La línea L de la Empresa Malagueña de Transportes (EMT) da servicio a la comunidad de universitarios que estudian en el campus de Teatinos. Es una zona solitaria y sin apenas más edificios que las facultades donde los autobuses realizan un recorrido de 2,5 kilómetros en el que tardan entre 10 y12 minutos. Desde este miércoles y sin que los pasajeros -150.000 al año- se den cuenta, los vehículos aprovechan la parada final para recargar sus baterías. Literalmente, tres brazos (denominados patines) ubicados en los bajos descienden hasta tres placas ubicadas en el asfalto que, por contacto, alimentan al autobús. Una carga rápida, silenciosa e invisible para el usuario que tiene una duración de entre dos y cinco minutos -según la necesidad de recarga- y ofrece total autonomía al medio de transporte público sin retrasar ni un minuto los tiempos de su trayecto.
El proyecto piloto, denominado PALOMA (acrónimo de Prototype for alternative operation of mobility assets, es decir, Prototipo para la operación alternativa de activos de movilidad), se prueba por primera vez y convierte a la ciudad en un laboratorio para conocer mejor el funcionamiento de esta tecnología, de la que se van a testar tanto su influencia en la red eléctrica, la operación de recarga o la experiencia del viajero, que, durante los dos meses que se realizarán las pruebas, podrá viajar gratis.