Tras 5 años de haberse adoptado la Declaración de Nueva York sobre los Bosques (NYDF, por sus siglas en inglés), aparece un nuevo informe de dicha plataforma global en el que se evalúa el resultado logrado durante ese período.
En el 2014 los países miembros de la ONU, al igual que empresas, sociedad civil y organizaciones de pueblos indígenas, adoptaron la Declaración, que preveía reducir a la mitad la deforestación para el 2020 y detener el proceso para el 2030.
Cifras que asustan
A pesar de las promesas de restablecer el equilibrio climático hechas por gobiernos, cada año la humanidad pierde un área de bosques equivalente al territorio de la isla de Gran Bretaña, subraya el informe. La pérdida acelerada de bosques primarios insustituibles es alarmante, dado que sirven como sumideros de carbono invaluables. La deforestación de la selva tropical aumentó un 44% en relación con el período de 2002-2013, de 3 a 4,3 millones de hectáreas por año, un área dos veces más grande que El Salvador. La deforestación anual de árboles tropicales entre 2014 y 2018 emitió 4,7 gigatoneladas de dióxido de carbono por año, más que todas las emisiones de gases de efecto invernadero de la Unión Europea en el 2017.
Charlotte Streck, cofundadora y directora de Climate Focus, la empresa internacional de asesoría y el ‘think tank’ que observa NYDF, subraya que los bosques “pueden tardar siglos en recuperar sus capacidades completas de absorción de carbono y regulación del clima”. “No necesitamos más hombres importantes que hagan promesas. Necesitamos ir más allá de las declaraciones. La implementación es complicada, pero es lo que necesitamos”, recoge sus palabras The Guardian.