“¿Qué más se puede decir sobre ese artista frívolo que fue Andy Warhol?” se preguntó casi a coro la prensa neoyorkina cuando en noviembre del año pasado se inauguró la muestra Andy Warhol From A to B and Back again en el Whitney Museum, de Nueva York. La exposición que, desde que se inauguró, fue un blockbuster, cierra a finales de este mes. Y sí habría algo más, un valor agregado, que la curadora Donna Di Salvo, amiga personal del artista y curadora senior del museo, prometió aportar.
De Salvo no se cansó de decir que su objetivo fue colocar las famosas pantallas de seda en un continuo a lo que sumó la experimentación más abstracta en sus pinturas menos aclamadas de los 80.
Así es, influenciado por sus primeros trabajos como ilustrador comercial para la compañía de calzado I. Miller, Warhol realizó collages de zapatos sobre hojas de oro, incluyendo un par con hebillas fechado en 1956, realizados para la celebridad transgénero Christine Jorgensen.
En esa época, también dibujó penes con lazos y caricaturas de hombres que se disfrazaban y pintó un lienzo de muchachos besándose, que un compañero de la universidad, el artista Philip Pearlstein, presentó para su exhibición en la codiciada galería Tanager, con el único objetivo de burlarse de su condición de gay. El bullying en su estado supremo. Un acoso que Di Salvo pretendió salvar con esta mega muestra que no solo fue un atractivo para los millones de turistas que visitan la ciudad en cualquier época del año, también la comunidad neoyorkina acudió, curiosa, a corroborar qué había de nuevo.
El ícono gay sale del armario
La muestra, afirmó De Salvo a Infobae Cultura, “trata sobre Warhol antes de Warhol (1928-2018), este hijo de clase trabajadora de inmigrantes, un niño gay católico de Pittsburgh que viene a Nueva York para su primer trabajo en 1949”.
De Salvo conoció a Andy mientras trabajaba en una exposición de sus primeras imágenes pintadas a mano cuando era una joven curadora de la Fundación DIA Art. “Descubrí que había algo realmente muy serio en él”, afirmó y agregó en el primer comunicado de prensa sobre la muestra: “la gente no le prestaba atención a su obra. Era solo un muchacho que asistía a un montón de inauguraciones”.
De Salvo aguzó su mirada para organizar esta muestra tumultuosa y muy bien diseñada para tratar de contar a quien la visitase cómo un chico nacido en Pittsburgh y criado en el seno de uno familia de inmigrantes católicos eslovacos se convirtió en el artista más experimental del siglo XX.
En este punto, la muestra cumple su objetivo, que podría resumirse como la presentación de Warhol a la generaciones que se están formando en este precoz siglo XXI. La muestra es la carta de presentación para quienes no vivieron durante su era y De Salvo –consciente de que Warhol es el artista contemporáneo sobre el cual se hicieron la mayor cantidad de muestras a lo largo y a lo ancho del universo- quiere barajar las cartas de un modo que sea justo para el artista, más allá de su manifiesta frivolidad, de la que se vanagloriaba y quizá por eso eligió tomar de un libro de Andy el nombre con el que decidió llamar este nuevo envío del artista pop por excelencia.
Andy Warhol de A to B. And back again es el nombre de un libro firmado por Warhol donde exacerba casi como un chiste su veta frívola y en ficticias o no –jamás lo sabremos- conversaciones telefónicas, un A (que es Andy), habla con un B (que puede ser cualquier persona sobre temas aparentemente banales como las liquidaciones de Macy’s o el aburrimiento). En efecto, con la ayuda de la A (Andy, se supone) y de B, que “es cualquiera que me ayude a matar el tiempo” y a quien A puede llamar por teléfono durante horas para chismorrear y hablarle del amor, el éxito, el dinero, la belleza, la muerte, la vejez, el trabajo, las fiestas, la gente famosa, la ciudad y de cómo quitarse el estrés con una aspiradora, Warhol le va revelando al lector, con la seriedad de quien sabe que lo más verdadero linda a veces con lo más risible, una visión personal, irreverente y ferozmente sincera del mundo actual, canallesco, desorbitado, y con frecuencia grotesco.
Da Salvo curó varias muestra sobre Warhol, incluida Tener éxito es un trabajo y también participó en la muestra realizada en el MoMA en 1989, exactamente 30 años antes de que otra, ésta de la que hablamos, el blockbuster que ella cura, tenga lugar.
Dinero
Warhol fue un innovador que desmitificó la concepción del artista como un trabajo demoledor y maldito que precisaba de años recios de formación y perfeccionamiento. Transformó el arte también en un negocio y no se avergonzó de convertir al artista en una celebridad millonaria, como fue él mismo. Y para ello bastaba con seguir las normas de la publicidad, no del arte.
Creador, junto a Tom Wesselmann, James Rosenquist y Claes Oldemburg, se convirtió en un gurú del arte al romper las barreras entre éste y la cultura de masas. “El arte comercial es mucho mejor que el arte por el arte’ afirmó en una ocasión. Y en The Factory, legendario taller donde Andy y sus amigos, vivían, trabajaban y celebraban legendarias fiestas, actuaba en consecuencia produciendo en serie sus creaciones.
La muestra curada por De Salvo, que para muchos carece de mucha obra y olvida otra a pesar de su exuberante presentación, a mí se me hace apenas pequeña porque solo muestra a un artista en dos dimensiones, las dos dimensiones de su cuadros, serigrafías y los pocos videos que elige incluir. Y Warhol fue un artista de tres dimensiones: también fue un gran mecenas, apadrinó a artistas de corta vida, gays como él, destinados a la marginalidad probablemente, pero a los que conviritió en millonarios y en legendarios, tan legendarios como él. Me refiero a Keith Haringy a Basquiat, a quienes la muestra dedica un diminuto apartado.
Andy también tocó con su varita de celebridad y talento músicos como David Bowie–cuyo camaleonismo probablemente tomó de Warhol- Lou Reed, Nico y John Calecon quienes grabó lo que se llama el disco que marcó el rock de los 80, ese que tiene una banana en la cubierta: The Velvet Underground and Nico. Mas allá de los celos entre los artistas, cada uno luego pudo llevar adelante una carrera estelar.
La historia se gestó así: a pocos meses de haber formado The Velvet Underground en 1965, Cale y Reed conocieron a Andy Warhol, quien para entonces ya tenía una notable influencia en el mundo neoyorquino del arte. Tras adoptar a la banda, promoviéndola en sus eventos multimediáticos de Exploding Plastic Inevitable, Andy se convertiría en su representante. Un año después, gracias a su nuevo mentor, grabarían su primer LP, The Velvet Underground & Nico (1966), y a pesar de que pronto se distanciarían, el papel de Warhol en la difusión de su música habría sido ya decisivo.
Luego de una larga ruptura en 1987 Cale y Reed se reencontrarían por primera vez en el funeral de Warhol y la muerte de su promotor fue razón suficiente para que el dúo colaborara de nuevo. Tras un par de años de trabajo, finalmente estaba listo el emotivo tributo: quince tracks agrupados en un álbum titulado Songs for Drella .
Un chico enfermo
Andrew Warhola había nacido en Pittsburgh bajo el signo de Leo en 1928. Tercer hijo de una humilde familia de inmigrantes eslovacos, vivió una dura infancia. En tercero de primaria, contrajo la corea de Sydenham, popularmente conocida como ‘baile de San Vito’ , enfermedad que le provocó cambios en la pigmentación de su piel y le obligó a guardar largos periodos de convalecencia que aprovechó para dibujar y pintar, rodeado de revistas y paredes decoradas con fotografías de estrellas cinematográficas. Se estaba fraguando el genio.
Al morir su padre, que era minero, la familia vivió al borde de la miseria. Así surgió un fuerte vínculo con su madre, Julia. Gran parte de los textos de sus primeros trabajos eran manuscritos realizados por ella; su ingenua caligrafía encandiló al artista hasta el punto de confiarle su propia firma.
New York, New York
Tras graduarse en diseño gráfico en el Instituto de Tecnología Carnegie a los veintiún años, se trasladó a Nueva York, donde adoptó el nombre que lo hizo famoso, Andy Warhol, marcando así el punto de partida de su carrera artística. Ya instalado, empieza a colaborar como ilustrador comercial para revistas como Tiffany & Co, Vogue o Glamour logrando así una ansiada seguridad económica al alzarse como uno de los grafistas más solicitados y mejor pagos de la Gran Manzana. Paralelamente, publica varios libros que regala entre sus conocidos.
Empieza entonces a desarrollar su obra celebrando su primera exposición individual: treinta y dos latas idénticas de sopa Campbell, a los treinta y cuatro años. Empieza a trabajar con sellos de goma y a crear obras con motivos reiterados que luego colorea a mano, haciendo de la repetición su seña de identidad. Sus primeros cuadros en 1960 beben de la publicidad y el cómic, Popeye o Batman son sus protagonistas. Entre 1962 y 1965 acuña el estilo que le da la fama y reconocimiento internacional. Es el desembarco del uso de imágenes de difusión masiva, con el que pretende denunciar el materialismo de la época. Las botellas de Coca-Cola, bebida igualitaria por excelencia, las latas de sopa Campbell’s, los retratos de estrellas del cine, la canción o la vida social (Liz Taylor, Marilyn, Jackie Kennedy) datan de esa época, aunque también se revela entonces el Warhol social , comprometido, que con su colección Death and Disaster recuerda a su público el aspecto menos amable de la sociedad, retratando disturbios raciales, o la silla eléctrica.
En los 70, realiza la serie Skulls de retratos significativos, y empieza a realizar sus obsesivos autorretratos. Este corpus de obra puede verse en la exposición del Whitney.
Movies & Celebrities
Siempre curioso, probó suerte también en el cine, que lo ocupa exclusivamente varios años, convirtiéndose en uno de los cineastas experimentales más celebrados a la par que vilipendiados del momento. Y llega incluso a debutar como actor en 1979 en Cocaine Cowboys interpretándose a sí mismo.
En los 80, empieza a pintar cuadros de artistas renacentistas, y en 1983 retrata a Miguel Bosé para la portada de su álbum Made in Spain. Ese año visita Madrid, donde expone con poquísimas ventas. En esa época retrata a cambio de grandes sumas a celebridades y millonarios efímeros. En 1986 pinta sus últimas obras, los retratos de Lenin y Mao. Mao es considerada la obra más expuesta y difundida jamás por artista alguno del siglo XX y aún de éste que está en curso.
Feminista al ataque
El 3 de junio de 1968 Valerie Solanas, una escritora feminista radical disparó contra Andy. La escritora y Warhol se habían conocido dos años antes: Valerie aparecía en una de las películas de Warhol, I, a man (1968).
Aprovechando su relación, fue a visitarlo a sus oficinas en los alrededores de Union Square. Tras esperar durante horas, lo saluda amigablemente y sube con él hasta el sexto piso, donde se encontraba la sede de The Factory. En las oficinas también estaban Fred Hughes, el crítico de arte Mario Amaya y el director Paul Morrissey, que hablaba en ese momento por teléfono con la actriz Viva. Al ver llegar a Warhol, Morrisey le pasa el teléfono y Solanas aprovecha para empuñar un revólver y disparar tres veces contra el artista. Warhol esquiva las dos primeras balas, pero la tercera le alcanza en el costado derecho. Acto seguido, Solanas apunta a Amaya hiriéndolo en la cadera. Solo Hughes sale ileso. En cuestión de segundos, Valerie desaparece.
Aquella misma noche, la escritora se presenta ante la policía y reconoce la autoría del atentado declarando que Warhol planeaba robar su trabajo y que el artista estaba controlando su vida.
Más tarde, acosada por la prensa, Solanas declarará contundente “Disparé por muchas razones: lean mi manifiesto y sabrán quién soy”. La escritora hacía referencia a SCUM, (Society For Cutting Up Men), en el que defendía el exterminio del hombre para acabar con el sometimiento al patriarcado, documento en el que materializaba su cólera como reacción ante las múltiples representaciones que Warhol realizaba de la mujer como un mero objeto de consumo sexual. Solanas fue condenada a tres años de prisión por intento de homicidio, asalto y tenencia ilícita de armas. Sometida a los pertinentes análisis psiquiátricos le fue diagnosticada una esquizofrenia paranoide.
Tras ser operado a corazón abierto, Warhol logró sobrevivir pero desde entonces se consideró que su obra ya no tuvo el mismo poder que la que había realizado antes del atentado. La curadora de la muestra del Whitney para demostrarlo expone una serie de pinturas experimentales realizadas por Warhol luego del atentado que, efectivamente, no parecerían tener relación con su obra anterior, tan inconfundible, experimentando en esta nueva etapa con tintas y calcos y produciendo obras muy parecidas a lo que emerge como resultado de ciertos tests psicológicos. Andy no logró desarrollar mucho más en ese período creativo algo intermitente porque casi 20 años después, la muerte lo abrazaba.