20 años después de los atentados del 11-S, euronews ha entrevistado a uno de los supervivientes, Bruno Dellinger, un empresario francés, cuya oficina estaba en el piso 47 de la Torre Norte. Al llegar aquella mañana al edificio, recuerda los momentos previos al impacto del primer avión a las 8:46 horas

“Vivíamos en el cielo, en el World Trade Center, en una tranquilidad inmensa, a diferencia del resto de la ciudad. Contemplé la vista. Poco a poco fueron llegando mis empleados, luego revisé mis correos electrónicos cuando de repente oí el estridente sonido de los motores de los aviones, un ruido inaudito que no se podía comprender. A continuación, se produjo el impacto inmediato en la fachada donde estaba mi despacho, unos veinte pisos más arriba. Experimenté de primera mano el derrumbe de las fachadas, el edificio se balanceaba de una manera muy, muy inquietante (…) Podías sentir que estabas a punto de romperte. Duró mucho tiempo, dos o tres minutos”.

Sin haberlo visto, Dellinger pensó inmediatamente que se trataba de un avión, recordando que un avión había chocado accidentalmente contra el Empire State Building en el pasado. Como no quería que cundiera el pánico, al principio se quedó en su mesa, antes de darse cuenta de que tenía que evacuar el edificio urgentemente.

“Me crucé con un grupo de personas que tomaban una escalera diferente a la mía, murieron

Bruno Dellinger Superviviente del 11-S

“Me crucé con un grupo de personas que tomaban una escalera diferente a la mía, murieron. Y salí al final de una bajada que duró 50 minutos, muy complicada con un calor terrible” (…) “Debí morir en 50 ocasiones durante ese día, si hubiera salido diez segundos más tarde, efectivamente habría muerto”

Tras llegar a la calle en estado de shock, Dellinger tuvo que ver cómo se derrumban las torres. Escuchó una explosión y, a continuación, una gigantesca nube de polvo le envolvió. La experiencia le impactó especialmente:

“En el espacio de unos instantes, todo se volvió más negro que la noche, y no hubo ni un solo sonido. Ante el exceso de estímulos, mi cuerpo se creyó muerto. Todas estas cosas: el ruido, las luces, el sonido, son cosas que no aprendemos, que sabemos desde que nacemos. Pero cuando son desafiadas por la fuerza de los acontecimientos, el cuerpo, la mente ya no las entienden”.

Traumatizado y aterrorizado, el empresario esperó tres meses antes de tener el valor de volver al lugar del desastre. Entonces tuvo que seguir viviendo. Volvió a trabajar, escribió un libro y tuvo hijos… 20 años más tarde, recuerda este difícil proceso de reconstrucción

“Fue muy complicado reconstruirme, porque era una bola de dolor, porque estaba realmente muerto psicológicamente. Cuando iba por la calle y veía una señal de vida, el sol brillando, me decía: esto no es posible porque estás muerto, tenía una mecha que me explotaba en la cabeza. Las señales de vida empezaron a reaparecer un mes, dos meses después: un tomate de buen sabor, por ejemplo. Cosas tontas”.

Dellinger habla regularmente en los medios de comunicación y también en las escuelas para contar el horror de ese día a una generación que no vivió el 11 de septiembre.