Ciclones tropicales, el humo de las decenas de incendios de EE UU camino de Europa e, incluso, un incipiente medicane (como se denomina a los ciclones en el Mediterráneo con características tropicales) que amenaza con golpear con fuerza a Grecia. Todo ocurriendo al mismo tiempo. El retrato del 16 de septiembre elaborado a partir de la herramienta Worldview de la NASA muestra un planeta agitado por unos fenómenos extremos que en algunos casos se ven incrementados en su intensidad por el cambio climático, según llevan años alertando los científicos.
Está temporada va camino de pasar a la historia, al menos en cuanto al número de ciclones tropicales. Hasta tal extremo que está a punto de terminarse el listado de nombres que se le asigna a estos fenómenos para poder mejorar su seguimiento. El 14 de septiembre, como recuerda la Organización Meteorológica Mundial (OMM), el Centro Nacional de Huracanes de EE UU tenía activos cinco avisos por ciclones tropicales en la cuenca del Atlántico: Paulette, Rene, Sally, Teddy y Vicky. La última vez que se concentró un número tan alto de estos fenómenos fue en septiembre de 1971.
“La temporada 2020 en el Atlántico está siendo muy intensa en cuanto al número de ciclones tropicales que se han generado, hasta la fecha ya van 20 y aún quedan entre uno y medio y dos meses de temporada”, apunta Ricardo A. Álvarez, exdirector del Centro Internacional de Investigación de Huracanes de la Universidad Internacional de Florida.
La temporada oficial de huracanes arranca en junio y no finaliza hasta noviembre. Y para cada temporada la OMM tiene preparados 21 nombres, que se ordenan por orden alfabético, para denominar a cada uno de los ciclones. Hasta ahora solo en una ocasión, en 2005, se ha sobrepasado ese límite de los 21 ciclones una temporada. Pero se espera que durante los próximos dos días se pueda formar ya el ciclón número 21 de 2020, que se llamará Wilfred. Será entonces cuando se termine la lista oficial. Y se tendrá que echar mano del alfabeto griego; los siguientes se llamarán Alpha (22), Beta (23), Gamma (24), Delta (25)… “El uso del alfabeto griego solo ha ocurrido una vez antes, en 2005, cuando se usaron seis nombres más”, explica la OMM. “Ese fue un año récord con devastadores huracanes que incluyeron a Katrina, Rita y Wilma”, añade esta organización.
Aunque existe cierta discrepancia, Álvarez, como otros muchos científicos, tiene claro que el cambio climático está relacionado con la intensidad de los ciclones tropicales, que reciben nombre de huracán cuando son más fuertes. “El calentamiento global hace que el océano absorba mayor cantidad de calor lo que se traduce en aguas superficiales más cálidas, que aumenta el combustible disponible para la formación de huracanes”, explica. “Los modelos apuntan a que el cambio climático contribuirá a que los huracanes más fuertes sean más intensos y numerosos”, abunda Juan Jesús González Alemán, investigador en la Facultad de Ciencias Físicas de la Universidad Complutense de Madrid.
Pero esos mismos modelos, explica, apuntan a una posible reducción del número total de las tormentas tropicales menos virulentas. González Alemán sostiene que este 2020 podría convertirse en una temporada récord en cuanto al número total de ciclones, pero no respecto a su intensidad. Y ese incremento anormal de la cantidad de tormentas no sería, en principio, atribuible al cambio climático.
El humo llega a Europa
Pero en la imagen de la NASA realizada a partir de las fotos diarias que toman los satélites de esta agencia no solo se aprecian esos ciclones y tormentas tropicales. También, el humo de las decenas de incendios que se registran en Estados Unidos, otro fenómeno que se ve alimentado por el calentamiento global, según los estudios científicos.
En las imágenes de los satélites se aprecia perfectamente la ruta que sigue ese humo. Y los científicos del Servicio de Vigilancia Atmosférica de Copernicus han realizado un seguimiento de su desplazamiento y han detectado “que ha recorrido 8.000 kilómetros hasta alcanzar Europa septentrional”, explica este servicio de la Comisión Europea. “Los incendios que arden en California desde mediados de agosto y en Oregón y Washington desde principios de septiembre han emitido ingentes volúmenes de humo espeso que han afectado a un área de gran envergadura”, añade Copernicus. Este organismo, que también tiene un sistema de observación a través de satélites, lleva desde 2003 rastreando los incendios en el planeta. Y la conclusión es que nunca en estos 18 años se había registrado un episodio de estas dimensiones en esa zona de Estados Unidos.
El medicane de Grecia
Un poco más al este, en el Mediterráneo oriental, la imagen de la NASA todavía recoge un fenómeno extremo más, que ha puesto en alerta a Grecia. Es la formación de un medicane, el nombre que reciben la intensas tormentas, similares a los ciclones tropicales, en el Mediterráneo. “Se espera que en la noche de este jueves llegue a ser un huracán de categoría 1”, apunta González Alemán, que está especializado en este tipo de fenómenos. Este investigador advierte de que no es habitual que adquieran esa fuerza y lo identifica también como una de las consecuencias del cambio climático. “Podría ocasionar bastantes destrozos”. González Alemán explica que los medicanes de esta intensidad son “muy poco frecuentes” y que en los últimos 40 años apenas se habían registrado cinco casos. Pero añade: “En los últimos cuatro años ya se han dado tres”.
A todo este casi apocalíptico retrato se le añade otro elemento más: una borrasca tropical ubicada al oeste de la península. “Se está monitorizando para ver si se transforma en un ciclón tropical, pero es poco probable que ocurra”, señala González Alemán. Lo que no significa que estos fenómenos no hayan conseguido llegar ya a la Península en los últimos años. “No es normal que en el Mediterráneo haya un medicane y al oeste de la Península una tormenta tropical a la vez”, concluye este investigador en la Facultad de Ciencias Físicas de la Universidad Complutense de Madrid.