El COVID-19 avanza hacia el oeste y coloca a Estados Unidos como nuevo epicentro de la pandemia. Hasta el momento ya se han detectado unos 86.000 casos, cuatro mil más que en China, y, según los expertos, mucho tienen que cambiar las cosas para que no se produzca un número de muertes tan elevado o mayor que el que se está produciendo en Italia y España. Se deben aumentar y endurecer las cuarentenas, que hasta ahora afectan a una decena de Estados.
A nivel global, ya se han detectado más de medio millón de casos del COVID-19, aunque se supone que son muchos más, ya que pocos países están realizando pruebas de forma sistemática. Con más de ocho mil y cuatro mil muertos respectivamente, Italia y España encabezan la clasificación mundial por número oficial de fallecidos por culpa del coronavirus, muy por delante de China.
Los altibajos en el número de muertes y de infecciones diarias en estos dos últimos países dificultan la evaluación de la eficacia del estricto confinamiento al que han sometido a su población.
Tras China, Italia sigue ocupando la tercera posición en número de infectados y España la cuarta. Sin embargo, en los últimos días hay más muertos y nuevos casos diarios en la península ibérica que en la transalpina.
El Gobierno español ha sido muy criticado por su gestión de la crisis y por haber comprado a China miles de test de detección rápida que no funcionan en el setenta por ciento de los casos.
Francia, que también está en cuarentena, es el tercer país europeo con un mayor número de fallecidos, unos 1.700. Los expertos creen que el pico de la pandemia se alcanzará el próximo 5 de abril.
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Mientras tanto, millones de europeos miran con esperanza hacia aquellos lugares que fueron brutalmente golpeados por el COVID-19 y en los que la vida vuelve a latir en sus calles. Ocurre en muchas zonas de China, aunque aún se está muy lejos de recobrar la normalidad. El Gobierno cerrará las fronteras a partir del sábado para evitar que se produzca un nuevo brote llegado desde el exterior.