En apenas dos meses y medio pasó de ser motivo de alarma y preocupación a convertirse en ejemplo de eficacia y gestión exitosa.
Seattle, en el estado de Washington (noroeste de Estados Unidos), fue la ciudad en la que se reportó el primer caso de coronavirus en todo el país.
Era el 21 de enero y se trataba de un hombre de mediana edad que acababa de regresar de Wuhan, China.
Un mes después, fue también en las cercanías de Seattle donde se registraron las primeras muertes oficiales por covid-19 en EE.UU.
Ocurrió en una residencia de mayores que se hizo tristemente conocida porque 35 de sus residentes murieron por la enfermedad.
Desde entonces, tanto la ciudad como el estado han logrado aplanar la curva y han quedado fuera del foco mediático, concentrado principalmente en la tragedia que se vive en Nueva York.
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Aunque las autoridades de Seattle y Washington saben que los casos pueden repuntar en cualquier momento, no cabe duda de que la suya es una historia de superación que despierta el interés de otros lugares del país y del mundo.
¿Cuál es su receta mágica? Datos y ciencia, entre otros ingredientes.
Dar la voz a los científicos
Desde que estalló la crisis del coronavirus, en los distintos países nos hemos acostumbrado a ver comparecencias de gobernantes, técnicos de salud, equipos de expertos o una combinación de todos ellos.
Dentro de EE.UU. los enfoques varían. En el ámbito nacional, el presidente Donald Trump lidera la conversación, si bien el doctor Anthony Fauci, director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas de EE.UU., tiene también gran protagonismo.
En Nueva York, por ejemplo, las intervenciones del gobernador Andrew Cuomo tienen un espacio diario en televisión.
Los responsables políticos del estado de Washington no lo dudaron: los científicos debían tener las riendas no solo de la investigación del coronavirus sino también de la comunicación.
En una alerta sanitaria sin precedentes en la que un tercio de la población mundial está confinada, con la amenaza de un virus del que todavía desconocemos muchos aspectos, la voz de los especialistas aporta sosiego y puede ayudar a que los ciudadanos estén más dispuestos a aceptar normas que van a alterar sus vidas.
Así lo creyeron también las autoridades locales en Seattle.
“A nosotros nos guía el equipo local de salud pública”, le dice a BBC Mundo Laurel Nelson, directora interina de la Oficina de Gestión de Emergencias del ayuntamiento de Seattle.
“Tenemos la suerte de contar con el doctor Duchin, nuestro director de salud pública, que es muy respetado en la comunidad. Rápidamente puso en marcha una serie de prácticas para disminuir la velocidad de propagación del virus”, explica Nelson.
El mensaje de Duchin a la población fue muy claro: “No se toque la cara, lávese las manos, asegúrese de guardar la distancia social, si no se siente bien quédese en casa y no se relacione con otras personas”.
Civismo responsable
Fue un mensaje que los habitantes de Seattle se tomaron en serio y que explica el éxito de la estrategia local para abordar la pandemia.
En un documento publicado recientemente, el Institute for Disease Modeling -con sede en el estado de Washington- estableció que el distanciamiento social y el descenso de la movilidad frenaron la transmisión de la covid-19 en el condado de King (donde se encuentra Seattle).
Para calcular la tasa de propagación, los investigadores del IDM midieron datos epidemiológicos públicos, como las pruebas realizadas, los diagnósticos y las muertes reportadas, y los cotejaron con datos de movilidad recopilados de usuarios anónimos de Facebook.
Estos datos mostraron que la mayoría de los habitantes de la ciudad evitaban las aglomeraciones y elegían quedarse en casa.
“Tuvimos el primer caso y la primera muerte y fuimos muy rápidos en cerrar las escuelas y pedirle a la gente que se quedara en casa. Las medidas de distanciamiento social redujeron la expansión del virus”, señala Ali Mokdad, profesor del Instituto para Métricas y Evaluación de Salud de la Universidad de Washington, en conversación con BBC Mundo.
“Estamos aumentando nuestra capacidad de hacer test, hacemos más de 3.500 pruebas al día, y se ha reducido el número de contagios. Con el aumento de los test somos capaces de identificar mejor los casos asintomáticos para evitar la propagación”, añade.
Gran centro tecnológico
“Los residentes de Washington tomamos decisiones mirando a los datos y la ciencia, no nos asusta”, señaló el gobernador del estado, Jay Inslee, en rueda de prensa.
“Lo hemos hecho con nuestra forma de abordar el cambio climático y lo hemos hecho al construir una economía basada en la alta tecnología”.
Con esta mención a la alta tecnología, Inslee hacía un guiño a los dos gigantes tecnológicos de la región, Microsot y Amazon, que jugaron un papel importante a la hora de contener la propagación del coronavirus.
Durante la primera semana completa del brote, antes de que el estado emitiera ninguna orden de confinamiento, ambas empresas les pidieron a sus empleados que trabajaran desde casa.
Otras compañías siguieron el ejemplo. De un día para otro, esto retiró de las calles y de los edificios de oficinas a decenas de miles de personas.
Para Kate Starbird, investigadora de la Universidad de Washington y residente en el centro de Seattle, este es un factor esencial para comprender la evolución de la crisis.
“Una gran proporción de la fuerza laboral de Seattle está compuesta por empleos del sector de la tecnología y es un trabajo que se puede hacer desde casa”, le dice Starbird a BBC Mundo.
“Las grandes empresas tecnológicas se acogieron al trabajo virtual muy pronto. En ese punto, mucha gente empezó a quedarse en casa y a sacar a los niños de la escuela por propia voluntad.
“La universidad siguió el ejemplo y se hizo virtual antes de que la ciudad o el estado emitieran directrices. La ciudad y después el estado cerraron las escuelas poco después de eso. Para cuando se establecieron regulaciones estrictas para el cierre de restaurantes y otros comercios, la mayoría de ellos estaban ya bastante vacíos”, relata.
Hacia el futuro
La cautela respecto al futuro está muy presente en las declaraciones que hacen expertos y representantes políticos.
“Ahora hay que desandar lo andado. Fuimos muy rápidos en cerrarlo todo y ahora hay que ver cómo reabrimos“, expone la funcionaria del ayuntamiento de Seattle, Laurel Nelson.
“Debemos hacerlo teniendo en cuenta los datos métricos y el consejo de los expertos para que no se produzcan repuntes como ha sucedido en zonas que han reabierto demasiado pronto”, explica.
“Personalmente creo que esto va para largo”, reconcoe.
“Hemos sido capaces de aplanar la curva eficazmente desde marzo, pero -como dijo Inslee- al reabrir veremos que suben los casos”.
“Va a ser un tira y afloja, tendremos que observar los datos y, si hay un gran aumento de casos, tendremos que volver a cerrar”.
Por su parte, Ali Mokdad piensa que se necesita la colaboración de todos.
“Nuestra primera línea de defensa fueron las medidas de distanciamiento social, cerrar y quedarnos en casa para reducir la propagación del virus y reducir la mortalidad”, dice.
“Tenemos que darle a nuestro sistema de salud el espacio para encontrar una vacuna, un tratamiento, y asegurarnos de que están listos para atender todos los casos”, prosigue.
“Desafortunadamente tendremos brotes, ya sea este u otros, y si es un virus tan contagioso como este se expandirá a otros países y tendremos que tener mucho cuidado y estar listos para una segunda ola o para otra pandemia”, concluye.