Diez años después de arrasar en todo el mundo con El abuelo que salió por la ventana y se largó , el sueco Jonas Jonasson rescata a su excéntrico personaje, Allan Karlsson, en El abuelo que volvió para salvar el mundo (Salamandra). El autor había prometido que Allan no volvería, pero, como dice en el prólogo, el mundo ha sufrido “una transformación tan radical que buena parte de la humanidad está sumida en el desconcierto y la confusión”. De modo que hacía falta que Karlsson, con 101 años de edad pero todavía en forma, echara una mano para “restaurar la paz y el orden mundial”
¿De qué y de quién hay que salvar al mundo?
Pues de una sociedad en la que trazamos una división entre Nosotros y Aquellos. Muchos líderes terribles, desde Hitler hasta Suharto pasando por los jefes de los hutus y los tutsis, partieron de esa idea de enfrentamiento. Después de la Segunda Guerra Mundial, todo el mundo estaba de acuerdo en que aquello no podía repetirse nunca más. La Unión Europea nació de las cenizas de esa contienda y de la intención de no caer en lo mismo jamás. Sin embargo, como siempre en la historia, todo se repite. Y ahora nos encontramos otra vez de camino hacia una situación dramática.
Sí. Y la principal diferencia entre lo que tenemos ahora y lo que fue el mundo de Hitler y Suharto está en las redes sociales y en el apoyo que proporciona a los líderes. Porque cuando los mensajes de los políticos se pueden resumir en 140 caracteres los populistas se ponen muy contentos y escriben cosas como “Construye ese muro”, “Ciérrales la frontera” o “Échalos”.
Ya ha dicho de qué tenemos que salvarnos
Sí, de nosotros mismos.
Ahora le toca decir cómo.
Bueno, quizá nuestra única salvación es una catástrofe natural. Ya tuvimos dos guerras mundiales y esperemos que no haya que llegar a una tercera. Y tampoco deseo una catástrofe, claro, pero es que solo se me ocurre algo así para que todos nos pusiéramos mano a mano a cooperar en un mismo frente.
¿Está seguro de que sería así?
Creo que sí. Supongamos que Holanda se hunde en el mar. Seguramente de manera inmediata los suecos, los franceses, españoles, iraníes, turcos, etcétera, nos uniríamos para lanzar sacos de arena a fin de evitar que los Países Bajos se hundieran. Y de esta forma salvaríamos a esa parte del mundo.
¿Quiere decir el ser humano es incapaz de salvarse por sus medios?
La otra fórmula sería que nos dejáramos guiar por un gran líder de la talla de un Mahatma Gandhi, Martin Luther King o Nelson Mandela.
Todos ellos fallecidos…
En Suecia tenemos a esa joven candidata al premio Nobel de la Paz [ Greta Thunberg, de 16 años] que se planta ante el Parlamento para exigir acciones contra el cambio climático. Su existencia y su acción quieren decir que hay esperanza. Pero la cosa pinta mal.