TIREO, CONSTANZA. Al día de hoy, y desde hace varios años, el río Tireo agoniza lánguido y sucio en un valle que se desertifica. El bosque húmedo que le dio vida en Cruz de Cuaba fue talado para dar paso a parcelas dedicadas al cultivo de vegetales. Las tuberías conectadas a equipos de bombeo con los que los agricultores riegan sus sembradíos succionan hasta la última gota a un lecho al que por momentos se le ve algo de líquido. El pequeño chorro en que se ha convertido ahora también es una letrina.
El calificativo lo aporta Mary Suriel, una de las residentes del distrito municipal Tireo, en el municipio Constanza, provincia La Vega, quien alarmada por la cantidad de heces fecales en toda la margen y el cauce del afluente, decidió registrar la situación en unos vídeos que compartió en redes sociales y grupos de WhatsApp con la esperanza de que alguna autoridad cumpla su responsabilidad.
La prueba de su denuncia se palpa con solo acercarse al río Tireo en el sector conocido como La Altagracia. Allí, como en otros tramos, le adornan decenas de casuchas minadas de inmigrantes haitianos atraídos por la demanda de mano de obra para la producción agrícola. En un caserío de 13 viviendas, con un número indeterminado de habitantes, hay apenas un retrete destartalado.
Mary asegura que son esos haitianos los que bajan al río de defecar, pero responsabiliza a los dominicanos dueños de las casas porque – dice– las construyen a escasos metros del río, sin cuartos de baños suficientes o simplemente sin ninguno.
La mayor preocupación de Mary es que, como constancera sabe que con el agua del río se riega una gran parte de las parcelas de papa, zanahoria, e incluso de vegetales como repollo, ajíes y lechugas que, por tener sus frutos fuera de la tierra conllevan más riesgo de servirse contaminados en la mesa de dominicanos y turistas extranjeros.
“Eso es una asquerosidad, yo ya no quiero comer esos vegetales”, comenta la mujer de algo más de cuatro décadas que rememora junto a una amiga aquellos años previo al huracán David, cuando ambas iban a bañarse en un río de aguas cristalinas capaz de tapar con su caudal “a un hombre parado” y de ahogar a cualquier descuidado.
De Tireo sale alrededor de un tercio de los vegetales que se producen en Constanza, uno de los municipios líder en ese renglón de la agricultura dominicana debido al clima templado de este valle intramontañoso colocado a unos 1,300 metros sobre el nivel del mar.
Constanza, en la provincia La Vega, pertenece a la región Norcentral que según el Ministerio de Agricultura aportó 24.9 millones de 144.7 millones de quintales de alimentos cultivados en el país en 2017. Solo en papa sumó 1,816, 364 de un total de 1,855,429 quintales que produjo el país ese año. En lechuga sobresale con 105,902 quintales de un total cosechado de 114,021 quintales.
Alexis Suriel, presidente de la Asociación de Productores Hortícolas de Tireo, indica que en ese lugar se cultiva el 30% de las papas y de las hortalizas que se producen en el municipio.
El agricultor rechaza, sin embargo, que la situación de la contaminación del río esté dañando los cultivos, como sí, entiende, lo haría la denuncia pública que muestra las heces fecales en el río.
Asegura que alrededor de 90% de los productores de la zona, que estima en unos 300 entre asociados e independientes, usan pozos tubulares para mojar sus sembradíos, porque la poquita agua que baja el río resulta insuficiente.
“Los vegetales se riegan con agua cristalina de pozos, los que se mojan del río son los mínimos, de gente que produce en pequeña cantidad”, dice, aunque Tireo tampoco tiene sistema de alcantarillado sanitario.
Plazo para construir letrinas
Creome Live es uno de los haitianos que viven en La Altagracia. Paga RD$1,000 al mes de alquiler a un señor llamado Ruddy, quien también es su patrón en los trabajos de agricultura y en una factoría de blocks. El jornalero asegura que usa la letrina, pero se queja de que hay apenas una para todos los que allí viven.
Leo Quezada, que en ocasiones debe quitar las heces fecales de encima al aparato de toma de agua para poder conectar las tuberías con las que moja su parcela, denunció la problemática con cartas remitidas el 10 de diciembre al director del distrito municipal así como al encargado de Medio Ambiente de la zona.
Aunque no respondieron a las comunicaciones, luego de que se publicó el video de Mary ambos funcionarios acudieron el lunes antepasado a La Altagracia y tumbaron una de las casuchas, ordenaron limpiar y recoger la basura y otorgaron un plazo de una semana a los propietarios de las viviendas para que construyan letrinas. También, dejaron parte de la responsabilidad de las autoridades en hombros de los inquilinos, al recomendarles dejar de pagar el alquiler hasta que les construyan los baños.
“Ahí no van ellos a vivir un día si no me pagan, en lo mío no”, exclama enérgica Patricia Pichardo, una señora de 79 años que arrienda unas 18 habitaciones en las que asegura haber levantado ya tres letrinas, pero que son dañados al poco tiempo.
Mientras conversa con Diario Libre, uno de sus inquilinos pasa por el lugar y le refuta: “no hay baño, ni uno solo para 18 habitaciones”.
Cuestionado sobre la situación del río el director de la Junta Distrital de Tireo, Almarante Serrata, alega que desconocía lo que pasaba, que nunca vio la carta y se queja de que la gente salga a denunciar a los medios antes de hablar con él.
Para el funcionario, la situación es un caso aislado que solo ocurre donde viven los haitianos. Alega que el resto del municipio está limpio y que la agricultura se maneja con agua limpia.
“La realidad que no son (sic) algo extraordinario como se ha denunciado, son cosas simples que están pasando. En muchos sitios a nivel de provincia pasa esa situación que son esporádicas”, expone.
De los permisos para la construcción de las casas, alega que son viviendas instaladas con más tiempo en el lugar de los dos años y meses que lleva en el cargo. Pero “podría ejecutar una iniciativa de tratar de encontrar quienes donen terrenos para que las personas salgan de ese lugar”.
Tito Montero, encargado de Medio Ambiente, apurando con dos incendios forestales que tuvo que enfrentar el día de la entrevista, intenta explicar las razones por las que dio un plazo para construir letrinas en caseríos ubicados a escasos metros del río, en franca violación al mandato de la Ley 64-00 Sobre Medio Ambiente que ordena establecer una franja de protección obligatoria de 30 metros en ambas márgenes de las corrientes fluviales (artículo 129).
“Es un plazo hasta tanto busquemos otra solución, porque nosotros no podemos hacer todos los esfuerzos solo”. Se excusa en que en Constanza la gente se ha adueñado de los ríos y que Medio Ambiente tiene que buscar mecanismos legales para poder actuar.
Encargado de Medio Ambiente en Constanza
Montero y el alcalde Serrata entienden que la problemática de la zona tiene que ser abordada con la participación de otras instituciones. En ese contexto mencionan al Ministerio de Salud Pública que no acudió al lugar pese a que Mary y Leo también le enviaron carta.
Otra entidad que los funcionarios entienden que debe acompañarlos es la Dirección General de Migración, pues desconocen el estatus migratorio de los haitianos que alquilan las casuchas instaladas en los bordes del río.
Para el productor Alexis Suriel una expulsión de los haitianos puede ser una salida para el río, pero un gran problema para la producción agrícola, ya que los inmigrantes aportan más del 80% de la mano de obra agrícola.
José Batista, presidente de la Asociación de Productores de Papa San José, defiende que los extranjeros que ellos emplean tienen un estatus migratorio regular y que sin ellos colapsaría toda la producción de Constanza. “Si se van todos (los haitianos), la agricultura se cae”.
Tireo tiene 15,349 habitantes (según el Censo Nacional de Población de 2010) que en su gran mayoría encuentran medio de sustento en la agricultura.
En toda su extensión, el distrito municipal es bañado por el río Tireo, cuya agua está destinada a alimentar al río Blanco, la presa Pinalito y contribuye al caudal del río Yuna, en Bonao.
Los afluentes que le dan vida nacen en las montañas de Cruz de Cuaba, Montellano y el Paragua, en donde la intensa y amplia actividad de cultivos fueron mermando sus aguas después de un proyecto de asentamiento agrario a partir de la década de 1980.
Los agricultores menos ricos que todavía riegan sus cultivos con el mermado líquido deben madrugar para poder mojar antes que los de las zonas más altas lo hagan y se les desaparezca el agua abajo. “A veces mojo de noche o me levanto a las 4:00 de la madrugada para aprovechar” comenta Leo Quezada.
Por mucho que madruguen, los agricultores tienen que represar el área alrededor de la toma para que la bomba succione. La imagen de pequeñas represas es una constante a lo largo del afluente.
Un estudio de la Academia de Ciencias de la República Dominicana y la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), publicado en marzo de 2016 bajo el título “Peligra la madre de las aguas”, plantea que el río Tireo y la mayoría de sus afluentes han desaparecido.
“El municipio de Constanza está atravesando por una crisis severa de agua que se manifiesta en el languidecimiento y la sequía de sus fuentes hídricas y la perturbación de las nacientes de los principales ríos de República Dominicana, los cuales garantizan el abastecimiento de agua potable para los principales asentamientos humanos del país, la producción de alimentos y el funcionamiento de las más importantes presas o embalses del territorio nacional”.
El documento especifica que el daño de mayor impacto proviene de la instalación descontrolada o no planificada de pozos con bombas sumergibles o motobombas, localizados en los mismos márgenes y hasta en el cauce de los manantiales, cañadas, arroyos y ríos, los cuales merman o mueren al ser drenados inmisericordemente.
Ambientalista
Luis Carvajal, ambientalista que ha estudiado la situación de la zona, entiende que la pérdida de calidad y volumen de agua del río Tireo, terminará desalojando de forma definitiva al valle de Tireo. Y cuestiona la manera en cómo se encaminan las políticas ambientales del país.
Para el ecologista, la principal amenaza que tiene el río actualmente es la visión del ministro de Medio Ambiente, “que constituye un verdadero peligro para la estabilidad de los ríos de República Dominicana”.
Alarmados por la situación y consciente de la importancia del río, un grupo de profesionales, hijos ausentes de la comunidad, formaron en 2016 el movimiento Salvemos el Río Tireo que procura llamar la atención de las autoridades sobre la problemática ambiental del valle.
Yoelvi Durán, uno de sus directivos, recuerda que en la pasada gestión de Francisco Domínguez Brito en Medio Ambiente lograron compromisos para trabajos de reforestación en la parte alta de Cruz de Cuaba, pero con la llegada del incumbente actual, Ángel Estévez, todo ha queda en el limbo.
Tito Almonte, el encargado de Medio Ambiente de Constanza, reconoce que está paralizado un proyecto mediante el cual se llegaría a acuerdos con los agricultores para que cedieran al menos 15 metros de las márgenes del río para reforestarlos en toda la parte alta de la zona.
Pero sostiene que a través de dos brigadas de unas 10 personas que trabajan de forma permanente en las montañas, han sembrado unas 93 mil plantas de pinos en la zona de Cruz de Cuaba durante el período de lluvia de septiembre a noviembre de este año.
Riesgo para la salud
En la Unidad de Atención Primaria (UNAP) de Tireo, que da servicio a una población de 6,217 personas, se atienden unos 130 pacientes a la semana, aquejados principalmente de enfermedades diarreicas provocadas por el uso del agua, infecciones gastrointestinales e infecciones respiratorias.
Por afecciones diarreicas llegan alrededor de 15 a 20 cada semana, y la doctora Miosotis Rosa que atiende la unidad, los atribuye al agua contaminada y alimentos mal manipulados, pues se trata siempre de afecciones bacteriológicas.
“La contaminación de las aguas con heces fecales humanas es un alto riesgo para la salud de la población expuesta, no solo al consumirla sino también cuando la gente usa el agua para bañarse”, advierte el doctor Clemente Terrero, especialista en infectología.
El riesgo a la salud también está presente en la forma en cómo se producen los alimentos. “El intestino tiene millones de colibacterias, enterovirus y parásitos intestinales de todo tipo que, al regar los vegetales con aguas contaminadas con heces pueden producir enfermedades gastrointestinales en la población que lo consuman”.
A la problemática del río se suma la contaminación por plásticos y productos agroquímicos, incluso veneno, así como la extracción sin control de arena. La erosión provoca que las lluvias arrastren lodo a la presa Pinalito que está altamente sedimentada.
María Reina Mena, una agroempresaria que presidente el Consejo Ambiental de Constanza, empezó desde 2016 un plan para intentar sacar de Tireo los potes de pesticidas que los productores dejan dentro del propio lecho del río. La iniciativa incluye campañas de concienciación para que no los tiren.
El esfuerzo llevó a poner en funcionamiento, desde agosto pasado, un centro de acopio y alrededor de ocho minicentros, para colectar allí los plásticos. Desde entonces han sacado del municipio unos 29,000 kilos de plásticos que envían a la Recicladora del Cibao.