Estados Unidos y Corea del Sur vuelven a cerrar filas frente a Corea del Norte. Ambos países iniciaron este lunes una nueva ronda de maniobras militares conjuntas, en esta ocasión aéreas y las mayores de este tipo hasta la fecha entre las dos naciones. Hasta 230 aviones de guerra y 12.000 soldados participan en unos ejercicios que, aunque tienen carácter anual y estaban programados desde hace meses, se llevan a cabo cuando el mensaje de unidad y fuerza frente al régimen norcoreano es crucial: apenas cinco días después de Pyongyang lanzara un nuevo misil intercontinental y se autoproclamara “Estado nuclear”.
En estos ejercicios bélicos “masivos” participan, entre otros, seis cazas estadounidenses F-22 y media docena más del tipo F-35 enviados desde otras bases en el Pacífico para la ocasión. El objetivo es “mejorar las capacidades de operación aérea combinada en cualquier condición meteorológica y tanto de día como de noche”, aseguró un portavoz del Ministerio de Defensa de Corea del Sur a la agencia local Yonhap.
Durante los cinco días de maniobras en cielo surcoreano, los efectivos desplegados centrarán sus esfuerzos en simular ataques aéreos contra blancos norcoreanos, como instalaciones nucleares o plataformas de lanzamiento de misiles balísticos. Corea del Norte, a través de sus medios de comunicación estatales, consideró este fin de semana que los ejercicios “suponen una grave provocación militar que empujará a la ya aguda situación en la península al borde de una guerra nuclear” y amenazó con una “respuesta despiadada”.