La idea de que nuestra existencia sea producto de la simulación de una computadora súper potente, e implementada por una civilización tecnológicamente más avanzada, es casi igual de probable a que vivamos en un mundo real, sugiere un estudio realizado por el astrónomo David Kipping, de la Universidad de Columbia (EE.UU.).
En su trabajo —cuyos resultados fueron publicados en el sitio del Instituto Multidisciplinario de Publicaciones Digitales (MDPI)—, el investigador partió del argumento de simulación propuesto en 2003 por Nick Bostrom, de la Universidad de Reino Unido.
Aquella hipótesis plantea un escenario en el que somos seres virtuales generados por una computadora, lo que requiere que al menos una de las siguientes tres proposiciones sea falsa: 1. La humanidad siempre se extingue antes de desarrollar la capacidad para tal simulación; 2. Aun en caso de alcanzar ese nivel, los humanos no demuestran interés en simular su propio pasado ancestral; 3) La probabilidad de que estemos viviendo dentro de una simulación es cercana a uno.
Dos escenarios
A su vez, Kipping analizó ese argumento aplicando la inferencia bayesiana, la cual permite calcular la probabilidad de un suceso, denominado probabilidad posterior, haciendo primero una suposición sobre el objeto en cuestión y asignándole una ‘probabilidad previa’.
Luego redujo el trilema de Bostrom a un dilema, agrupando las primeras dos proposiciones, dado que en ambos casos el resultado final es que se excluyen las simulaciones.
Así, los dos escenarios resultantes plantean una hipótesis física (sin simulaciones) y otra hipótesis de la simulación (hay una realidad base y también simulaciones). A continuación, al asignarles la ‘probabilidad previa’ según la lógica bayesiana, el autor aplica el principio de indiferencia, es decir, una presunción por defecto usada en caso de no tener ningún otro dato.
Realidad vs. simulación
Por último, Kipping tomó en cuenta que la hipótesis física es una realidad nulípara, es decir, que no genera nuevas realidades ‘hijas’. Mientras que en el caso de la hipótesis de la simulación, la mayoría de las realidades simuladas también serían nulíparas, ya que con cada nueva simulación dentro de otra, la supuesta supercomputadora del mundo real en algún momento agotaría sus recursos computacionales.
Al aplicar todos estos razonamientos a la fórmula bayesiana, Kipping concluye que el escenario en el que vivimos una verdadera realidad es apenas algo más probable que el del mundo virtual.
Eso sí, advierte que el día que la humanidad sea capaz de crear una simulación con seres conscientes dentro de esta, la hipótesis física quedará excluida y, según esos cálculos, se podrá afirmar casi con certeza que a su vez somos seres virtuales.