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La imagen del cuerpo de un hombre yaciendo durante horas en una calle de Wuhan antes de ser retirado se convirtió en todo un símbolo del desconcierto que reinaba cuando irrumpió el coronavirus, pero esta ciudad china parece no reconocerlo.

La escena, capturada hace justo un año por un fotógrafo de la AFP, se produjo cerca de un hospital de la metrópolis china, epicentro de la epidemia.

Y aunque la causa del fallecimiento nunca ha trascendido, el cuerpo sin vida de este desconocido representó, a los ojos del mundo, el caos que vivía la ciudad ante el misterioso virus mortal.

En cambio, en Wuhan, donde se ha logrado controlar el Covid-19 desde entonces, esta muerte entre miles de otras sigue siendo ignorada. Incluso en la misma calle donde este hombre, de pelo canoso y con mascarilla, falleció.

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Se trata “seguramente de un rumor o de una mentira de los medios extranjeros”, asegura Yuan Shaohua, cuya tienda de frutas, situada a decenas de metros del lugar, era uno de los pocos comercios abiertos ese día, en pleno confinamiento.

Yuan afirma “no estar al corriente” de este suceso, que ocurrió al pie de un edificio típico de los años 1990.

En una ciudad fantasma, con una cuarentena en vigor desde hacía una semana, “la gente no se atrevía a salir” de su casa, recuerda este hombre de 46 años.

Aquel día, los pocos transeúntes que pasaban por ahí, preferían pasar de largo, por miedo al virus.

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“Respetar la intimidad”

En China, la imagen del “muerto de Wuhan” circuló en redes sociales, pero la mayoría de la prensa no habló de ella.

Unos días después, algunos artículos -sin la fotografía- en la prensa oficial comentaron los hechos, citando a la supuesta familia del fallecido, un tal “señor Xie”.

La familia en cuestión aseguraba que no estaba enfermo de Covid-19 y pedía “respetar [su] intimidad”. No se detalló la edad de la víctima.

Su fallecimiento ocurrió a decenas de metros del Hospital Número 6 de Wuhan, el establecimiento que trataba entonces a los enfermos de coronavirus.

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En el contexto de la epidemia, los equipos de emergencia y la policía tomaron precauciones extremas: el difunto permaneció más de dos horas en la acera, hasta que se lo llevaron efectivos con traje de protección integral.

Ese día, al menos 15 ambulancias, que circulaban por otros motivos, pasaron cerca del lugar sin detenerse.

En aquella época, como un año más tarde, ni el hospital ni las autoridades locales quisieron contestar al pedido de información sobre la identidad de la víctima y las causas de su muerte.

La decena de comerciantes y vecinos del barrio, contactados por la AFP, se muestran incrédulos.

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“Propagar rumores”

“Nunca había oído hablar” de la muerte de este hombre, dice sorprendida Huang Shunxing, mirando la fotografía, tomada casi delante de la entrada de su tienda.

El hombre falleció delante de un comercio de muebles, ahora reemplazado por la modesta tienda de lotería que Huang abrió el verano pasado.

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El recuerdo de este drama choca con el discurso que impone el régimen comunista, que quiere hacer olvidar el caos de las primeras semanas de la epidemia. Y más ahora, cuando Pekín insiste en que ha erradicado casi totalmente el virus, a diferencia de los estragos que sigue causando en el resto del mundo.

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En Wuhan ahora “los negocios funcionan bien”, asegura Huang, que hace un año estaba desempleada y que confiesa estar “encantada” de haberse instalado en una ciudad “segura” a nivel sanitario.

También se muestra igual de perplejo uno de sus clientes, Wang, de 58 años.

Aunque afirma que supo “muy pronto”, en diciembre de 2019, de la existencia de una misteriosa enfermedad gracias a los mensajes en las redes sociales, del simbólico “muerto de Wuhan” no tiene recuerdo alguno.