a una nueva técnica de secuenciación de ADN de alto rendimiento que permitió al equipo recuperar con éxito los conjuntos de datos de todo el genoma de tres individuos y los genomas de mitocondrias de 90 individuos.
“Queríamos probar si la conquista de Alejandro Magno y otras potencias extranjeras ha dejado una huella genética en la antigua población egipcia”, explica una de las autoras principales del estudio, Verena Schuenemann.
En 332 BCE, por ejemplo, Alejandro Magno y su ejército atravesaron Egipto. Curiosamente, el equipo no encontró rastro genético de la herencia de Alejandro Magno, sino de cualquier poder extranjero que llegó a través de Egipto en el lapso de tiempo de 1.300 años estudiado.
“La genética de la comunidad Abusir el-Meleq no experimentó ningún cambio importante durante los 1.300 años de tiempo que estudiamos”, dice Wolfgang Haak, líder del grupo en el Instituto Max Planck, “sugiriendo que la población permanece genéticamente relativamente afectada por la conquista extranjera y regla.”
Descubrieron que los antiguos egipcios estaban estrechamente relacionados con las poblaciones de Anatolia y el Neolítico europeo, además de mostrar fuertes rastros genéticos de las áreas de Levante en el este cercano (Turquía, Líbano).