“Había días en los que estaba completamente colapsada y comenzaba a arañarme. Quería arrancarme la piel”.
Anna Byard-Golds ha tenido eczema toda su vida.
“Tenía conciencia de ello desde los 4 o 5 años. Notaba que mis manos se veían diferente y podía sentirme diferente a otros niños”, le dice Anna a BBC Newsbeat.
Un sondeo de la Sociedad Nacional de Eczema, en Reino Unido, reveló que el 89% de los adultos con eczema sienten que su calidad de vida está significativamente reducida.
Un cuarto de los niños con eczema muestran poca autoestima, según señalaron sus padres en el sondeo.
“Es como piel de rinoceronte: quebrada, áspera y no es bonita a la vista”, dice la joven de 15 años.
La educación de más de un tercio de las personas que sufren de eczema se ha visto afectada, según la encuesta.
Recientemente Anna ha regresado a la escuela. Pero ha habido muchos días, a lo largo de los años, en que sencillamente no quería ir.
“Había días en que volvía a casa temprano porque tenía tanto dolor”.
ANNA BYARD-GOLDSImage captionCuando el eczema le sale en las manos, Anna dice que estas se transforman en un par “de guantes rojos”.
“Es difícil moverse, escribir, así que no podía hacer el trabajo o concentrarme realmente”.
El eczema le aparecía en la cara por la mañana y eso la hacía sentirse cohibida.
“No quería que la gente lo viera. Me daba mucha vergüenza”.
Vergüenza
Ya desde niña, otros la molestaban por su eczema.
“No solo me daba cuenta de que era diferentes, sino que había otra gente que también me lo decía”.
Anna usaba ropa grande, para tratar de cubrirse y que nadie le viera su eczema.
“Realmente tuvo mucho impacto en mí, porque no me sentía normal”.
Una de las dificultades que destaca la encuesta de la Sociedad Nacional del Eczema es el aislamiento social que esta condición puede provocar.
Esto fue lo que le pasó a Ana, que veía a sus amigos, pero en privado.
“Por lo general tenía que ser en mi casa o en la de ellos, porque “.
“O a veces, ir de aquí para allí era muy doloroso”.
Eso quiere decir que tenía que cancelar planes, “lo cual se vuelve muy molesto para los demás”, dice.
“A veces te sientes como una carga”.
Actitud mental correcta
Las estrategias de Anna para lidiar con el problema incluyen ponerse crema, escuchar música y mirar videos de actuación (su mayor pasión es el arte dramático).
“Cuando era simplemente yo, sentía que estaba siendo juzgada por mi piel, pero cuando interpretaba un personaje, sabía que no podían juzgarme, porque era otra persona”.
Parte del proceso es tratar de ganar confianza en uno mismo, adoptando “la actitud mental adecuada”.
“Me tomó un tiempo darme cuenta de que, a menos que tengas la actitud mental adecuada, realmente no puedes lograr lo que quieres”, explica.
Anna dice que es importante dejar que afloren tus emociones.
“Si necesitas llorar, es importante hacerlo, y tienes que hablar con la gente de cómo te sientes.
“Luego hay días en que piensas: ‘¿Por qué tengo que pasar por todo esto?’ En días así, me largo a llorar”.
Anna cambió y empezó un nuevo tratamiento, lo que significa que ahora se encuentra en un mejor lugar.
A pesar del estado de sus manos ha mejorado (y ya “no parecen un par de guantes rojos”), esto no significa que ha encontrado una cura.
Datos del sondeo
El sondeo de la Sociedad Nacional del Eczema entrevistó a 530 adultos con esta condición y a 524 padres con niños (de hasta 16 años) con eczema.
Cerca de tres cuartos (74%) de los adultos reconocieron que el eczema afecta negativamente su salud mental.
Un poco más de un tercio (35%) de los padres, dijo que el eczema impedía que sus niños acudan a la escuela.
Y, el 37% de los padres señaló que pensaban que esta condición afectaba el desempeño de sus hijos en la escuela.
Según la enfermera clínica especializada en dermatología Julie Van Onselen, “no se trata de encontrar una cura par el eczema, sino de poder controlarlo“.
“Incluso con un tratamiento que funcione para ti, aún así tienes eczema y necesitan cuidar tu piel”.
Para Anna, las grietas en su piel “todavía están allí, y empeoran con frecuencia, y son bastante severas en mi cara y las muñecas”.
Pero ahora está más feliz.
“Ahora puede mirarme en el espejo sin pensar: ‘No quiero verte'”.