n 1976, Robert Ettinger creó el Instituto Criónico, dedicado a la preservación de cuerpos sin vida hasta que sus “amigos del futuro” estén en condiciones de “revivirlos y curarlos”. Pese a las críticas, la organización ya resguarda los restos de 165 personas en sus instalaciones de Michigan (EE.UU.).
Cada una de ellas pagó 28.000 dólares para ser preservadas en enormes cámaras de tres metros de altura a una temperatura inferior a los 150 grados, mientras se les suministra una serie de drogas que permiten la vitrificación y disminuyen la coagulación de la sangre en el paciente muerto.
En medio de los cuestionamientos que recibe la criogénesis, a la que acusan de ser una ‘falsa ciencia’, el presidente del instituto, Dennis Kowalski, asegura que se trata de “un viaje en ambulancia hacia el futuro”, a la vez que comparó esta técnica con las ranas de la madera, una especie capaz de congelarse durante los meses de invierno para revivir al final de este.
“Nuestro objetivo es la expansión de la vida”, expresa Kowalski en una entrevista con RT. Por ese motivo, sostiene que en lo que hacen “no hay diferencias con la medicina tradicional”.
“No estamos tratando de resucitar a los muertos más de lo que un paramédico haría para recuperar a alguien después de un paro cardíaco haciendo resucitación cardiopulmonar”, señala.
Por eso, para responder a cualquier crítica, afirma: “Quien diga que la criónica es imposible, no es un científico o, al menos, no está practicando métodos científicos”.
Polémica por la eutanasia
Pese a que Kowalski se declara a favor del derecho a finalizar voluntariamente con la vida, puntualiza que el Instituto Criónico no acepta como pacientes a aquellas personas que lo hagan de forma ilegal.
“Pero si la ley cambia y la gente recurre a la eutanasia por una enfermedad terminal, estaremos ahí para ellos”, prosigue.
La pregunta del millón
¿Tendrá éxito este proyecto iniciado en 1976 y que fue probado por su fundador, Ettinger, en 2011? “Esa es la pregunta del millón de dólares”, reflexiona Kowalski, quien agrega que aunque no lo saben con seguridad, apuestan por ello. “Es una apuesta en la que la otra opción es el olvido garantizado”, resume durante la entrevista.
“Nuestros miembros son totalmente conscientes de que es un programa de investigación. Ellos son donaciones a la ciencia. No estamos vendiendo una bebida en la fuente de la juventud o un elixir de aceite de serpiente”, manifesta, explicando que, según la ciencia, “las células no se degradan a temperaturas de nitrógeno líquido”. “Eso nos da esperanza”, concluye.