RÍO DE JANEIRO — China estaba a la defensiva en Brasil.
El gobierno de Donald Trump había estado advirtiendo a sus aliados de todo el mundo que rechazaran a Huawei, el gigante chino de las telecomunicaciones, y denunciaba a la empresa como una peligrosa extensión del sistema de vigilancia de China.
Brasil, listo para construir una ambiciosa red inalámbrica 5G por valor de miles de millones de dólares, se puso abiertamente del lado del presidente Trump: el hijo del presidente brasileño —él mismo un influyente miembro del Congreso— prometió en noviembre crear un sistema seguro “sin espionaje chino”.
Entonces la política de la pandemia lo trastocó todo. Con el aumento de las muertes por COVID-19 a sus niveles más altos hasta ahora, y una nueva y peligrosa variante del virus acechando a Brasil, el ministro de Comunicaciones del país fue a Pekín en febrero, se reunió con los ejecutivos de Huawei en su sede, e hizo una petición muy inusual para una empresa de telecomunicaciones.
“Aproveché el viaje para pedir vacunas, que es lo que todo el mundo reclama”, dijo el ministro, Fábio Faria, al relatar su reunión con Huawei.
Dos semanas después, el gobierno brasileño anunció las reglas para su subasta de 5G, una de las mayores del mundo. Huawei —empresa a la que el gobierno parecía haber vetado apenas unos meses antes— podrá participar.
El cambio de rumbo es una señal de cómo la política en la región se ha visto alterada por la pandemia y la salida de Trump de la Casa Blanca, y de cómo China ha empezado a cambiar la situación.
China ha pasado meses rechazando el resentimiento y la desconfianza por ser el lugar donde comenzó la pandemia, pero en las últimas semanas sus diplomáticos, ejecutivos farmacéuticos y otros agentes de poder han recibido decenas de solicitudes de vacunas de desesperados funcionarios en América Latina, donde la pandemia está teniendo un efecto devastador que crece día a día.
La capacidad de Pekín para producir vacunas en masa y enviarlas a los países en desarrollo —mientras que los países ricos, incluido Estados Unidos, acumulan muchos millones de dosis para sí mismos— ha ofrecido una apertura diplomática y de relaciones públicas que China ha aprovechado rápidamente.
De repente, Pekín se encuentra con una nueva y enorme influencia en América Latina, una región en la que tiene una vasta red de inversiones y ambiciones para ampliar el comercio, las asociaciones militares y los lazos culturales.
Apenas el año pasado, el presidente Jair Bolsonaro, un líder de derecha que estaba estrechamente alineado con Trump, menospreció la vacuna china mientras estaba en pruebas clínicas en Brasil, y bloqueó un esfuerzo del Ministerio de Salud para ordenar 45 millones de dosis.
“El pueblo brasileño NO SERÁ CONEJILLO DE INDIAS DE NADIE”, escribió en Twitter.
Pero con Trump fuera de la Casa Blanca y los hospitales brasileños abrumados por una oleada de infecciones, el gobierno de Bolsonaro se apresuró a arreglar las cosas con los chinos y les pidió que agilizaran decenas de millones de envíos de vacunas, así como los ingredientes para producir en masa las inyecciones en Brasil.
No está claro si la solicitud a Huawei abrió las puertas de las vacunas a Brasil, pero fue parte de un cambio de postura hacia China. El presidente, su hijo y el ministro de Relaciones Exteriores abruptamente dejaron de criticar a China, mientras que los funcionarios del gabinete que tienen contactos con los chinos, como Faria, trabajaron frenéticamente para que se aprobaran nuevos envíos de vacunas. En las últimas semanas han llegado millones de dosis.
“Con la desesperación en América Latina por las vacunas, esto crea una posición perfecta para los chinos”, dijo Evan Ellis, profesor de estudios latinoamericanos en el Colegio de Guerra del Ejército de Estados Unidos, que se especializa en la relación de la región con China.
Editors’ Picks
The Science Behind Your Need for One More Potato ChipHow Covid Helped a Neighborhood Rediscover Its RestaurantsThe ‘21’ Club Isn’t Dead. Yet.
Con los codiciados contratos de 5G en juego —una fuente de intensa disputa geopolítica en todo el mundo, incluso en países como Gran Bretaña y Alemania— Huawei ha montado una oportuna ofensiva de seducción en Brasil.
Suministró a los hospitales programas informáticos para ayudar a los médicos en primera línea de la pandemia. Más recientemente, donó 20 máquinas para fabricar oxígeno a la ciudad de Manaos, donde los pacientes de covid murieron asfixiados en febrero cuando los hospitales se quedaron sin oxígeno.
“¡Que nuestros esfuerzos conjuntos puedan salvar más vidas!”, dijo la embajada china en Brasil en un mensaje en Twitter que anunciaba el donativo.
Antes de que las primeras vacunas salieran de las líneas de ensamblaje, Huawei parecía estar perdiendo la contienda por el 5G en Brasil, golpeada por la campaña del gobierno de Trump en su contra. La nación más grande de América Latina estaba a solo unos meses de celebrar una subasta para crear su red 5G, una amplia actualización que hará que las conexiones inalámbricas sean más rápidas y accesibles.
Huawei —junto con dos competidores europeos, Nokia y Ericsson— aspiraba a desempeñar un papel destacado en la asociación con empresas de telecomunicaciones locales para construir la infraestructura. Pero la empresa china necesitaba la luz verde de los reguladores brasileños para participar.
El gobierno de Trump se movió agresivamente para frustrarlo. Durante una visita a Brasil en noviembre, Keith Krach, entonces máximo responsable de política económica del Departamento de Estado, calificó a Huawei de paria de la industria a la que había que dejar fuera de las redes 5G.
“No se puede confiar al Partido Comunista Chino nuestros datos más sensibles ni nuestra propiedad intelectual”, dijo en un discurso pronunciado el 11 noviembre en Brasil, durante el cual se refirió a Huawei como “la columna vertebral del estado de vigilancia del PCC”.
Krach argumentó que las “naciones libres” debían ponerse de acuerdo para unirse en torno a una “red limpia” que excluyera a Huawei, porque “nuestra cadena de seguridad es tan fuerte como su eslabón más débil”.
Semanas después de la visita, Brasil parecía estar de acuerdo con los esfuerzos de Washington para incluir a Huawei en la lista negra. En un comunicado emitido después de la reunión con Krach, el Ministerio de Relaciones Exteriores de Brasil dijo que el país “apoya los principios contenidos en la propuesta de Red Limpia hecha por Estados Unidos”.
Eduardo Bolsonaro, un hijo del presidente, quien hasta hace poco encabezaba la Comisión de Relaciones Exteriores en la cámara de los Diputados, dijo en un tuit que Brasil respaldaría la presión de Washington.
China ya se había enfrentado al desprecio en algunos rincones de América Latina al principio de la pandemia, cuando se arraigó la preocupación de que había sido descuidada al permitir que el virus se deslizara más allá de sus fronteras. La reputación de Pekín recibió un golpe adicional en Perú, después de exportar pruebas para la covid baratas y poco fiables que se convirtieron en un primer paso en falso en los esfuerzos del país por frenar el contagio.
Pero China encontró una oportunidad para cambiar la narrativa a principios de este año, ya que su CoronaVac se convirtió en la inoculación más barata y accesible para los países del mundo en desarrollo.
Con la pandemia controlada en China, Sinovac, el fabricante de CoronaVac, comenzó a enviar millones de dosis al extranjero, ofreciendo muestras gratuitas a 53 países y exportándolas a 22 naciones que hicieron pedidos.
Cuando se administraban las primeras dosis de CoronaVac en América Latina, China arremetió contra las naciones ricas que hacían poco por garantizar el acceso rápido a las vacunas en los países más pobres.
“La distribución mundial de vacunas debe ser justa y, en particular, accesible y asequible para los países en desarrollo”, dijo el ministro de Relaciones Exteriores, Wang Yi, en un discurso a finales del mes pasado. “Esperamos que todos los países que tengan la capacidad se unan y hagan las debidas contribuciones”.
A finales de febrero, cuando se administraban las primeras dosis de vacunas chinas en Brasil, la agencia reguladora de las telecomunicaciones del país anunció las normas para la subasta de 5G, que está prevista para julio, que no excluyen a Huawei.
El cambio en Brasil refleja cómo la campaña contra Huawei impulsada por Trump ha perdido fuerza desde su derrota en las elecciones de noviembre. Gran Bretaña dijo que no prohibiría los equipos fabricados por Huawei en su nueva red inalámbrica 5G de alta velocidad. Alemania ha indicado que seguirá un enfoque similar al de Gran Bretaña.
Thiago de Aragão, un consultor de riesgo político con sede en Brasilia que se centra en las relaciones de China en América Latina, dijo que dos factores salvaron a Huawei de una derrota humillante en Brasil. La elección del presidente Joe Biden, que ha criticado duramente el historial medioambiental de Brasil, hizo que el gobierno brasileño no se entusiasmara con la idea de estar en sintonía con Washington, dijo, y la capacidad de China para hacer o deshacer la fase inicial del esfuerzo de vacunación de Brasil hizo que la perspectiva de enfadar a los chinos prohibiendo a Huawei fuera insostenible.
“Se enfrentaban a una muerte segura en octubre y noviembre y ahora vuelven a estar en el juego”, dijo de Aragão sobre Huawei.
La petición de vacunas por parte del ministro de Comunicaciones brasileño, Faria, se produjo cuando quedó claro que Pekín tenía las llaves para acelerar o estrangular la campaña de vacunación en Brasil, donde más de 270.000 personas han muerto de COVID-19.
La única razón por la que Brasil tenía unos cuantos millones de dosis de CoronaVac a mano a principios de febrero fue que uno de los rivales de Bolsonaro, el gobernador de São Paulo João Doria, había negociado directamente con los chinos.
En una entrevista, Faria dijo que no se sugirió ninguna retribución en su petición a Huawei de ayudar con las vacunas. De hecho, dijo, también preguntó a ejecutivos de empresas de telecomunicaciones competidoras en Europa si podían ayudar a Brasil a obtener vacunas.
“No se puso sobre la mesa, las vacunas frente al 5G”, dijo, y describió la solicitud de ayuda con las vacunas como apropiada.
El 11 de febrero, Faria publicó una carta del embajador de China en Brasil en la que el diplomático tomaba nota de la solicitud y escribía que le daba “gran importancia a este asunto”.
En un comunicado, Huawei dijo que la empresa podría ayudar con “la comunicación de una manera abierta y transparente en un tema que involucra a los dos gobiernos”.
China es también el proveedor dominante de vacunas en Chile, que ha montado la campaña de inoculación más agresiva de América Latina, y está enviando millones de dosis a México, Perú, Colombia, Ecuador y Bolivia.
En una señal de la creciente influencia de China, Paraguay, donde los casos de COVID-19 van en aumento, ha tenido dificultades para acceder a las vacunas chinas porque es uno de los pocos países del mundo que tiene relaciones diplomáticas con Taiwán, que China considera parte de su territorio.
En una entrevista, el ministro de Relaciones Exteriores de Paraguay, Euclides Acevedo, dijo que su país trata de negociar el acceso a CoronaVac a través de países intermediarios. A continuación, hizo una extraordinaria insinuación a China, que lleva años intentando que los últimos países que reconocen a Taiwán cambien sus alianzas.
“Esperemos que las relaciones no se agoten en las vacunas, sino que abarquen otras dimensiones, de la economía y de la cultura”, dijo. “Nosotros estamos obligados a abrirnos a todos y en ese sentido buscamos la cooperación y tenemos una visión pragmática”.
Ernesto Londoño es el jefe de la corresponsalía de Brasil, con sede en Río de Janeiro. Antes fue escritor parte del Comité Editorial y, antes de unirse a The New York Times, era reportero en The Washington Post. @londonoe