Protegerse del fin del mundo costaba en el 2012 unos ochocientos sesenta euros. En Moscú, asegurarse una plaza en los refugios soviéticos solo era apto para ricos, a excepción de los afortunados a los que les tocó una de las entradas sorteadas en televisión. Las compraron aquellos que creían en las profecías mayas, o en su propia interpretación de ellas, y que pensaban que el mundo se terminaría con el calendario maya, el 21 de diciembre del 2012. Pero vimos llegar el 2013 y ahora, aún con pandemia, crisis de escasez y los ánimos bajos, el mundo verá otro año en su casillero.
SIDNEY
Los primeros en celebrarlo son, como siempre, los habitantes de Kiribati, un conjunto de islas del Pacífico. Horas más tarde, Sydney, con sus tradicionales fuegos artificiales sobre el dentado edificio de la Ópera. Este año, con arias para todos; vacunación y mascarilla en exteriores son solo recomendadas. El ministro de Turismo del estado australiano de Nueva Gales del Sur, Stuart Ayres, se encomendó esta semana a la responsabilidad colectiva: “Espero que asista menos gente. Las personas controlan su propia salud, están tomando medidas de precaución”.
“La tormenta sucederá. No podemos evitarlo”, dice el israelí Bennett: Tel Aviv se entrega a la fiesta casi sin restricciones
Londres
En Londres son más escépticos. Se ha quedado sin la celebración de Nochevieja tras el repunte de la covid con la variante ómicron. El ocio nocturno, cerrado ya en Irlanda y Escocia, sigue abierto en Inglaterra, pero pese a los problemas de Boris Johnson con su propio partido para aprobar nuevas medidas restrictivas, la bienvenida oficial al 2022, que debería haber sido en Trafalgar Square, ha sido cancelada.
Francia
La historia convierte en paradoja que Trafalgar aúna a Gran Bretaña con Francia. Pero lo hace, porque París tampoco ha mantenido la ceremonia oficial en los Campos Elíseos. Ni el espectáculo de pirotecnia desde el Arco del Triunfo ni el set de disc-jockeys, un evento que cada año atrae a
entre 300.000 y 600.000 espectadores… Hasta que el primer ministro, Jean Castex, anunció nuevas medidas para frenar la
propagación “relámpago” del virus, y la oficina de la alcaldesa Anne Hidalgo hizo lo propio.
Tel Aviv
Todo es distinto en Tel Aviv, donde ni siquiera los ensayos clínicos para la cuarta dosis de la vacuna han sido suficientes para el Gobierno. En Israel, el equipo técnico valora un cambio de táctica que remonte el partido y les lleve a la inmunidad de grupo. Están valorando un modelo de contagio masivo de la variante ómicron, que provoca una enfermedad leve, en vez de imponer más restricciones. El primer ministro Naftali Bennett defendió esta semana la estrategia porque la oleada de contagios es inevitable: “La tormenta sucederá. No podemos evitarlo”. Por ello, no se han decretado excesivas medidas restrictivas para evitar las múltiples fiestas de Nochevieja en la ciudad más poblada del país.
Río de Janeiro
Las festividades tampoco se han frenado en Brasil. En Río de Janeiro, la playa de Copacabana acoge de nuevo la tradicional fiesta de despedida del año, con fuegos artificiales e indumentaria blanca. “La ciudad está abierta, la ciudad lo celebrará”, sentenciaba a inicios de mes el alcalde Eduardo Paes a los medios: “Río de Janeiro tiene tasas bajas de contagios, pocos hospitalizados y, gracias a Dios y a la vacuna, un bajo número de fallecidos. Eso nos permite mantener el evento con total seguridad”. Por muy asertiva que parezca, la decisión de la administración nació fruto de muchas dudas. Solo cinco días antes, el mismo alcalde había anunciado que “con tristeza” debían cancelar el acontecimiento.
Nueva York
Harry encontró a Sally en Nueva York, y, este año, como en la película, la escena final en Times Square puede repetirse. Tras un año de ausencia, las autoridades han permitido el regreso de la fiesta a la plaza con la celebración del New Year’s Eve , con el conocido descenso de 43 metros de la gran bola, en los últimos sesenta segundos del año. Cuando la esfera llega al cartel de Feliz Año Nuevo , este se ilumina y los miles de ciudadanos, vacunados y con mascarilla, pueden compartir la alegría con sus queridos. Saben que ha llegado el nuevo año. Y que, pese a todo, el mundo tampoco ha acabado en el 2021.